Menorca en clave slow
Esta isla de calas turquesas, valles fértiles y ciudades de piedra blanca y reluciente es uno de los destinos más idílicos del Mediterráneo. Y lo es por su magnífico patrimonio natural y cultural. Declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, Menorca lleva décadas apostando por el turismo sostenible para preservar zonas de inmenso valor ecológico y paisajístico, vestigios arqueológicos de la milenaria cultura talayótica, tradiciones y una gastronomía basada en los productos de la isla. Recorrerla es descubrir no solo sus playas más bellas, sino también la calma de la isla, un ritmo relajado para disfrutar de la vida.
Provenza
Es el momento de contemplar los campos de lavanda en su mayor esplendor, cuando se extienden como un gran tapiz violeta por el interior de la Provenza. Esta región del sur de Francia concentra, además, numerosos vestigios de la época romana y la memoria de pintores que hallaron inspiración en sus pueblos y campos. La ruta que va de norte a sur, de Vaison-la-Romaine a Aix-en-Provence permite disfrutar de sus paisajes más memorables: los montes del Luberon, la lavanda de Sault, las ruinas de la ciudad romana de Glanum, la bella Avignon y su famoso puente, la montaña más pintada por Cézanne o el monasterio de Saint-Rémy donde Van Gogh se refugió durante un año.
Sierra de Guara
Huesca alberga un mundo de roca y agua entre el llano y las cumbres de Ordesa y el Monte Perdido. La Sierra de Guara es un gran macizo horadado por ríos que se abren paso a través de cañones que son un edén para los aficionados al barranquismo. Pero esta sierra y parque natural cuenta con otros alicientes, como el sendero de pasarelas sobre el río Vero, o los abrigos con pinturas rupestres, vías de escalada y rutas en bicicleta. Alquézar, un pueblo aupado sobre una roca que se asoma a este caudal, es la base principal para descubrir Guara. Las puertas de esta sierra caliza son por el oeste los mallos del Salto de Roldán, por el nordeste, la localidad medieval de Aínsa y por el sur, los viñedos del Somontano.
Burgos: de la capital a sus paisajes con más historia
La magnífica catedral gótica de la ciudad de Burgos es el punto de partida de un viaje por una tierra que ha sido cuna de muchas historias: del reino de Castilla y de la lengua castellana en las Merindades, de los primeros homínidos en Atapuerca, del gótico en Burgos capital… Adentrarse por sus valles y pueblos de puentes de piedra es como un viaje en el tiempo, un recorrido por un territorio que despierta en verano, cuando las plazoletas se llenan de fiestas, en los campos brillan las cerezas y apetece bañarse en un río junto a una iglesia románica.
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Hawái
Este archipiélago del Pacífico es un destino mítico por su combinación de abruptas costas tropicales, volcanes en erupción, playas veneradas por surfistas y un ancestral respeto por la tierra. Cada una de las ocho islas principales teje su propio hechizo y el viaje esencial visita al menos cuatro. La de Oahu es el punto de partida de un itinerario que incluye los indómitos cañones de la remota Kauai -en la imagen-, la frondosa costa de la isla de Maui, y finalmente la vasta y salvaje Big Island.
Capitales bálticas
Vilna (Lituania), Riga (Letonia) y Tallin (Estonia, en la imagen), las tres capitales bálticas, son un compendio perfecto de la historia de Europa oriental. Tres ciudades declaradas Patrimonio Mundial, cada una con su propia personalidad, donde se entremezcla la cultura local con las influencias alemanas, rusas, escandinavas y polacas. El viaje que enlaza estas tres joyas urbanas puede empezar en cualquiera de ellas, pero Vilna tiene una entrada medieval imponente y permite un primer contacto con la historia de estas repúblicas, cuya independencia en 1991 no fue más que la recuperación de un estatus mucho más antiguo. Castillos, iglesias, antiguas juderías, arquitectura modernista y magníficas vistas al mar Báltico.
Pompeya
La ciudad romana sepultada por el Vesubio se conserva casi como era en tiempos del Imperio Romano, cuando sus villas, templos, tabernas, termas, prostíbulos y teatros rebosaban de vida. Pasear hoy entre las ruinas de Pompeya permite descubrir mosaicos, pinturas murales y detalles de la época dorada de una civilización. El viaje puede extenderse a los pueblos del golfo de Nápoles, acercarse al volcán que ahora es un parque nacional, visitar las cercanas ruinas de Herculano o llegarse hasta la caótica y siempre fascinante Nápoles.
Siberia extremeña
Aunque su nombre haga pensar en estepas desiertas, frío y nieve, la Siberia extremeña es una tierra fértil de dehesas y bosques en los que se escucha la berrea del ciervo y un mar interior compuesto por cinco pantanos. Aquí se conserva la tradición de la trahumancia y la cría de una oveja negra que se ha convertido en un símbolo de la comarca.