
Lyon, la elegante capital de la región Rhône-Alps, tiene de todo para gustar. Está reconocida como la capital gastronómica de Francia –lo confirman sus restaurantes gourmet y sus coquetos bistrós– y también de la seda, con tiendas y talleres que elaboran todo tipo de piezas. Además, su casco antiguo o Vieux Lyon conserva el mayor conjunto renacentista de Europa, Patrimonio de la Humanidad desde 1998. Por si fuera poco, cuenta con destacados museos y una dinámica vida cultural que en los últimos tiempos se ha extendido a la periferia. Todo suma para que la ciudad donde nacieron los hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo (1895), y el aviador Antoine de St. Exupéry, autor de El principito (1943), siga aumentando una riqueza artística que se inició con su fundación el año 43 a.C. como bastión romano.
El plano de Lyon está definido por los ríos Ródano y Saona; los bromistas dicen que hay un tercero, el del vino Beaujolais, que brota en los viñedos de las afueras. Cuando ambos cauces llegan al centro, poco antes de confluir, rodean la Presqu’île, una península urbanizada en el siglo XIX que parece una isla atrapada entre los dos ríos. En la orilla del Ródano se extiende el moderno Ensanche de Lyon, una zona de parques, avenidas y edificios nobles. En la ribera del Saona el paseo por el Vieux Lyon obliga a subir dos colinas: Fourvière y Croix Rousse. En la Edad Media, la primera era conocida como la de las plegarias mientras que la segunda era la de los artesanos. Comenzamos por la de Fourvière subiendo en funicular o por la Cuesta de Gourguillon. Desde lo alto, junto a la basílica de Notre Dame (siglo XIX), se contempla una vista de la ciudad. Notre Dame se erige en el emplazamiento de Lugdunum (siglo I a.C.), una colonia romana que llegó a ser la capital de la Galia romana. En las laderas de Fourvière aún quedan vestigios de dos teatros, foros y templos. Descendiendo hacia el río veremos varias iglesias en las orillas y la catedral de St Jean (siglos XII-XV). El templo guarda un reloj astronómico medieval cuya sonería se pone en marcha varias veces al día.
En Lyon se desarrolló una importante industria de la seda
Cruzamos el río Saona hasta la vecina colina de Croix-Rousse, donde también queda algún resto romano. La zona cobró vida a principios del siglo XIX, cuando en Lyon se desarrolló una importante industria de la seda. Hoy es un barrio bohemio, surcado por con laberínticas callejuelas a las que se asoman galerías de arte, tiendas y lofts con encanto. Los tejedores o canuts de entonces vivían y trabajaban en una misma estancia que tenía hasta cuatro metros de alto para poder albergar los telares. Las viviendas se comunicaban entre sí por los traboules, pasadizos que aún hoy comunican dos o más calles atravesando edificios.
A cinco minutos a pie de la Croix Rousse, en dirección a la Presque’île, se llega a la plaza des Terreaux. A su alrededor se acumulan las visitas: el Museo de Bellas Artes, el Ayuntamiento y la Ópera. Este edificio clásico destaca por la cubierta de acero y cristal instalada por el arquitecto Jean Nouvel en 1993, que de noche resplandece iluminada en color rojo. Caminando a través de calles flanqueadas por edificios que hablan del pasado burgués de la ciudad, se llega a la plaza Bellecour, el corazón de la Presque’île y el espacio peatonal más grande de Europa. Está cerca del Museo de los Tejidos, otra visita obligada por su colección de sedas y tapices.

En este sector de la ciudad abundan los bouchons, acogedores restaurantes de espacio escaso y raciones generosas, donde se sirven platos de salchichón caliente, croquetas de pescado y patés croûtes (bollos rellenos templados). Es imposible visitar Lyon sin entrar en uno de estos locales, cuyo nombre deriva de la palabra bouchoner, «cepillar el caballo» que antaño se ataba a la entrada. Buena parte de la materia prima que demandan los restaurantes de Lyon sale de Les Halles Paul Bocusse, el mercado dedicado al chef fundador de la nouvelle cuisine. Se alcanza en apenas 15 minutos, dejando la Presque’île por el Cours Gambetta. Lo que primero sorprende del recinto son las montañas de ostras y de verduras frescas.
El mercado queda cerca del Institut Lumière, un precioso edificio de estilo art nouveau que fue la casa familiar de los hermanos inventores del cinematógrafo. Su visita incluye un museo, el hangar que usaban para los rodajes y una sala donde proyectan películas como La llegada de un tren a la estación de Ciotat (1895), que en su día provocó la estampida de los espectadores.
No se puede abandonar la ciudad sin visitar el rejuvenecido barrio de La Confluence, donde se está fraguando el nuevo Lyon. Situado al sudoeste, cerca de donde confluyen los ríos, era hasta hace poco una zona industrial. Ahora, en cambio, incorpora equipamientos, senderos para bicicletas y centros culturales como el que aloja La Sucrière, una antigua fábrica azucarera. La pieza central de este barrio de nuevos edificios sostenibles y de diseño es el Museo de las Confluencias, abierto hace pocos meses y dedicado a ciencias y humanidades. Un lugar donde recorrer la aventura del hombre en la Tierra.
MÁS INFORMACIÓN
Cómo llegar y moverse: Desde España salen vuelos al aeropuerto de Lyon, a 24 km del centro y conectado por autobús. La Lyon City Card ofrece descuentos en transportes y en la entrada a monumentos y museos.