La ciudad de las mil puertas

Viaje a la medina más grande del mundo

Fez no es solo la urbe más antigua de Marruecos, es un laberinto de zocos, callejuelas, puertas, olores y muchos tesoros.

Fez: viaje a la Medina más grande del mundo

Hacia el año 790, Idris I fundó en el corazón de Marruecos la ciudad de Fez, la cual no solo se convertiría en su residencia, sino también en el corazón espiritual del islam y la urbe más importante de Marruecos. Perteneciente al exclusivo “club” de cuatro ciudades imperiales completado por Rabat, Meknes y Marrakech, Fez continúa evocando la exuberancia e hipnotismo dignos de la capital más antigua de Marruecos. Un destino dividido entre dos Medinas (o ciudades antiguas) que respiran una tradición genuina y enigmática, de tantas puertas como colores diluidos en sus calles laberínticas.

1 /8
iStock-649033170. Todos los caminos llevan a la puerta azul

Foto: iStock

1 / 8

Todos los caminos llevan a la puerta azul

La ciudad de Fez queda divida en tres zonas diferenciadas: Fez el-Jdid, lugar que aglutina el Mellah (nombre con el que se conoce a La Judería); la Ciudad Nueva, donde se estilan los cafés parisinos nacidos en los tiempos de la colonización y, especialmente, la Medina Fez-el Bali, la zona más antigua de la ciudad rodeada de murallas que alcanzan hasta los 15 kilómetros de extensión. Esta última, en concreto, supone la principal atracción a la hora de perderse en la esencia que vinimos a buscar a ese exótico Marruecos desde el primer momento en que atravieses Bab Bou Jeloud, la icónica puerta de entrada a la Medina, también conocida como Puerta Azul.

iStock-653452628 (1). El aroma de los colores

Foto: iStock

2 / 8

El aroma de los colores

Designada Patrimonio de la Unesco dada su condición como zona peatonal más grande del mundo, la Medina de Fez conforma una celosía urbana de 9.000 callejones donde se forja un paraíso del comercio y el regateo: artesanos elaborando lazos de miel, gallos vivos esperando su turno en la carnicería, o puestos de especias, alfombras y babuchas donde, a diferencia de otras ciudades como Marrakech en las que el comerciante es más intrusivo, aquí un amable “No” es suficiente ante la insistencia. Matices que encierran cientos de aromas, sabores y colores, como bien demuestra uno de sus secretos mejor guardados: la Calle Arco Iris, un trayecto de adoquines multicolor que une las calles Talaa es-Seghira y Taala el-Kebira, las dos principales arterias de la Medina de Fez.

iStock-658469194. Esplendor marroquí

Foto: iStock

3 / 8

Esplendor marroquí

Más allá de su componente comercial, Fez-el Bali encierra algunos de los monumentos más importantes de la ciudad: la gran Madraza Bou Inania, epicentro del estudio coránico, o la también obligada Mezquita Karaoine, dotada de más de 320.000 obras y considerada como la más grande de Marruecos hasta la apertura de la Mezquita de Hassan II de Casablanca. Además, también puedes refrescarte de los estímulos del camino en una de las típicas fuentes de mosaicos de Fez, siendo la Fuente de Nejjarine la más antigua de la ciudad.

iStock-481836178. Huele a camello encerrado

Foto: iStock

4 / 8

Huele a camello encerrado

Pero será allí, en algún lugar donde la Medina se retuerce, cuando cierto aroma no muy agradable te avise. A continuación, alguien te llevará entre calles que se estrechan aún más y subirás las escaleras que te descubrirán la presencia del secreto mejor guardada de Fez: la Curtidería Chouwara, un espectáculo de tintes naturales alimentados con excremento de pichón en los que diferentes familias (una por tinte) remueven el viejo arte de tintar cuero de camello o cordero. Una excusa para acceder a todos los productos derivados de la mayor de las cuatro curtidurías de Fez sin olvidarnos del principal aliado: una ramita de hierbabuena para paliar los odores de la tradición.

iStock-475207116. A vista de alfombra mágica

Foto: iStock

5 / 8

A vista de alfombra mágica

Al abandonar la Medina de Fez a través de la Puerta Bab Guissa, se abre ante los ojos un alto promontorio que sostiene las ruinas de las tumbas meriníes, mausoleos fundados en el siglo XIV para acoger los restos de los primeros conquistadores de la ciudad. Una colina digna de cuento medieval desde la que disfrutar de las mejores panorámicas rodeados de cabras que buscan algo de pasto entre palmeras solitarias.

iStock-519787028

6 / 8

De palacios y contradicciones en la Judería

En Fez hay vida más allá de su principal Medina, siendo la Judería, también conocida como la Mellah, uno de sus rincones más peculiares. Un barrio más moderno (fue abierto en 1438, 700 años después de la creación de la ciudad) donde los bazares se alejan de los circuitos turísticos, asoman monumentos inesperados como el cementerio hebreo (en la imagen) y los rincones se colman de autenticidad pero, también, de contradicciones. Para ejemplo, los balcones de madera abiertos al exterior que retan el conservadurismo árabe del Palacio Real, el cual prohíbe la entrada a unos aposentos de color verde menta salvaje que caracteriza el colorido ADN de Fez.

iStock-640327332. ¡Bssaha! (o "que aproveche")

Foto: iStock

7 / 8

¡Bssaha! (o "que aproveche")

Los amantes de la gastronomía marroquí encontrarán en Fez el mejor representante de esta comida exótica a base de clásicos cous-cous y tagine, sopa de harina (harira) o la deliciosa bastela, un pastel a base de canela, frutos secos y carne de pichón a regar con un exquisito té moruno. Presentes en infinidad de locales y ambientes, los restaurantes de Fez, especialmente los de la Medina, suponen una atracción más en sí misma, destacando las deliciosas croquetas de patata del restaurante Lagliali, junto a la Puerta Azul; o el tagine de pollo al limón del Café Al Oud, un local entre la tradición marroquí y el hipsterismo occidental.

iStock-184173034. No muy lejos

Foto: iStock

8 / 8

No muy lejos

Fez supone la principal baza de un recorrido por el norte de Marruecos totalmente fascinante. Aprovecha para extender tu aventura un día y acercarte a Meknes, otra de las ciudades imperiales y ubicada a tan solo una hora de Fez. O incluso, asciende hasta la montañas del Rif y pasea por Chaouen, el famoso pueblo azul (y el de la mayor plantación de hachís del mundo) para enlazar con una visita a la litoral Assilah y finalizar con el infravalorado encanto de Tánger. Lugares que extienden el potencial de una ciudad de Fez de tantos matices como secretos esconde entre sus palacios, curtidores y bazares.