Una falsa leyenda
La verdad es que esta leyenda, al igual que muchas otras que rodean la isla de Izaro, no tiene referencias históricas y, por lo tanto, pese a ser tremendamente popular entre los habitantes de Urdaibai, no podemos decir que sea cierta. Algunos afirman que muy probablemente la inventó una cuadrilla de marineros a propósito de la celebración de Madalenas y que, después, la historia se propagó con éxito por la zona.
De todos modos, pese a que esta pintoresca explicación no sea del todo real, la celebración de la propiedad de la isla de Izaro cada 22 de julio, el Día de Santa María Magdalena, y los curiosos rituales que se realizan sí lo son y merecen una visita a las localidades implicadas en tales fechas.
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Celebración en Bermeo. Foto: Turismo de Bermeo
Lanzar una teja a la isla
Cada 22 de julio por la mañana, una comitiva de barcos zarpa del puerto de Bermeo en dirección a la isla de Izaro. Acompañados por una banda de música, los bermeanos navegan en dirección a su ancestral propiedad, un peñón de 675 metros de largo y 150 metros de ancho que actualmente es el hogar de una colonia de aves marinas, entre las que se encuentran gaviotas, cormoranes, garcetas y paíños.
Al llegar a la parte trasera de la isla, los barcos se detienen y el alcalde o la alcaldesa de Bermeo lanzan una teja a las aguas, exclamando: “Haun arte helduten diez bermioko itsugiñek”. Es decir, “hasta aquí llegan las aguas (o las goteras) de Bermeo”. Después, algunos bajan a la isla para izar una bandera de Bermeo y una ikurriña, siendo las únicas personas que caminan sobre Izaro durante todo el año, ya que el acceso a la isla está completamente limitado para proteger la biodiversidad que habita en ella.
La teja es un símbolo muy importante en la tradición y mitología vasca, ya que se dice que hasta donde llega el tejado, llega la casa o la propiedad. De ahí que se utilice como elemento para delimitar un territorio. De hecho, este mismo ritual se realiza cada 28 de agosto en San Juan de Gaztelugatxe, día en que los bermeanos lanzan una teja cerca del islote para recordar a sus vecinos de Bakio que hasta ahí llega su frontera.

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Día de fiesta en Elantxobe
Después de lanzar la teja e izar las banderas, la comitiva de barcos navega hasta llegar a Elantxobe, el hermoso pueblo de pescadores ubicado en una de las laderas del monte de Ogoño, donde les esperan tanto los habitantes del pueblo como los amigos de Bermeo y Mundaka que, en vez de ir en barco, se han trasladado hasta allí en coche o autobús.
Una vez en Elantxobe, el alcalde de este lugar le entrega al de Bermeo el makila (o bastón de mando), cediéndole su poder durante aquel día. Luego, todos se dirigen a una de las plazas de Elantxobe, donde un grupo de dantzaris dedican un baile a los bermeanos como símbolo de bienvenida.
Después, la fiesta se traslada al puerto. El ambiente en los bares, los muelles e incluso en el agua, donde algunos se bañan, es jolgorioso y contrasta con la calma que persiste en el pueblo durante el resto del año. Ni la música ni las bandejas de pintxos que salen de las cocinas de los bares del puerto se detienen en ningún momento, al igual que los típicos kalimotxos que, durante este día en Elantxobe, incluso se venden en botellas de plástico de un litro.
Hacia las seis de la tarde, el barco oficial de Bermeo se despide de sus vecinos de Elantxobe y zarpa de vuelta hacia el oeste de Urdaibai. Sin embargo, la gran mayoría de los que celebran Madalenas se quedan en el pueblo de Ogoño, donde la fiesta se alargará hasta altas horas de la madrugada.

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Parada en Mundaka, de regreso a Bermeo
En su camino de vuelta, los bermeanos se detienen en Mundaka para hacer una visita de cortesía. El alcalde los recibe con la misma alegría que en Elantxobe y, del mismo modo, les entrega el makila para que el alcalde de Bermeo lo tenga durante unas horas. Seguidamente, otro grupo de dantzaris bailan un aurresku frente a la Casa Consistorial, traspasando así la fiesta a Mundaka.
Después, la comitiva de Barcos navega de nuevo hasta llegar a su puerto, donde los que se han quedado en tierra los esperan con las manos abiertas y con ganas de seguir festejando durante toda la noche, en esta celebración de hermanamiento entre Bermeo, Mundaka y Elantxobe.
Cualquiera que se quiera unir a la fiesta está invitado. Eso sí, es importante recordar y seguir el código de vestimenta adecuado para el día de Madalenas: ropa de arrantzale, prendas de mahón oscuro y pañuelo al cuello. Solo así, con los colores del Cantábrico, se puede celebrar esta memorable fiesta de tradición marinera.