En ese absurdo reducir en el que se convierte a veces la vida moderna, Polonia es Varsovia y Cracovia. Y sin embargo, ha sido Gdansk en la que se ha fijado el jurado para otorgarle el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019. El acta del galardón ha destacado que la ciudad polaca es todo un "símbolo histórico y actual de la lucha por las libertades cívicas frente a la intolerancia y la opresión".
Junto a orillas del mar del Hansa, Gdansk, que se llamaba Danzig cuando en ella nació el escritor Günter Grass o el filósofo Arthur Schopenhauer, sorprende tanto por su legado histórico como por su espíritu de adaptación y atmósfera efervescente sostenida por el enjambre de estudiantes universitarios que pueblan sus calles durante el año escolar.
Por aquí entró el ejército nazi en 1939, dando comienzo a la II Guerra Mundial, y, aquí, 40 años más tarde, empezó a caer el régimen comunista como si fuera un castillo de naipes en el aire, dando paso a las modernas democracias de gran parte de Europa del Este.
Pero más allá de ensimismarse en su pasado, Gdansk ha destacado por su apertura y por su carácter tolerante, en especial con programas especiales de integración para inmigrantes y defensa del colectivo LGTB. Ahora recibe el aplauso internacional con la concesión de este Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019.