Asun Luján
Periodista redactora de Viajes National Geographic
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Los rayos de sol convierten la enorme llanura salina en un gran espejo cegador. Todo blanco. Con pequeños montículos de sal creados para facilitar la evaporación del agua y el transporte de la preciada mercancía. Desde Bolivia hasta Namibia en el mundo hay pocos pero enormes desiertos de sal en los que habitan aves tan majestuosas como los flamencos que hallan en las aguas saladas y en este entorno su hábitat ideal. El atardecer es el mejor momento para disfrutar de los reflejos y las luces y para obtener las fotografías más impactantes de esos infinitos y desconocidos universos.