Desde la Newsletter de Viajes National Geographic

Curiosidades y enseñanzas del mayor templo budista del mundo

En el corazón de la isla de Java, este fascinante templo sorprende por su forma de mandala tridimensional.

Al igual que Machu Picchu, Angkor o las pirámides, Borobudur es uno de esos prodigios en piedra que desafían la imaginación y testimonian el esplendor de antiguas civilizaciones. El mayor templo budista del mundo se alza en el paisaje tropical de la llanura de Kedu, en el centro de la isla de Java. Dos parejas de conos volcánicos (Merapi-Merbabu y Sumbing-Sundoro) lo guarnecen por el norte y entre ambas fluyen los ríos Progo y Elo.

 

El monumento más visitado de Indonesia fue erigido entre los años 780 y 830 por la dinastía de los Sailendra (“señor de la montaña” en sánscrito), que procedía de la isla de Sumatra, sede del imperio talasocrático de Srivijaya. Ese reino de navegantes, que controlaba el comercio en Sumatra, la península de Malaca o las costas de Tailandia, Camboya y Vietnam, llevó su cultura hasta Madagascar. 

 

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Borobudur

Borobudur, un mandala a gran escala

Borobudur es una colosal pirámide, de 123 metros de lado y 35 de alto, dispuesta en nueve niveles. La corona un gran pináculo en forma de campana. Se trata de un templo que reviste por completo una colina. No es posible por tanto adentrarse en él, solo contornearlo y ascender por sus pisos. Su forma integra tres poderosos símbolos que el budismo tomó del hinduismo: la estupa, el Meru y el mandala. La estupa consistía en su origen en un túmulo de piedras que marcaba una encrucijada de caminos y albergaba cenizas o reliquias; estos monumentos circulares se rodean tradicionalmente en el sentido de las agujas del reloj y Borobudur puede considerarse el mayor de todos ellos en el mundo.

 

El monte Meru, que muchos templos de la India o el Sudeste Asiático evocan con su estructura maciza, es la montaña arquetípica o el eje cósmico en torno al cual giran los diversos mundos y por el que se comunican los distintos planos del universo, desde el físico al metafísico o espiritual. Un mandala es un círculo inscrito en un espacio cuadrangular que integra el macrocosmos y el microcosmos y sirve como vehículo para concentrarse al meditar. Contemplado desde el aire, Borobudur evidencia su forma de mandala tridimensional.

BOROBUDUR AEREA
Foto: iStock

La historia de Borobudur

Ante el empuje de la dinastía hinduista de los Sanjaya, constructora de los cercanos templos de Prambanan (probablemente como réplica a Borobudur), en el año 928 la corte de los Sailendra tuvo que retirarse de Java y retornar a Sumatra, solo un siglo después de haber concluido la edificación. Pero la gigantesca estupa siguió atrayendo peregrinos y estudiantes de budismo de Asia. A partir del siglo XV, gran parte de la población de Java se convirtió al islam y las erupciones del Merapi y la selva cubrieron Borobudur hasta ocultarlo casi por completo. 

 

Durante los cuatro años en que los británicos arrebataron Java a los holandeses, su gobernador, Thomas Stamford Raffles, mostró gran interés por la cultura autóctona. Raffles, cuyo apellido da nombre a una flor gigantesca, organizó varias expediciones y animó a los isleños a que le trajeran antigüedades. En 1814 le contaron que al noroeste de Yogyakarta, en el valle de Kedu, un enorme templo derruido inspiraba una supersticiosa reverencia. Raffles dispuso una partida para encaminarse allí pero, dadas sus obligaciones, delegó el mando en el ingeniero holandés Harmanus Christian Cornelius.

Stamford Raffles
Retrato de Thomas Stamford Raffles, fundador del moderno Singapur

Cuando Cornelius llegó a Borobudur en 1814 halló una montaña de piedras y maleza. Con ayuda de doscientos hombres, le llevó más de dos meses quemar y despejar la vegetación que cubría el paraje. Como la existencia de los templos de Angkor en Camboya no tuvo repercusión en Europa hasta 1860, Borobudur se convirtió en el primer gran hallazgo arqueológico de los occidentales en el sureste asiático. 

 

Las excavaciones se prolongaron a lo largo del siglo XIX y en ese periodo Borobudur sufrió más daños que en todo el tiempo en que permaneció abandonado. La tierra y la vegetación acumulada en los pasillos protegían el templo de la erosión y al retirarla comenzó el saqueo de las estatuas de Buda y los bajorrelieves. El efecto del calor y los aguaceros (la zona recibe unos tres mil litros de lluvia al año) socavó a su vez la masa de tierra del monte que sustentaba el conjunto, con lo que muchas piedras y losas empezaron a perder estabilidad.

Histórica Borobudur
Histórica Borobudur

Un Borobudur oculto

Los constructores de Borobudur ya tuvieron que abordar ese problema en el pasado. En 1885, Jan Willem Yzerman, presidente de la Sociedad Arqueológica de Yogyakarta, observó que debajo de la gran plataforma inferior también había paneles esculpidos. ¿Por qué se habían recubierto más tarde con un inmenso anillo de piedras? Probablemente, para aportar un contrafuerte a la colina y evitar que el monumento se viniese abajo. Al retirar esa protección, salieron a la luz 160 bajorrelieves labrados con todo tipo de situaciones placenteras o dolorosas. Ese primer nivel de esculturas que hallamos hoy al visitar Borobudur, el zócalo de la estupa sobre el que se asientan los otros ocho pisos, ilustra la ley del karma. Como en una partida de ajedrez, cada decisión y cada movimiento tiene algún tipo de repercusión en esta vida o las siguientes.

 

La primera reconstrucción de Borobudur se llevó a cabo a principios del siglo XX. Se logró apuntalar los muros, pero la situación continuó siendo crítica debido a la erosión y el expolio, tanto por parte de javaneses como de extranjeros. El traspaso del monumento a la nueva Indonesia en 1949, una vez que los Países Bajos reconocieron su independencia, tampoco logró frenar su deterioro.

Borobudur buda
Foto: Shutterstock

En 1975, tras años de negociaciones con la Unesco, se puso en marcha un ambicioso programa de reconstrucción. Las terrazas inferiores fueron desmanteladas piedra por piedra (más de un millón y medio de rocas) y colocadas de nuevo en su posición original. Las que estaban expuestas al exterior se trataron con productos químicos para protegerlas de los microorganismos que atacan la roca en un ambiente tropical.

 

Se instaló un complejo sistema de drenaje y los 1.460 paneles con bajorrelieves fueron reparados con técnicas pioneras para la época. Las obras se prolongaron casi una década, siendo el hotel Manohara, que permite alojarse hoy dentro del recinto arqueológico, el edificio que acogió a los especialistas. En 1991, la Unesco designó el monumento Patrimonio de la Humanidad.

Borobudur Hotel
Hotel Manohara, en el recinto arqueológico de Borobudur

Qué ver en Borobudur

Es interesante tener presente la historia de Borobudur al visitarlo, pero aún más disfrutar de la experiencia que propone este monumento único. Circunvalar sus nueve niveles ascendiendo en espiral supone caminar casi 5 km. Y lo que muestra este mandala tridimensional es un mapa o una guía de la evolución de la conciencia. Cada terraza surge a partir de otra y muestra una perspectiva más elevada, no solo del paisaje sino sobre todo del plano de la existencia reflejado en ella. Borobudur ayuda a visualizar los tres niveles en el camino a la iluminación según el budismo.

 

El primero, Kamadhatu, elmundo de los deseos, los placeres y los sufrimientos terrenos, protagoniza el zócalo que descubrió J.W. Yzerman bajo el gran contrafuerte de piedra. Las esculturas de sus paneles son tan precisas que permiten identificar plantas y atestiguan que el cultivo tradicional del arroz apenas ha cambiado en Java. En ese universo de abundancia, los barcos de la dinastía Sailendra llevan especias y maderas valiosas al sudeste asiático y la India. Pero junto a alegres celebraciones, también aparecen escenas de enfermedad y otras donde los seres humanos son severamente castigados por sus acciones.

Las siguientes cinco terrazas de Borobudur, todas ellas cuadradas, representan lo que se conoce como Rudadhatu: el mundo de las formas. Hallamos aquí la vida de Buda plasmada en 1.300 paneles de andesita y 432 estatuas suyas. Muestran incluso las encarnaciones que precedieron a su nacimiento como príncipe Siddharta, tras el sueño premonitorio de su madre Maya (“ilusión” en sánscrito), quien falleció siete días después de dar a luz. Y por supuesto: la salida de Siddharta de la jaula de oro de su palacio y sus sucesivos encuentros con un anciano, un enfermo, un muerto y un monje, que desencadenaron su viaje sin retorno.

 

Los paneles revelan que, ante cualquier situación en una de sus encarnaciones terrenales, incluso bajo la forma de un animal, Buda siempre responde con una buena acción. Eso no genera una recompensa en sí (esta radica en el mero hecho de hacerla), pero la repetición resulta esencial en este caso. Gracias a ellas, Buda acumula méritos, realizaciones o sabiduría en cada vida con los que llega bien preparado a su encarnación final.

Borobudur relieve
Relieve en Borobudur

Al recorrer las cinco terrazas de Rudadhatu, el ser humano sigue vinculado al mundo de los deseos representado en el zócalo, pero ante él se abre la perspectiva de purificarse y mejorar. Y así accedemos a la expansión que propician los tres pisos circulares superiores, donde se manifiesta Arupadhatu, el espacio sin forma en sánscrito.

 

El contraste entre las plataformas cuadradas inferiores, con el mundo fenoménico reflejado en 2.520 m2 de bajorrelieves en piedra, y el escenario sin límites de las superiores es uno de los grandes logros de los arquitectos de Borobudur. Setenta y dos estupas perforadas a modo de celosías, cada una alojando una estatua de Buda en meditación, forman tres círculos escalonados en torno a la estupa que corona el monumento.

Entre volcanes y arrozales

En el horizonte se perfilan conos volcánicos y se extienden los arrozales de este vergel de Java, pero la mirada se prenda delos distintos budas y sus expresiones de beatitud, que realizan gestos rituales con las manos(mudras). Algunos tocan la tierra como símbolo de argumentación (bhumisparsha). Tres dedos extendidos expresan warada: generosidad, caridad, concesión de deseos. Dhyana (meditación) prolifera en la parte oeste. Abhaya es un gesto que transmite tranquilidad, ausencia de miedo, bendición. De Borobudur, como de tantos otros lugares sagrados, es habitual retornar más sereno y centrado de como uno llegó.

 

Siglos antes de que las grandes catedrales europeas ilustrasen los castigos del infierno y las bondades del paraíso, Borobudur expuso en piedra la cosmovisión budista. La gran estupa se halla muy próxima a otros dos pequeños templos de la llanura de Kedu: Pawon y Mendut, situados en línea recta con ella. El de Mendut, donde sí se puede entrar, tiene un monasterio cercano con alojamientos sencillos y acoge una estatua de Buda sentado al estilo europeo, con los pies sobre un loto, rodeado de Avalokitesvara y Vajrapani, dos bodhisattvas. Su mano muestra el mudra dharmachakra, que pone en marcha la rueda de la enseñanza. 

Borobudur
Foto: iStock

La celebración del Vesak

En la pasada luna llena (domingo 4 de junio) tuvo lugar en Borobudur el Vesak, la gran celebración anual que conmemora el nacimiento, la iluminación y muerte de Buda –en otros lugares de Asia se festeja en el mes lunar anterior–. Los fieles acuden a los templos para hacer ofrendas y se considera que los méritos de las prácticas espirituales realizadas ese día se multiplican cientos o miles de veces.

 

Dos jornadas antes, los monjes habrán ido a buscar el agua sagrada a la fuente del río Progo, próxima al monte Sundoro, y fuego al volcán Merapi. El 4 de junio se reunirán antes del amanecer en el templo de Mendut junto a los peregrinos y pasarán en procesión frente al de Pawon para llegar a Borobudur poco antes de las nueve de la mañana. A las 11:30, tras varias alocuciones y meditaciones, se realizarán tres circunvalaciones rituales a Borobudur. Al anochecer, infinidad de farolillos encendidos (se proporcionan a quienes se hayan inscrito previamente) volarán hacia el cielo.

Vesak Borobudur
Vesak en Borobudur

Se cuenta que ya próximo a morir, conmovido por la tristeza de su discípulo Ananda, Buda aconsejó no llorar por la desintegración de su cuerpo físico y considerar sus enseñanzas como lo único no sujeto a la ley del cambio. Y así es como se espera que un budista viva o celebre el Vesak: no tanto con ofrendas y ritos como reiterando su determinación para acrecentar su conciencia, practicar la bondad amorosa y esmerarse para traer paz a la humanidad.

El último número de Viajes National Geographic, ya a la venta y cuya portada está dedicada a Escocia, incluye un amplio artículo sobre los templos de Borobudur y Prambanan, los espectaculares volcanes de Java y los orangutanes que sobreviven en las selvas del sur de Borneo.