El gran viaje

La ruta por el Pacífico que rememora al capitán Cook

De Alaska a Sídney pasando por Hawái, Tahití o Fiyi siguiendo las coordenadas del capitán Cook. Un crucero para dominarlos a todos.

Aquí, al final de los mapas, nada está separado por el mar sino conectado por el océano. Este es un viaje rumbo al corazón del Pacífico surcando los mares como un día lo hizo el capitán James Cook. De norte a sur y de este a oeste, las rutas de navegación del explorador británico guían al viajero por un laberinto de fiordos tallados por glaciares hasta las islas tropicales que guardan la imagen que muchos situarían como el paraíso en la tierra. O más bien en el océano, moana en polinesio. Entre el hielo y la selva, el volcán y esa línea de arrecifes coralinos amenazados por el calentamiento global se guardan los vestigios de esta cultura oceánica, como se guardan para aquellos que deciden embarcarse en este crucero, auténticos reductos de lujo y hedonismo.

También de aventura ¿Dónde? Alaska, Hawái, Tahití, Fiyi, Australia… Son nombres que retumban en el imaginario del viajero para trasladarlo al otro extremo del mundo y a una ruta en barco, la del Norwegian Spirit, que está a punto de zarpar para explorar el Pacífico de punta a punta. Recientemente, ha renovado sus instalaciones para ofrecer a sus pasajeros un navío elegante y sofisticado, que destaca por la propuesta gastronómica de los restaurantes Cagney’s Steak House, Onda by Scarpetta o Le Bistro, los tratamientos del Mandara Spa y las suites Penthouse y Balcony State Room. El puerto de partida, la última frontera. 

Viaje épico por el Pacífico

Alaska: el laberinto de los glaciares

De esta manera llamaron a Alaska los exploradores occidentales que arribaron a este territorio inhóspito atraídos por la fiebre del oro en el siglo XIX. Ya en el XVIII, Cook había navegado por estas aguas gélidas entre bahías, islas y penínsulas esculpidas por el capricho de los glaciares. El buque Spirit aguarda a sus pasajeros atracadoen el puerto de Seward. Es esta localidad la entrada a la península de Kenai, un territorio de 240 km situado en el sur de Alaska, entre la ensenada de Cook y la bahía de Prince William. La cara oriental de esta península está protegida por el Parque Nacional de los Fiordos de Kenai y formado por más de cuarenta lenguas glaciares que se despliegan desde el gran campo de hielo Harding hacia el Pacífico. En esta costa, veleros y cruceros navegan entre icebergs, fiordos e islas pintadas de coníferas da la espera de avistar ballenas jorobadas y también frailecillos.

Alaska
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El bosque Chugach envuelve buena parte del sur de Alaska con su tapiz de abeto y picea y hace de refugio para el alce, el oso negro y el grizzly que no es extraño que se encuentre el senderista. Esta masa forestal esconde, a su vez, pueblos de estirpe minera, militar, rusa o española como Valdez, la siguiente parada en esta ruta de navegación que continúa hacia el glaciar Hubbar. Entre el estado de Alaska y el del Yukón canadiense se encuadra este mastodonte de hielo de 122 km de extensión que desemboca en la bahía del Desencanto para asombrar a los cruceristas con el resquebraje de icebergs del tamaño de un edificio. Mientras tanto, los leones marinos de Steller aprovechan para usar los témpanos de salvavidas anti-orcas. 

Bajo las cumbres nevadas, rumbo sureste, van apareciendo puertos como Skagway, uno de los puntos más calientes en tiempos de la fiebre del oro, o Juneau, capital del estado número 49 de la unión. Vancouver, es la ciudad más poblada de la Columbia Británica y última escala del crucero en el continente. Rascacielos y montañas nevadas componen la silueta de esta urbe cosmopolita que mezcla su pasado indígena, su colonización británica y aires asiáticos. 

Hawái
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Hawái y el capricho del volcán

En 1778, en su tercera expedición, el capitán Cook se convirtió en el primer europeo en navegar hasta este archipiélago volcánico que bautizó como Islas Sandwich. Como el crucero Spirit, desembarcó con el navío HMS Resolution primero en la bahía de Waimea, al norte de la isla de Kauai. Esta es la más antigua de las ocho ínsulas hawaianas, apodada la “isla jardín”, aunque su bucólico nombre contraste con el paisaje dramático que ejemplifica el gigantesco cañón de Waimea, de kilómetro y medio de profundidad y 16 de longitud.

El puerto de Kahului, en Maui es la segunda escala del Spirit en territorio hawaiano. El viajero desembarca en esta isla que propone un recorrido panorámico por la carretera hacia Hana y el parque nacional Haleakalā con su mítico cráter hasta encontrar las cataratas Makahiku y Waimoku entre bosques de bambú. 

Oahu
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El nombre de Hawái aparece en nuestra mente como el edén de playas vírgenes de arenas blancas, de palmeras y arrecifes de coral. Sin embargo, para construir el paraíso primero hizo falta el infierno. O el juego de lava y el agua, que continúa latente en Big Island (isla de Hawái). Este es el destino para descubrir la acción de los volcanes como el Mauna Kea (4207 m), el Mauna Loa (4169 m) o el indomable Kilauea. En esta isla murió Cook en asesinado en 1779 en una reyerta contra los hawaianos en la bahía de Kealakekua. Tanto su legado, como el viaje, continúan hacia Oahu.

Su capital, Honolulu, es capaz de aunar como pocas el alma polinesia que grita “Aloha” con el barniz capitalista que brilla como el Ferrari en la aupista y el Louis Buitton en la avenida, a cóctel y a hamaca en Waikiki. Más allá de esta controversia el viajero descubre una isla salvaje que recuerda el bombardeo de Pearl Harbour y la figura de Duke Kahanamoku, inventor del surf moderno que tiene en el Banzai Pipeline, su santuario.

Tahití
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Venus en Tahití

Los señores del océano. Así se conocía a las tribus polinesias que surcaban el Pacífico de isla en isla con sus canoas guiándose únicamente por las estrellas. De esta forma llegaron los primeros pobladores a Hawái procedentes de lo que hoy es la Polinesia Francesa. La siguiente parada. 

En 1769, la Royal Society de Londres decidió organizar una expedición para observar el paso de Venus frente al sol en diferentes lugares del mundo. Uno de ellos era la desconocida Tahití, a la que partió James Cook capitaneando el HSM Endeavour para atracar en la bahía de Matavai. En la actualidad se erige aquí el faro de Point Venus, que da la bienvenida a los navegantes a la mayor de las islas del archipiélago.

El de Papetee es el puerto de entrada y parada obligada de cruceristas que son recibidos con un Ia ora na y un collar de flores de tiare Tahiti. Es esta una ciudad de vibrantes mercados como el de perlas y de mestizaje francés y tahitiano.  El mana (espíritu de las islas) acompaña al viajero en su recorrido por Tahití y por lugares como el valle de Papenoo, salpicado por los marae (templos aborígenes), el monte Aorai y su privilegiado belvedere o la ola de Teahupoo. “Muro de calaveras” es la traducción de esta escultura mortal de agua y salitre que se forma al sur de la isla y que atrae a los mejores surfistas del mundo. 

El Norwegian Spirit continúa rumbo oeste y a Australia atracando en otros enclaves para perderse y que no te encuentren de la Polinesia Francesa. O esa estampa de cumbres verdes que emergen desde una laguna atrapada entre el coral y el motu (islote bajo) y la arena blanquecina. ¿Alguna idea? Moorea, Raiatea o Bora Bora. 

Samoa
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Samoa, Stevenson y su isla del tesoro 

El barco navega ahora más allá de lo que todos se imaginan como el final del mapamundi. Esta línea imaginaria, la del meridiano 180°, es en sí la del cambio de fecha, que si se hace de este a oeste significa que los navegantes “perderán” un día de su vida en la travesía. O que el reloj se retrasa 24 horas. 

Pero volviendo a los cruceros; durante dos años el escritor Robert Louis Stevenson se embarcó en uno que lo llevó a enclaves oceánicos como Hawái, las islas Marquesas o Tahití hasta llegar a su destino soñado: Samoa. Se dice que en esta nación independiente se encuentra el origen cultural y geográfico de toda la Polinesia y su faceta más auténtica. Siempre fiel al Fa’a Samoa, o estilo de vida samoano.

La localidad portuaria de Apia recibe al crucerista con su catedral de la Inmaculada Concepción que destaca sobre el resto de las edificaciones humildes de la capital samoana, levantada bajo los montes color esmeralda. En el Vaea permanecen los restos del escritor de La isla del tesoro y El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde. 

Stevenson buscó en los mares del Sur un clima más benigno para su tuberculosis y en 1889 se instaló con su familia en una lujosa mansión de Apia, en la isla de Upolu, junto a la de Savai’i, la más importante del archipiélago. En esta villa vivió, escribió y murió en 1894 el literato escocés conocido en Samoa como Tusitala, el que cuenta historias. Su casa es hoy un museo en su honor.

Fiyi
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El universo submarino de Fiyi

¡Bula! Será lo que escuchará el viajero continuamente desde que desembarque en Fiyi. El puerto de entrada es, en esta ocasión, Lautoka, conocida como la Ciudad de la Azúcar, por las explotaciones de caña, aunque su nombre quiera decir “golpe de lanza”, por un duelo histórico entre dos jefes locales. 

Fiyi es un archipiélago de 333 islas situado bajo la línea del Ecuador, sembrado de bosques tropicales que esconden cascadas y playas de fina arena blanca que quizá el lector piense que ya no le puedan asombrar después de esta travesía por el paraíso oceánico. Sin embargo, el mayor tesoro de Fiyi es su universo submarino formado por más de 10.000 km2 de arrecifes de coral. Además de los spots de submarinismo de Viti Levu, de las islas Yasawa y Mamanuca, el Astrolabe atrae al buceador como una de las franjas coralinas más grandes del planeta. Rodea la isla de Kadavu y se extiende por todo su archipiélago para inundar con su extensa biodiversidad reductos como el islote de Dravuni, donde también atraca este crucero por un día. 

Sídney
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Sídney, la puerta de las Antípodas

Después de tres días de alta mar, se divisa al oeste el faro de Hornby, que anuncia la llegada a la gran bahía de Sídney y a territorio australiano. Las playas se intercalan con bosques de eucalipto y grandes edificios como lo hacen los barcos de vela con los ferris y cruceros que amarran junto al icónico edificio de la Ópera, que cumple 50 años en 2023. 

Cosmopolita y sofisticada, Sídney reluce como la capital del comercio y la animación de Australia. Esta metrópolis de las antípodas concentra sus principales atracciones alrededor de su puerto natural, como el Sidney Harbour Bridge, el cual se escala, el Real Jardín Botánico o las avenidas del antiguo barrio de The Rocks.Merece la pena tomar un tren hacia Bondi para bañarse en su famosa playa e impregnarse de su ambiente juvenil y deportivo, o caminar por el Coastal Walk hasta la playa de Coogee. Sídney también es una excelente base de operaciones para explorar el resto de Nueva Gales del Sur.

Ahora algunos pasajeros desembarcan mentalizados de que ya toca volver a casa, otros, sin embargo, embarcan para continuar esta travesía marítima rumbo a Nueva Zelanda, pero esa es otra historia y otro viaje por contar. La ruta con el buque Spirit se divide en diferentes rutas: desde Alaska a Vancouver, de Hawái a Tahití y desde aquí a Sidney para continuar hasta Nueva Zelanda pasando por Tasmania. Para 2024, además, el Spirit ampliará su itinerario por Australia con una nueva ruta por la costa de Queenslad desde Sídney hasta Bali.