Pirineo monumental

El pueblo con dos patrimonios de la humanidad y solo 82 habitantes

Los dos templos que alberga esta pequeña villa pirenaica son parte del conjunto de iglesias románicas de la Vall de Boí declaradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

durro y su iglesia

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durro y su iglesia

La Vall de Boí es un lugar mágico, un paraíso de pequeños valles que durante siglos permanecieron aislados y protegidos por sus montañas y que hoy es la puerta de entrada al reino natural de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, un parque nacional de cifras superlativas, modelado por los glaciares del cuaternario y coronado por varias cumbres que superan los 3.000 metros de altura. Tal vez no sea un territorio muy  extenso, pero está lleno de atractivos:  pueblos seductores y ricos en tradiciones, nieve perfecta para el esquí, gastronomía de alta montaña...y mucha naturaleza.

Además, en su territorio se encuentra un patrimonio único de iglesias reconocido por la Unesco por ser el «testimonio del intercambio cultural en la Europa medieval». Fue hace mil años, en tiempos de los señores feudales, cuando la poderosa familia Erill decidió en este valle hacer una demostración de su poderío y contentar a sus aliados de la jerarquía eclesiástica. Así, contrataron a picapedreros, maestros de obra y artesanos para construir en pocas décadas, ocho iglesias y una ermita. Estos edificios, que se construyeron siguiendo el estilo de moda de la época, el románico lombardo, han sobrevivido al paso del tiempo y siguen luciendo casi del mismo modo a como fueron concebidos.

Esta idiosincrasia de la Vall de Boí queda impregna todos los rincones de Durro, un pequeño pueblo de Lleida que, con tan solo 87 vecinos (según los datos del INE el 1 de enero de 2022), ostenta el mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por habitante. Destaca así como uno de los pueblos con Patrimonio de la Humanidad más singulares de España.

Durro
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Las responsables de este récord son dos de aquellas iglesias que ordenaron levantar los Erill: la iglesia de la Natividad y la ermita de Sant Quirc, testimonios en piedra de la importancia del pueblo de Durro durante la Edad Media. Ambas son representativas de uno de los legados románicos más relevantes de Europa, el de las iglesias románicas de la Vall de Boí, un conjunto único en el mundo formado por nueve templos erigidos durante los siglos XII y XIII. Todas ellas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 20 de noviembre del año 2000 debido a su importancia histórica y cultural y a su notable estado de conservación. 

Dos patrimonio de la humanidad para 87 vecinos

Emplazada en el centro del pueblo, la iglesia de la Natividad (s. XIII) es un ejemplo excepcional por las grandes proporciones de la nave, el campanario, la portada esculpida y el pórtico, así como por la excepcionalidad de las dos capillas góticas y la sacristía barroca, que se añadieron durante las remodelaciones que sufrió la iglesia entre los siglos XVI y XVIII.

Un poco más alejada, en la montaña de Durro asoma la ermita de San Quirce (en catalán, de Sant Quirc), que data del s. XII y se encuentra a 1.500 metros de altitud. De dimensiones reducidas, en su interior se percibe la huella de los diferentes momentos artísticos con el altar románico, la imagen de estilo gótico de Sant Quirc y Santa Julita y el retablo barroco. Desde su emplazamiento se disfruta de una panorámica del valle pirenaico.

durro y su iglesia
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Más allá de ambos templos religiosos, Durro destaca por poseer una estructura urbana que mantiene intacto el aspecto de la villa ganadera con un casco antiguo abrupto y casas agrícolas. Se caracteriza por sus calles medievales, empedradas y tranquilas que invitan a disfrutar de un paseo relajado.

Mucho más románico

Las iglesias de la Vall de Boí presentan campanarios similares que parecen competir con las altas montañas: son esbeltas torres de planta cuadrada que cumplían la función de comunicación y vigilancia. Diríase que es el elemento más característico de este románico. Destaca el campanario de Santa Eulàlia en Erill La Vall, que se caracteriza por su altura y sus ventanas geminadas. Erill la Vall acoge además el imprescindible Centro de Interpretación del Románico, encargado de gestionar e informar sobre este patrimonio monumental del valle. No es necesario ser un experto en arte para apreciarlo, solo hay que pasarse un rato en este centro interpretativo para hacerse con los hitos y conceptos más imprescindibles para comprender todo lo que tiene que ver tanto con los aspectos artísticos y arquitectónicos, como con los aspectos clave del tipo de sociedad que había en aquellos siglos en el valle.

Sant Climent de Taüll

Para quienes ocho iglesias les parezca un mundo demasiado amplio, hay tres paradas imprescindibles: Sant Climent de Taüll, Santa María de Taüll (acceso gratuito) y Sant Joan de Boí. Es cierto que desde fuera, Sant Joan de Boí puede llegar a decepcionar en comparación con las otras dos iglesias, pero una vez dentro, los restos de pinturas murales que representan las profecías y criaturas del bestiario medieval devuelven la admiración a los viajeros.

Y EL TESORO DE SANT CLIMENT

Sant Climent de Taüll es la joya de la corona del románico en la Vall de Boí. Ubicada a 1.482 metros de altura, su espectacular Pantocrator descansa bien cuidado en el MNAC de Barcelona; pero esta iglesia ofrece un innovador sistema de video mapping que restituye las pinturas originales proyectándolas sobre el ábside desnudo. Esto permite una inmersión fascinante en la atmósfera medieval, experimentar cómo era la iglesia en su estado original, así como del proceso de creación de la misma. Durro y Vall de Boí son un lugar mágico que no hay que perderse si se quiere disfrutar del arte y la cultura catalanas más sorprendentes.

 

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