A la localidad de Anagni se la conoce en Italia como la «Ciudad de los Papas» desde que en la Edad Media diera cuatro pontífices a Roma. Su principal monumento es la Catedral-Basílica de Santa María, un templo de origen románico (1071-1104), que fue erigido en un altozano sobre anteriores vestigios romanos (siglo IV a.C.). La iglesia esconde en su subsuelo un tesoro deslumbrante, la Cripta de San Magnus, en su tiempo creada por los pobladores de aquellas colinas para custodiar las reliquias de mártires locales como el propio san Magno, en el siglo III el obispo de Trani y responsable de la expansión del cristianismo en la región. Hoy es el patrón de esta localidad de la región del Lacio, situada 50 km al sudeste de Roma.
La Cripta de San Magnus es un excepcional ejemplo del arte religioso medieval. Creada al mismo tiempo que la Catedral, alberga algunos de los ciclos de frescos más valiosos que se conservan en Italia. Oculto bajo la nave principal catedralicia, el espacio tiene más de 500 metros cuadrados y está formado por tres naves transversales con tres ábsides laterales, y sostenido por doce columnas que forman 21 techos abovedados, lienzos en blanco que durante los siglos XII y XIII se decoraron de forma magistral. Junto al esplendor de las pinturas, a la vez el espacio transmite una atmósfera recogida y permite imaginar a los artistas pintando las escenas bajo la luz de las velas.

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Esta «Capilla Sixtina» de la Edad Media cuenta con escenas pintadas en medio centenar de recuadros y multitud de frisos, cuyos colores y sombras se preservan excepcionalmente bien conservados. Entre todos los murales destacan los ciclos de frescos que fusionan temas de fe y de ciencia, una rareza para la época y por ello extraordinarios. Como ejemplo, la pintura de los antiguos eruditos griegos, Hipócrates y Galeno, que se representan describiendo los elementos de Platón, tal y como escribió en su libro Timeo.
Sobresalen también los murales sobre la Salvación del Hombre, desde la Creación al Apocalipsis, y los que lo muestran como el centro del Universo, entre círculos concéntricos con las estaciones y los elementos de la naturaleza. Otros ciclos están dedicados a las vidas de santos y mártires de la época.
Se cree que los autores de estas pinturas al fresco fueron tres artesanos mencionados en documentos antiguos como «los maestros de Anagni», al parecer también autores del magnífico vestíbulo de la Basílica de los Cuatro Santos Coronados de Roma (siglo IV).

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La Catedral de Santa María es el principal monumento de Anagni. La construcción en su forma actual se remonta al siglo XI. En aquella época, las iglesisa se construían acompañadas de una torre, que tanto podía ejercer de campanario como de atalaya defensiva, visible desde la lejanía, para atraer a los peregrinos o disuadir a los posibles atacantes. El paseo por este encantador enclave, que Dante Alighieri ya inmortalizó en la literatura, discurre entre campanarios románicos, rincones con umbrales góticos y algunas coquetas trattorias. El Palacio de Bonifacio VIII, otro monumento de la ciudad, es hoy un museo donde se muestra cómo vivían los papas de la época.