El río más largo de Francia traza un recorrido serpenteante por poblaciones medievales, castillos y viñas que explican la historia del Valle del Loira, un territorio incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Mayormente construidos durante el Renacimiento -alrededor de los siglos XV y XVI cuando la corte de los reyes de Francia se instaló en el valle-, todas y cada una de las impresionantes fortalezas del Loira esconden tesoros e historias dignas de ser contadas.
Una de las principales es Sully-sur-Loire, la más oriental del Valle del Loira, donde en 1492 Juana de Arco se entrevistó con el futuro rey Carlos VII de Francia. También fue aquí donde ya en el siglo XVIII, entre 1716 y 1719, Voltaire escribió y representó sus primeras obras en la gran Sala de Honor. Esta fortaleza medieval, clasificada como monumento histórico en 1928, todavía mantiene su singularidad gracias a su ancho foso con agua, su torre del homenaje y sus atalayas cónicas.
Rodeado de viñedos, el castillo renacentista de Cheverny se erigió en el siglo XVII sobre los cimientos de un castillo medieval. Después de pasar por salas decoradas con tapices y cuadros, entre los que se encuentra un Tiziano y una serie de pinturas sobre El Quijote, hoy la visita también se adentra al mundo de Tintin con una exposición en la antigua forja, rindiendo homenaje al personaje de Hergé, quien se inspiró en el castillo de Cheverny para crear Moulinsart, el castillo heredado por el capitán Haddock. A pocos metros del recinto, además, se pueden degustar los vinos de las denominaciones de origen Cheverny y Cour-Cheverny.

Photo by Dorian Mongel on Unsplash
Muy cerca, Blois se alza como un claro ejemplo de residencia de la monarquía, ya que por él pasaron siete reyes y diez reinas de Francia, entre los que se encuentran Luis XII, Francisco I y Enrique III, que legaron al palacio una colección de pinturas que hoy se puede disfrutar paseando por sus salas. En la actualidad, alberga más de 35.000 obras de arte, muchas de las cuales se exhiben en las dependencias de Francisco I.
El más grande de los castillos del Renacimiento francés, Chambord, se caracteriza por su torreón cuadrado flanqueado por cuatro torres. Los elementos decorativos, por su parte, beben del Renacimiento italiano, entre los que destaca la escalera helicoidal, atribuida a Leonardo da Vinci. Visitar este château significa adentrarse en sus 5400 hectáreas entre jardines, un canal navegable, pastos, una mansión...

Foto: iStock
A Chenonceau, ubicado a orillas del afluente Cher, se lo conoce como el Castillo de las Damas, ya que fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet, embellecido por Diana de Poitiers y por Catalina de Médici y mantenido durante la revolución por la Señora Dupin. Hoy, alberga una espectacular colección con pinturas de Murillo, Tintoretto, Rubens y tapices de Flandes del siglo XVI.
Hay que ir hasta Amboise para encontrarse con Leonardo da Vinci, ya que en la capilla de este castillo reposan los restos del genio italiano, quien residió hasta su muerte en la cercana villa de Clos-Lucé invitado por el rey Francisco I. Enclavado sobre un promontorio, el castillo de la ciudad de Amboise sirvió de prisión bajo el reinado de Luis XIV.

Photo by Dorian Mongel on Unsplash
Plantados sobre cuatro terrazas superpuestas, los coloridos jardines de Villandry se unen a la grandiosidad de este castillo erigido por Juan el bretón. En 1906, el castillo lo compró el doctor Joachim Carvallo, nacido en España, quien creó los actuales jardines en plena armonía con la arquitectura del Renacimiento, que en la actualidad motivan un viaje hasta este rincón del Loira.
Esta ruta culmina en Saumur, que desde el siglo XIV domina un amplio tramo del río y la ciudad que se extiende a sus pies. Tras sucesivas restauraciones después de la Segunda Guerra Mundial, hoy brilla con el mismo aspecto de antaño.
Para leer más: