
Después de dieciséis meses de trabajo de restauración, la legendaria Fontana di Trevi ha recuperado este mes de noviembre el esplendor que tenía en el siglo XVIII, cuando se construyó. Esta fuente monumental, situada en el cruce de tres calles (tre víe), en el punto final del Aqua Virgo, uno de los antiguos acueductos que suministraban agua a Roma, es uno de los lugares más visitados de la capital italiana. El gran Lorenzo Bernini fue el primero de recibir el encargo de levantar una fuente monumental en ese punto, al final del acueducto, y fue él quien decidió su orientación, mirando al Palacio del Quirinal. Finalmente la autoría recayó en Nicola Salvi. Se tardaron treinta años en terminar la Fontana de Trevi desde que 1732 Salvi recibiera el encargo, aunque él no vio terminada la excelsa obra pues murió en 1751.
El monumento, que representa a Océano sobre un carruaje con forma de concha tirado por dos caballos marinos y conducido por tritones, es especialmente famoso por la escena de la película "La Dolce Vita" (1960) de Federico Fellini, en la que Anita Ekberg se bañaba en la fuente vestida con un provocador vestido negro, frente a la presencia de Marcello Mastroianni. En el filme, la grandiosidad de este escultórico monumento de 26 metros de altura y 20 de ancho cobra dimensiones todavía más espectaculares.
Las obras de restauración que han sacado lustre a las esculturas y saneado el sistema hidráulico han costado 2 millones de euros financiados por una conocida marca de moda italiana.
Con esta restauración, Roma da un paso más en la recuperación de sus monumentos más emblemáticos. Hace una semanas comenzaba también la rehabilitación de la escalinata de la Piazza di Spagna y está previsto que el próximo año el Coliseo romano luzca sus colores originales tres una intervención que comenzó en 2013 y para la que se han utilizado básicamente chorros de agua.