NAMUR
La Ciudadela de Namur es la imponente fortaleza de la capital valona, que desde un alto roquedo domina la ciudad y la confluencia del río Mosa con el Sambre. Esta posición estratégica, en el cruce de varias vías de comunicación, la convirtió desde el medievo en un importante bastión. Su papel era defender y vigilar este paso fluvial y comercial, que fue creciendo como otros del Mosa con sus casitas de colores alineadas frente al río. Objeto de deseo durante siglos, la fortificación se halla a 190 metros de altura y formó parte de la línea defensiva de los llamados «puestos subsidiarios», que protegían Namur y el curso del Mosa para evitar que la ciudad fuera atacada. Con cimientos que se remontan a la época romana, la ciudadela original databa del año 937, alcanzando su extensión actual entre 1631 y 1675, cuando fue remodelada por el ingeniero Vauban, el más afamado del reino de Borgoña, tras el asedio holandés de 1692 que la arrasó. En época medieval comprendía dos conjuntos: el propio castillo y un muro de presa con altas torres, que posteriormente fueron unificados. La visita al recinto que se realiza en la actualidad muestra la que fuera la residencia de los condes y gobernantes de Namur, que incluye una colegiata con las casas de los canónigos, varias aulas, una torre principal, una panadería, una bodega, establos, una cetrería, pozos y depósitos de agua… Más allá, el foso de protección, defendido por torreones. Sobresalen asimismo las galerías subterráneas de la ciudadela, a las que Napoleón llamó el «termitero de Europa»; actualmente se pueden recorrer hasta 500 metros de túneles restaurados, en una visita que sumerge en las entrañas de Namur. El monumento está clasificado como «Patrimonio Mayor de Valonia» y forma parte de las llamadas «Ciudadelas del Mosa».
Y sin salir de Namur, a las puertas de la capital de Valonia se puede visitar otro de los monumentos de la ribera del Mosa, el castillo de Beez que, en su origen en el siglo XVIII, fue construido en un idílico paraje junto al río. Hoy ha sido convertido en un alojamiento palaciego exclusivo donde es posible alojarse o simplemente acudir para disfrutar de su oferta gastronómica.

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DINANT
30 km al sur de Namur, también con sus edificios de colores en fila a orillas del río, se halla Dinant, apodada la Perla del Mosa. A pie de agua la distingue la Colegiata de Notre-Dame (siglo XIII) y, sobre esta, dominando el conjunto, su robusta ciudadela. Ambos monumentos se pueden contemplar dando un relajado paseo en barco por río. Centrándose en su ciudadela fortificada, esta corona un oscuro afloramiento que protege con orgullo la localidad valona. El monumento se remonta al siglo XI cuando era un bastión construido por el príncipe obispo de Lieja, el primero con función estratégica en el cauce del Mosa. En 1466, junto con la ciudad, fue quemado y destruido, y reconstruido en el siglo XVI. A inicios del XIX, la zona estaba dominada por los holandeses, que querían fortificar sus nuevos territorios. Se puede alcanzar subiendo los 408 escalones de piedra o con un teleférico, que ofrece vistas magníficas. El paseo que se realiza por el interior transporta a la vida de una guarnición militar, con caballerizas, cocina con horno de pan, una forja, celdas de prisión y dormitorios que fueron usados hasta la Primera Guerra Mundial. Incluye una tétrica Sala de la Guillotina, que conserva la mesa donde el convicto ponía su mano culpable para ser cortada, antes de ser enviado a la guillotina.

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VÊVES
Situado a 10 minutos escasos de Dinant, el castillo de cuento de hadas del pueblo de Celles, conocido como Château de Vêves, está catalogado como Monumento Excepcional de Bélgica y es uno de los ejemplos notables de la arquitectura defensiva valona del siglo XV, representada en la región por otros castillos como el de Beloil. Según la tradición y las crónicas antiguas, un primitivo bastión fue erigido en época del terrateniente Pipino de Herstal (670-714), quien lo mandó crear atraído por la estratégica ubicación, en una colina desde la que se dominaba el curso del Mosa y la ruta por tierra de Dinant a Rochefort. El castillo tuvo una agitada historia durante la Edad Media, hasta llegar al Renacimiento cuando se dio su remodelación palaciega bajo los auspicios de Luis XV de Francia, que lo culminó con sus torres cónicas de princesa. Aún habitado por la familia propietaria, ofrece jornadas de puertas abiertas que permiten descubrir el interior totalmente amueblado y con sus elegantes escalinatas, galerías, salones, gabinetes y una capilla.

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FREŸR
Desde Vêves, solo una decena de kilómetros distan del castillo de Freÿr,también construido a orillas del Mosa, hoy en la localidad de Waulsort. En el medievo fue un bastión cedido por el conde de Namur a Jean de Rochefort, quien empezó a ampliarlo como también harían sus herederos, aportando entre todos el aspecto más palaciego que hoy se contempla. Durante el siglo XVII se añadieron tres alas que conformaron su planta cuadrada. La decoración del interior que se admira en visitas guiadas descubre cómo se vivía en una residencia estival de un noble del siglo XVIII. Sus salas principales están decoradas con frescos de Frans Snyders e incluye una capilla rococó y un amplio comedor presidido por una magnífica chimenea renacentista creada para compensar la humedad del cercano Mosa. El recorrido por sus estancias muestra recuerdos legados por invitados reales como Luis XIV de Francia o la archiduquesa María Christina, hija mayor de la emperatriz María Teresa de Austria. Y una curiosidad: se dice que en la sala donde se firmó el Tratado de Freÿr (1675), que definía fronteras entre España, Francia y Lieja, se sirvió por vez primera café en Bélgica. La visita al castillo de Freÿr no estaría completa sin disfrutar de sus jardines, considerados el ejemplo más puramente francés conservado en Valonia.

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WALZIN
Entre Vêves y Freÿr, con vistas en el horizonte al valle que surca el río Mosa, se asienta en el pueblecito de Walzin este castillo originario del siglo XI. El vertiginoso bastión corona un roquedo casi vertical que se eleva desde el modesto arroyo Lesse. El monumento, de exterior reformado en estilo neogótico, se alza sobre esta mole vertiginosa, unos 5 km antes de que confluyan ambos cursos fluviales. Entre sus cauces se realizan paseos en kayak que permiten disfrutar de los paisajes y fortalezas de la zona. Una forma idílica de acercarse a este castillo es por el sendero de 5 km que desde Walzin bordea el Lesse y surca el bosque de Chaleux. El conjunto conserva de su origen la Torre del Homenaje, con muros de 1,70 metros a 3,30 metros de espesor. El château ha conocido épocas de decadencia y prosperidad, siendo reconstruido en estilos distintos a lo largo de su historia, sobre todo tras los asedios de los franceses en 1446, de los austriacos en 1489, y un devastador incendio de nuevo por parte del ejército francés en 1554. A mitad del siglo XIX, lo adquirió el barón Alfred Brugmann, rico banquero nacido en Bruselas, quien realizó modificaciones, principalmente en un estilo ecléctico hispano-flamenco. Su visita debe incluir los jardines que lo abrazan, diseñados por el belga Louis Julien Breydel, responsable asimismo del Jardín Botánico de Bruselas.

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JEHAY
Al este de la capital valona de Namur, en el municipio de Amay, se erige el castillo de Jehay, con su muro ajedrezado y sus colecciones prestigiosas. La mayor parte de la estructura actual data de principios del siglo XVI. De su predecesor medieval solo quedan los sótanos abovedados de la Torre del Homenaje, del siglo XIII. En el XIX, el reputado arquitecto Alphonse Balat renovó y amplió el castillo en un sobrio estilo neogótico. El interior exhibe mobiliario antiguo, tapices, instrumentos musicales, pinturas y objetos de arte. Desde el siglo XVII, el castillo era propiedad de los condes van den Steen de Jehay, hasta la muerte del último conde en 1999. Fue esta familia la que mantuvo la finca durante 280 años y le dio el esplendor que hoy se admira. Desde el año 2000, la Provincia de Lieja, hoy propietaria del monumento, ha acometido muchas reformas.

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MODAVE
El castillo conocido como de los condes de Marchin es una residencia palaciega situada cerca del pueblo de Modave, en la provincia valona de Lieja, unos 20 km al sur de Jehey. La parte más antigua que se conserva, el torreón, fue erigido sobre una roca estratégica con vistas a valle del río Hoyoux y del Mosa. Las partes medievales aún visibles datan del siglo XIII y fueron erigidas por los sucesivos dueños del Señorío de Modave. En el XVI, el castillo y la finca que lo rodea pasaron a ser propiedad de otras familias influyentes de la región, como los Haultepenne, los Saint-Fontaine y finalmente los Marchin. De estos, el primer propietario fue Jean-Gaspard-Ferdinand de Marchin (1601-1673), un famoso comandante militar, que adquirió la fortaleza medieval y la transformó en una residencia barroca. Abandonado décadas después por uno de los descendientes, en el siglo XIX fue adquirido por la Compañía Intercomunal de Agua de Bruselas en 1941, para proteger el monumento y las importantes cuencas hidrográficas del parque que engloba. Actualmente se pueden descubrir más de 25 salas con las visitas guiadas o acudiendo a los conciertos y eventos que allí se realizan. El monumento destaca por sus interiores espléndidamente conservados, decorados con estucos del siglo XVII y mobiliario de época. Una de las salas conserva una rueda hidráulica construida por el maestro de carpintería Renkin Sualem.

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ANNEVOIE
A una veintena de kilómetros de Namur se localiza este castillo, uno de los monumentos históricos más bellos erigidos en el valle del Mosa, hoy en el pueblo de Annevoie-Rouillon, del municipio de Anhée. Fue creado en el siglo XVIII por la aristócrata familia Montpellier, de la que ya se habla en documentos del siglo XV como maestros de la entonces floreciente industria de la forja. Hasta diez generaciones han contribuido a la preservación del lugar. Aunque el interior no puede visitarse, Annevoie es muy popular por sus extensos jardines con juegos de agua, los únicos en su tipología de toda Bélgica, que fueron creando los miembros de la familia tras sus viajes por Europa. Abrieron al público en 1930 y en 1982 fueron declarados Monumento Histórico. Los jardines de Annevoie invitan a disfrutar de un agradable paseo entre parterres creados en diversos estilos: el delicado francés, el fantasioso italiano y el romántico inglés. El agua fluye por este parque y vergel gracias a cascadas y desniveles que regalan remansos de paz, saltos de agua y recodos con surtidores y fuentes sorpresa. El año 2017, los jardines y el castillo fueron adquiridos por la fundación Domaine Historique du Château et des Jardins d’Annevoie, cuyo objetivo es restaurar y preservar este monumento nacional.