Camino de San Julián: Cuenca desde las alturas
Son varias las opciones existentes para disfrutar de las hoces que rodean la ciudad de Cuenca, aunque una que no falla es la Ruta de la Hoz del Júcar, que recorre unos 7 kilómetros de forma circular. Perfecto para senderistas amateurs, es este un sendero señalizado por el que los conquenses se pasean a diario y que los turistas no olvidan. Sin pérdida alguna, bastará seguir los indicativos verdes y blancos del sendero SL-CU 11 que parten del Recreo Peral, un chiringuito junto al Júcar ubicado en la parte baja de la ciudad (al que se puede bajar caminando desde el casco histórico por el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias o aparcar en la misma puerta).
Ya ubicados en la puerta de salida, un pequeño puente marca el inicio de este camino que asciende por el barranco de roca caliza hasta una bella panorámica del popular barrio de San Martín y sus “rascacielos” medievales. Recuerda un letrero que “si retrocedieses en el tiempo 800 años, tal vez te encontrarías con San Julián, segundo Obispo de Cuenca, quien acompañado de su leal sirviente Lesmes, se dirigía por este camino una gruta natural en la Hoz del Júcar a practicar ejercicios espirituales y a fabricar sus célebres cestillos de mimbre que repartía entre los más necesitados”. El bautizado Camino de San Julián protagoniza esta ruta y cuenta con cruces marcadas hasta morir en la ermita del susodicho santo. Hasta aquí se subirá para, entonces, disfrutar de las vistas de los miradores de la zona, como el de Emiliano, antes de comenzar el descenso hacia el punto de origen.

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Ventano del Diablo: el Júcar desde las alturas
El agua es sin duda uno de los grandes protagonistas de esta escapada. Y es que no se puede entender la orografía de la zona sin mencionar nombres como el Júcar o el Cuervo. Siguiendo la corriente del primero, a unos 25 kilómetros de Cuenca, en Villalba de la Sierra, espera un paraje mágico enclavado en el Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Y una leyenda donde el Diablo es el protagonista.
Recibe uno de los mejores miradores naturales del Júcar el nombre del Ventano del Diablo porque – como si no - solo él podía haber creado una ventana al río tan espectacular. De hecho, hay quien sigue viendo en esta peña hueca y abovedada asomada a 200 metros sobre el río la forma del cráneo del Diablo. Aunque las malas lenguas recomendasen no acercarse a este balcón abierto al vacío - pues aquí Belcebú organizaba sesiones de brujería y empujaba al abismo a todo aquel que se asomara – la imagen de un serpenteante Júcar de aguas verdeazuladas limpias y frías entre una vegetación que crece en la verticalidad merece el riesgo de asomarse.
Precisamente desde aquí puede dar comienzo una interesante ruta al corazón del paisaje, a las orillas del río, bautizado como LosCortados. Porque el imponente paisaje que se ve en el cañón es accesible a través de un sendero – bastante empinado – que desciende desde el Ventano del Diablo hasta las estampas rocosas de formas caprichosas que albergan pozas y piscinas naturales para los más valientes. Escenario ideal para practicar barranquismo, quien se atreva a descender el cañón directamente se cruzará con los últimos reductos de la vegetación eurosiberiana y abrigos o pseudocuevas que antaño fueron utilizadas por los ganaderos para una ruta que en total ofrece unos 8 km. Los que prefieran un acceso más sencillo, se puede acceder directamente al Júcar a través de un túnel que nace entre Villalba de la Sierra y Uña para disfrutar de un paseo perfecto para medio día.
DÓNDE COMER
En la carretera Cuenca-Tragacete Mesón Nelia lleva conquistando los paladares locales desde hace tres generaciones. Familiar, entre sus especialidades destacan las migas con huevo, las albóndigas de jabalí o el pastel de coco. Precio medio: entre 30 y 45 € por persona.

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La otra Ciudad Encantada: Las Majadas
Sin abandonar la Serranía Alta, a unos 16 kilómetros del punto anterior junto al pueblo de Las Majadas espera otra parada fundamental: ¿a quién no le gustan los laberintos? La llamada Ruta de los Callejones es precisamente eso, un paseo en el que se atraviesan pasajes, arcos, monolitos y puentes de sinuosas formas y tamaños imponentes en el que es fácil perderse. No literalmente, pues esta ruta de 3,6 km es un paseo fácil, apto para toda la familia y perfectamente señalizado.
Situados en el borde noroccidental de la Muela de la Madera, estos callejones son fruto del relieve kárstico y el modelado del agua de lluvia, que ha llevado a crear un curioso paisaje pétreo denominado lapiaz, esto es, un conjunto de acanaladuras y oquedades que oscilan entre los pocos centímetros y varios metros de longitud y profundidad). Abiertas al cielo y entre caminos de tierra, las formas se suceden ofreciendo una geomorfología que alterna gigantes con piezas más pequeñas que invitan a dejar volar la imaginación y buscar parecidos. Más de uno ha visto cabezas de animales. Merece la pena, antes de abandonar la zona, acercarse al vecino e impresionante Mirador del Tío Cogote, imponente sobre el cañón del río Júcar.
DÓNDE COMER
Si se desea hacer una parada para llenar el estómago, en Las Majadas, Casa Raquel (C. Eras Altas, 9) ofrece comida casera y autóctona a precios asequibles. La caldereta de ciervo es su especialidad. Precio medio: 20€ por persona.

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La Ruta del Escalerón a la Raya: una grieta en la montaña
Sin duda las anteriores rutas enamoran, pero en Uña se encuentra una de las más bellas de toda la Serranía de Cuenca: la Ruta del Escalerón a la Raya. Un total de 9 kilómetros, dos horas y media de duración aproximada, y unos 300 metros de desnivel forman esta experiencia que nace junto a la Laguna de Uña y asciende a los cielos para caminar, literalmente, por la grieta de la montaña. ¿No suena nada mal, verdad?
El nombre de la ruta responde a los tramos que forman el susodicho paseo, porque aunque suena peligroso, en realidad es apto para todos los públicos, aunque se recomienda un calzado adecuado. La subida por la escalera natural que le ha valido el nombre de Escalerón ya lo deja claro a todo aquel que se acerca. Pero a pesar de que el ascenso serpenteante pueda imponer a primera vista, son solo unos 20 minutos de caminata los que se necesitan para llegar a la parte alta, ubicada junto a unas buitreras. Antes de entrar a la Raya, es espectacular el Mirador del Refrentón. Y entonces comenzará la bajada por un callejón lleno de vegetación y misterio que se abre al pantano y al cielo por el perfil de la montaña hasta llegar al pueblo de Uña de nuevo. Un detalle: se puede hacer la ruta también al revés, algo especialmente recomendado si no se ha madrugado y el sol aprieta.
DÓNDE COMER
El restaurante Agua-Riscas, en pleno corazón de Uña, ofrece platos de caza como gamo estofado, chorizos de ciervo fritos o embutidos de gamo y ciervo en una carta sencilla, sobria y llena de sabor. Cuentan con un coqueto hotel rural en la parte superior.

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Ruta de las caras: el capricho de un artista junto al pantano de Buendía
A medio camino entre Cuenca y Guadalajara la Ruta de las Caras ofrece una parada en la que darse un cómodo paseo entre un pinar buscando las 18 esculturas talladas en la roca que en 1992 comenzaron a llevar a cabo el ceramista Jorge Juan Maldonado y el reparador de fachadas Eulogio Reguillo. Como si de un museo al aire libre se tratase, esta parada ubicada junto al Pantano de Buendía, ofrece figuras con tamaños que oscilan entre los 70 centímetros y los 4 metros de altura de dioses indios, grandes Budas, cruces templarias, y hasta de Beethoven, desperdigadas por las rocas.
De hecho, lo más normal es no dar con todas las creaciones a la primera (y de ahí que la ruta circular de tan solo un kilómetro y medio pueda alargarse algo más). Si se busca ampliar el recorrido, en vez de acceder directamente a la entrada de la Ruta de las Caras se puede apostar por el recorrido circular que parte de la Muralla de Buendía, donde el pantano acompañará este paseo de 4 km discurrido entre cultivos y pinares, restos arqueológicos y el mirador Peña de la Virgen.