Belleza cantábrica

Entre orquídeas y un islote: así son las bellísimas playas gemelas de Asturias

Enclavadas en un entorno de gran belleza, son un claro exponente de la belleza de la Costa Oriental de Asturias.

Antes de pisar la arena de la playa de Ballota, conviene llegar primero hasta el mirador de La Boriza. Probablemente sea uno de los miradores naturales más espectaculares de todo el litoral español. A modo de un balcón natural, permite contemplar a vista de pájaro el entorno: la extensa alfombra de los pastizales y acebuchales que ocupan la rasa —así se conoce a la llanura entre el mar y las montañas de Los Picos de Europa— lleva el verde hasta prácticamente el borde del azul cantábrico. La abundante flora, con el asfódelo blanco y una gran cantidad de orquídeas como protagonistas, salpica color aquí y allí con pequeñas pinceladas.

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Desde arriba, las playas de Ballota y Andrín se ven como dos arenales gemelos. No sorprende que Gonzalo Suárez le sacará partido a este escenario playero para rodar algunas escenas memorables de su película, Remando al viento (1988). La mole pétrea del islote El Castillo domina el encuadre de la panorámica. Se trata de un vigía al que acuden a anidar gaviotas patiamarillas y del paíño europeo. Su ubicación estratégica en la boca de la playa hace que Ballota reciba menos oleaje que su gemela más surfera, además de brindar un baño con una de las vistas más excepcionales del Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias. En ningún otro punto los Picos de Europa se encuentran tan próximos al Cantábrico.

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Un crestón calizo divide la playa en dos como si fuera una mampara. Dicen que separa a los bañistas textiles de los nudistas, pero la verdad es que después se mezclan todos sin pudor donde buenamente cada uno escoge. 

Playa Ballota y Andrín están apenas separadas por punta el Pandón, una pizarra geológica que muestra los pliegues de la falla en los tonos de las calizas rojas, de las cuarcitas y del óxido típicos de la Costa Quebrada. La de Andrín es famosa entre surferos que buscan buenas olas en el Cantábrico. En cambio, playa Ballota es la hermana tranquila, con una arena fina muy agradable de pisar.  

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Como toda generalización, esto hay que tomarlo con cierta precaución. Sobre todo cuando el Cantábrico se activa con la pleamar. Entonces, la media luna de arena blanca desaparece bajo la espuma que produce el oleaje. Será el momento de contemplar uno de los fenómenos naturales más espectacular del litoral de Llanes: el famoso bufón de Santa Clara, que aparece como un enorme géiser de agua salada que se eleva varios metros. 

Hay que pasar Cué para poder ver este espectáculo natural en todo su apogeo. Cuando las condiciones del mar son las propicias durante pleamar, entonces se divisa esta especie de géiser de agua salada que salta varios metros (hasta unos 20 metros de altura) por encima del acantilado, casi, diríase, como el chorro de una ballena gigantesca. 

 

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Playa Ballota se encuentra muy cerca de Llanes. La costa llanisca es un universo playero de más de 30 playas por donde ir saltando al antojo. La roca calcárea es la singular marca geológica de este litoral donde se despliega un abanico de arcos, bufones, puentes, playas escondidas y acantilados acuchillados a lo largo de medio centenar de kilómetros que tienen a Llanes como base de exploración. De herencia medieval, Llanes es playa, patrimonio y callejeo.