"Call me by your lake"

Los diez lagos más bonitos de Italia

Es hora de reivindicar el potencial lacustre de un país que es mucho más que calas sureñas y maravillas patrimoniales.

En el imaginario de cualquier viajero, Italia aparece como un destino cultural lleno de ruinas, maravillas renacentistas y urbes estéticas. Si acaso, la costa Amalfitana o Cinque Terre aparecen en el mapa mental como lugares de playa sublimados por la capacidad transalpina de embellecerlo todo. Y sin embargo, cuando se pone cuesta arriba, Italia se ve salpicada por lagos de todos los colores y tamaños que son una buena alternativa estival a las playas. Estos son los más recomendables.  

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Lago di Garda

El lago más grande de Italia tiene todo cuanto se le puede pedir a un destino estival lacustre. Es decir, tiene una buen infraestructura de alojamientos, campings y hoteles, además de contar con una amplia oferta de turismo activo. Pero, más allá de su tamaño y de su oferta de ocio, lo que llama la atención de este remanso de agua es lo ancho que es en un parte baja, llegando a generar la falsa ilusión de que tiene horizonte marítimo en algunos puntos. Una sensación que lo convierte en la playa oficial de media Austria y que le aporta un punto épico a las joyas que lo rodean. Y es que poblaciones como Sirmione, Malcesine o Limone sul Garda son capaces de robarle cierto protagonismo, con sus encantos medievales, a este paisaje.

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Lago Trasimeno

El corazón de la bota no está vertebrado solo alrededor de colinas, lomas y campiñas. También cuenta con laguitos como este, donde se despliega todo el encanto de la Umbría en forma de pueblitos marineros (como Isola Maggiore, en la imagen) y de vestigios del pasado, como es el caso de la poderosa fortaleza de Catiglione. Un micro-destino encantador, muy slow y, sobre todo, que sirve como avituallamiento visual entre tanto Duomo, pizza y Cinquecento.

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Lago di Orta

Sí, el equilibrio entre espectacularidad y tamaño es posible. Y eso lo demuestra este coqueto lago que, pese a no ser tan majestuoso como sus vecinos alpinos, sí que cuenta con el magnetismo de sus riberas. La culpa de este aparente milagro es Orta San Giulio, una localidad pintoresca, amable y con una colina, el Sacro Monte, que es patrimonio de la humanidad por la UNESCO por su conjunto monumental. Eso sí, a pie de muelle también tiene mucho encanto, como demuestra la idílica estampa que se disfruta desde la pequeña isola.

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Lago di Carezza

Hay ocasiones en las que un lago se puede valorar casi más por lo que refleja que por lo que bordea. Es lo que sucede con este remanso de agua de altura. Su principal encanto, más allá del azul hipnótico de sus aguas, es cómo refleja las cimas de los Dolomitas en sus tranquilas aguas. Eso y la tranquilidad de la que puede presumir, ya que, pese a estar cerca de la carretera, todo el paraje ha sido respetado por la intromisión turística del hombre.

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Lago di Bolsena

En los últimos años, este lago de origen volcánico se ha consolidado como un lugar de descanso para muchos toscanos y romanos que buscan ponerse en contacto con la naturaleza. No obstante, más allá del auge de los agroturismos de su ribera, lo más notable de este paisaje es la isla Bisentina, una curiosa extensión de tierra donde hay casi más iglesias que casa y donde sorprende, además, la Malta dei Papi, una horrible prisión exclusiva para herejes.

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Lago di Resia

Es imposible resistirse al encanto de lo abandonado. En este caso, de lo inundado por las aguas. Y es que en este paisaje alpino han hecho de la necesidad (una represa), virtud. Y es que, cuando movieron toda la localidad de Curon Venosta para subir el nivel del lago y aprovechar más la potencia hidrográfica de su desnivel, mantuvieron su icónica iglesia como recuerdo del pasado. Hoy este campanario que emerge sobre las aguas se ha convertido en un monumento inesperado que le añade un punto fotogénico a este precioso enclave.

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Lago Iseo

La fórmula del idílico lago lombardo se pone en práctica a la perfección en este enclave: ribera monumental, aguas claras y montañas abruptas. Un cóctel que en Iseo se complementa con la tranquilidad, ya que no se encuentra dentro del típico circuito turístico alpino. No obstante, este desconocimiento generalizado resulta incomprensible cuando se circunvala su ribera y se descubren rincones como Riva di Solto o la propia Iseo.

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Lago Maggiore

Su nombre ya habla de su tamaño y de su espectacularidad, pero si por algo destaca este bello enclave es por sus islas. No obstante, antes de coger un ferry en dirección a cualquiera de ellas conviene dedicarle un rato al castillo de Rocca di Angera o a Locarno, ya en la parte suiza del lago. Y después de este aperitivo esperan las islas borromeas. O lo que es lo mismo, los palacios, parques y haciendas que esta familia aún posee en este enclave único y entre las que destaca Isola Bella y su curiosísimo jardín barroco.

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Lago di Como

El más famoso de los lagos italianos brilla por las villas que aglutina en sus riberas y por el glamour que importa de la cercana Milán. Dos razones que, a su vez, han atraído a muchos magnates que hacen que la vida en el lago sea ostentosa y brillante. No obstante, visitarlo no es algo prohibitivo ya que las líneas de ferrys que cruzan de un punto a otro son asequibles y llegan a sus localidades más emblemáticas como es el caso de Bellagio, Varenna y Mennagio.

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Lago di Bracciano

Cierra este listado este espejo en el que se refleja uno de los paisajes más bellos de las afueras de Roma. Y es que el entorno de este lago está protegido como parque natural por la variedad y riqueza de espacios que alfombran su ribera. Pero cuando no son los árboles los que se reflejan en sus aguas, lo hacen las casas de localidades como Anguillara Sabazia (en la imagen) o de Bracciano, una ciudad majestuosa coronada por el Castello Orsini-Odescalchi, uno de los escenarios preferidos para bodas de todo el mundo.

Lago Maggiore