Rodeado por una espesa y húmeda niebla, la mañana del 24 de julio de 1911 el explorador Hiram Bingham volvía a poner sobre el mapa una ciudad abandonada y olvidada destinada a convertirse en uno de los yacimientos arqueológicos más famosos del planeta. Se trataba de las ruinas de la ciudadela inca de Machu Picchu. Poco después, en 1913, este fascinante viaje que resultó en este descubrimiento llenaba las páginas de National Geographic con un extenso reportaje sobre la expedición y el hallazgo.
Las moles andinas del pico del Machu Picchu y del Huayna Picchu han contemplado impertérritas el paso de los siglos sobre las construcciones de esta ciudad, enclavada en medio del peruano valle del río Urubamba. La altura en la que los incas decidieron ubicarla, a 2.430 metros, obliga a una previa aclimatación a todo viajero. Muchos la empiezan en la ciudad de Cuzco, el centro del antiguo imperio, desde donde también parte otro de los hitos del viaje a Machu Picchu: el Camino Inca, una senda de 43 km que une Cuzco con la deseada Puerta del Sol, la entrada a la mítica ciudadela.

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A pesar de que los españoles impusieron su dominio durante casi tres siglos, nunca llegaron a Machu Picchu. Y a día de hoy sigue siendo un misterio. Todavía hay gran parte de su significado que no ha conseguido desvelarse con exactitud, pero los estudios apuntan a que el rey inca Pachacútec mandó construir hacia 1450 un complejo que incluye edificios de carácter civil y religioso como residencia real. Sorprende la habilidad de los ingenieros para adaptar su arquitectura a la agresiva orografía, en la que predominan las pronunciadas pendientes y la irregularidad del terreno.
Larga vida a la ciudadela real
Una parte del conjunto está formada por los bancales agrícolas que proporcionaban alimento a su población, que en algunas ocasiones llegó a alcanzar los 1.000 habitantes, y que salvan la empinada ladera montañosa. El resto lo conformaban los edificios urbanos, entre los que destacan el Templo del Sol, la Residencia Real y la plaza Sagrada. Un complejo sistema de drenaje hidráulico sobre el que se asienta toda la ciudad ha garantizado la pervivencia de Machu Picchu a lo largo de los años.
Cien años después de su construcción, la ciudad de Machu Picchu había sido abandonada. Durante este periodo de tiempo, el Imperio había afrontado luchas internas que terminaron en una guerra civil y la oportuna llegada de los conquistadores a principios del siglo XVI. No sería hasta casi 400 años después que el esplendor pasado sería devuelto a este enclave. Restaurado y liberado del musgo y la vegetación bajo los que lo encontró Bingham, actualmente es principal destino arqueológico de toda América latina.