Hablar de Cuenca conduce de forma inexorable a visualizar sus Casas Colgadas. Joya de la arquitectura, sin duda toda visita a la ciudad incluye una parada obligatoria ante esos balcones en voladizo erigidos sobre la cornisa rocosa por los que parece no pasar el tiempo. Sin embargo, el título de Patrimonio de la Humanidad que recibía Cuenca hace algo más de dos décadas no se limita a su urbanismo medieval, el paisaje natural que le rodea – las hoces de los ríos Júcar y Huécar - forma también parte del título. El sinuoso trazado de ambos cauces son un preludio de lo que espera en la Serranía de Cuenca, un reducto natural ideal para caminar entre fantasías de piedra y agua. Hechas las presentaciones, solo queda atarse las botas y pasear por los caminos (urbanos y naturales) más emblemáticos de la provincia.