Una de las mejores ideas que uno puede hacer cuando viaja a Italia es perderse con un coche por sus carreteras serpenteadas para acabar en alguno de los fabulosos pueblos que esconde su mapa. Italia, por su fragmentada historia y su pasión por el arte, es un cúmulo de pequeñas localidades de enorme belleza que se tropiezan casi por casualidad. Un castillo, una muralla, al menos una iglesia singular y estrechas calles empedradas donde comer en alguno de sus buenos restaurantes. Esa es la Italia, más allá de la evidencia de sus reconocidas grandes ciudades como Roma, Florencia, Venecia, Nápoles, Milán o Verona, más fascinante. Esta es una lista con una colección de pequeños enclaves escogidos desde la que conocer también comarcas menos turísticas.