El mapa de Bolivia se distribuye entre el verde de su extensión boscosa, que alcanza la selva Amazónica, y el pardo de sus cordilleras en la región Subandina y Andina. En este último, también aparece el azul de los lagos Titicaca y Poopo, y el blanco de los salares de Coipasa y de Uyuni, el de mayor extensión continua del mundo. En este último, también conocido como salar de Tapuna, el viajero topa con un mar de nubes, donde el cielo y la tierra parecen confundirse.
Emplazado en el sureste de Bolivia, el desierto de sal de Uyuni es una de las maravillas naturales de Sudamérica que se extiende a lo largo de 10.582 km² en el departamento de Potosí, dentro de la región altiplánica de la cordillera de los Andes. Concretamente a 3.656 metros de altitud, ocupa la extensión donde justo hace 40.000 años se encontraba un lago prehistórico que se secaba estacionalmente, conocido primero como lago de Minchinnota y posteriormente de Tauca o Tauka.
A lo largo y ancho de su extensión y de sus 120 metros de profundidad, se calcula que atesora 10.000 millones de toneladas de sal aproximadamente, repartidas en once capas que varían de espesor y pueden alcanzar los 10 metros en la superficie. El fondo de la salina se compone, por su parte, de barro y capas de salmuera superpuestas, compuesta por minerales como el potasio, el magnesio o el litio. De hecho, el salar de Uyuni conforma junto al de Atacama y del Hombre Muerto el triángulo de litio, la mayor reserva de la tierra.

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Visitado por una media de 300.000 turistas anuales, aparte de ofrecer uno de los paisajes más espectaculares del mundo, cuenta con varias atracciones que lo hacen todavía más interesante. A unos 3 km al sur de la ciudad de Uyuni se encuentra el cementerio de trenes, donde convoyes abandonados y piezas de antiguas locomotoras a vapor dejadas a su suerte conforman una de las visitas más curiosas de Bolivia.
A pocos kilómetros de Uyuni también se encuentra el pueblo de Colchani, donde una cooperativa de extracción de sal, un pequeño museo y un mercado para comprar productos elaborados con sal, completan la visita a este desierto. Desde allí, la visita se puede desviar por el Hotel de Sal, la Isla Pescado o la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa, donde subir hasta el mirador del Volcán Ollagüe.
El árbol de Piedra, las lagunas Hedionda, Chiar Kkota, Honda y Colorada, los géiseres Sol de Mañana, los Baños Termales, Laguna Verde y el Volcán Licancabur ofrecen todavía más alicientes al salar más extenso del mundo.
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