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Diez curiosidades sobre el Panteón de Roma

También conocido como Panteón de Agripa, es uno de los edificios mejor conservados de la Antigua Roma.

Diez curiosidades sobre el Panteón de Roma

Roma siempre pilla desprevenido al viajero: al doblar una esquina, con frecuencia aparece un monumento del pasado que deja al visitante sin palabras. Esa es justamente la sensación que provoca el Panteón, un edificio del siglo II encajado en el corazón de la capital, rodeado por el ajetreo comercial y los cafés de la plaza de la Rotonda.

El «templo de todos los dioses» (pan, todos; theon, divinidad) debe su origen al emperador Adriano, quien entre los años 118 y 125 erigió un santuario en sustitución del templo construido por Marco Agripa el 27 a.C.; sin embargo, la inscripción del frontispicio dedicada a Agripa se mantuvo. El papa Bonifacio IV lo consagró iglesia de Santa Maria ad Martyres en el año 609. Gracias a ello sobrevivió a los saqueos medievales, aunque no a los de Urbano VIII, que en 1632 retiró el bronce del pórtico y construyó dos torres campanario, que fueron derruidas a finales del siglo XIX. El Panteón es una caja de sorpresas: con la abertura del óculo del techo y unas medidas que alojarían una esfera perfecta.

Panteón de Roma
Foto: Shutterstock
  • Óculo. Con 9 metros de diámetro, es la única abertura del edificio, además de la entrada. Deja penetrar la luz y el agua de la lluvia.
  • La cúpula. Una maravilla arquitectónica realizada con cemento y piedra porosa, sin armazón de acero. Se construyó sobre un molde de madera.
  • Capilla. Aunque el monumento ya no pertenece a la Iglesia y la entrada es libre, continúa acogiendo misas y, sobre todo, bodas.
  • Ingeniería romana. El artesonado y los arcos de la pared reducen el peso de la cúpula. Esta solución fue revolucionaria para la época y aún intriga a los estudiosos.
  • Sepulcros. A partir de 1870 en los costados se instalaron las tumbas de los reyes Vittorio Emanuele II, Umberto I y Margarita de Saboya. También la de Rafael.
  • El pavimento. De mármol, aún preserva el diseño romano. En medio, 22 orificios apenas visibles filtran el agua de la lluvia que cae del óculo.