Jamón, jamón

La escapada de la semana: Sierra de Aracena

Hay una Huelva que no mira al mar, sino a su sierra donde pueblos y dehesas crean un perfecto collage.

En el norte de Huelva, la tierra se pliega y gana altura. Encinas, alcornoques, robles y castaños alfombran el lugar fronterizo donde acaba Andalucía, Extremadura comienza, y el Alentejo portugués se extiende hacia el oeste. A la sierra de Aracena se va a propósito, no es un cruce de caminos ni un lugar de paso. Sin embargo, llegar a ella resulta muy atractivo: desde la costa onubense, allí donde están el Parque Nacional de Doñana y las últimas playas vírgenes de España, se siguen carreteras que trepan hacia el norte de la provincia, cruzan las rojizas aguas del río Tinto, orillan los históricos núcleos mineros de Andévalo y visitan los pueblos de arquitectura blanca que motean la comarca.

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iStock-969465668. Tiempos turbulentos

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Tiempos turbulentos

La mayoría de las localidades de esta serranía están coronadas por fortalezas que defendieron el territorio contra amenazas invasoras del pasado. Aracena, Alájar, Almonaster la Real o Cortegana (en la imagen) son algunos núcleos monumentales de esta ruta que discurre por uno de los parques naturales más bellos de Andalucía: Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Cumbres Mayores y Jabugo son los hitos gastronómicos del viaje, famosos por los jamones ibéricos de pata negra que se elaboran junto a paletillas, chorizos o lomos curados con los fríos vientos de esta raya fronteriza.

iStock-960222034. En profundidad

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En profundidad

El pueblo de Aracena da nombre a la sierra y es la capital de la comarca homónima. Desde las almenas y arcos de su castillo templario hay una de las panorámicas más amplias de la provincia, con los pueblos como motas blancas que destacan a lo lejos, entre los altozanos, las dehesas y las praderas. El monte donde se alza la fortificación está horadado por dentro, se puede entrar en él a través de la Gruta de las Maravillas, una bella sucesión de galerías y lagos subterráneos donde reinan el misterio, la oscuridad y el silencio.

iStock-960748854. Mudéjar y decimonónica

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Mudéjar y decimonónica

Aracena atesora la iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor y varias ermitas mudéjares. En su plaza Mayor hay edificios decimonónicos, como el Casino de Arias Montano, obra del sevillano Aníbal González (1876-1929), referente en la arquitectura de su época.

linares-de-la-sierra-small-town-in-spain-picture-id897013078. Formas juguetonas

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Formas juguetonas

Desde Aracena la carretera conduce a Linares de la Sierra, donde los vecinos han dibujado empedrados en sus calles y zaguanes de piedra bicolor. Recuerdan la tradición de los mosaicos romanos.

iStock-465048528 (1). Una montaña mágica

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La montaña mágica

La ruta continúa flanqueada por nogales hasta Alájar, nombre que significa “piedra” en árabe. En otro tiempo fue una atalaya desde donde se vigilaba la frontera. Alájar cobró un aura mágica cuando se empezaron a difundir historias asombrosas ambientadas en la peña de Arias Montano, que domina el pueblo. La mole, cuyo nombre recuerda al consejero del rey Felipe ii que se retiró aquí para estudiar la Biblia, está horadada por grutas con un difícil acceso. En ellas discurren una buena parte de las leyendas que han convertido

Alájar en un enclave destacado en la Ruta de la Andalucía Mágica, con varios hitos en Huelva.

Sobre el cerro que corona Alájar se erigió la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, luminosa, blanca y rematada por una espadaña. En un camerín del interior se guarda una talla del siglo xiii que cada septiembre sale en romería por los caminos de la montaña.

iStock-526214569. Una mezquita en la cima

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Una mezquita en la cima

Almonaster la Real es otro pueblo blanco. En su cumbre se eleva una joya: la antigua mezquita aljama. Los alarifes de la mezquita utilizaron columnas y capiteles romanos y visigodos para su construcción. Entre sus piezas más valiosas figura el mihrab, del siglo ix. El recinto, repartido en cinco naves con arcos de herradura, acoge actividades culturales en la actualidad.

Castaño de Robledo. Dos bosques y un pueblo

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Dos bosques y un pueblo

En este punto de la ruta, el paisaje se rasga en barrancos por los que descienden arroyos y trepan caminos. Uno lleva a Castaño del Robledo, otro enclave fortificado. El pueblo adopta el nombre de los dos árboles más emblemáticos de la comarca. En el siglo xv, cuando se inició el asentamiento, los pobladores sustituyeron los autóctonos robledales por el cultivo del castaño. Como legado, el pueblo posee algunos de los castañares más ancianos de la provincia.

iStock-545652836. Dehesas y más dehesas

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Dehesas y más dehesas

Conviene no abandonar la sierra de Aracena sin pasear por sus dehesas y ver al marrano ibérico en libertad, o sin visitar los secaderos de jamón del pueblo de Jabugo. El norte de Huelva encabeza una Denominación de Origen que distingue los mejores perniles de los cerdos de pata negra. No hay restaurante, venta o posada que no argumente su cocina con el mejor ibérico, acompañado siempre por los vinos de la D.O. Condado de Huelva.