Escenario de película

Girona: viaje a una ciudad medieval... y llena de vida

La ciudad antigua es como una matrioska, siempre guarda un secreto con el que sorprender al visitante

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iStock-655688368. A orillas del Onyar

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Descifrando el Onyar

Los patos haraganean en las aguas del río Onyar, mientras las estridentes gaviotas los sobrevuelan. Estas últimas insinúan una identidad mediterránea que Girona no tiene, sobre todo en invierno, cuando adopta un aire de ciudad nebulosa, septentrional, muy bien educada, elegante, levemente engreída... El Onyar separa la Girona antigua de la moderna.

A sus aguas asoman las coloreadas  casas que componen la imagen más característica de la urbe. Estas Casas del Onyar no se pueden visitar, son de propiedad particular y están cerradas al público. La única excepción ocupa el número 29 de la calle Ballesteries, donde nació y vivió el arquitecto novecentista Rafael Masó (1880-1935). El inmueble, que permanece con el mobiliario y la decoración ori- ginales, ofrece unas panorámicas únicas del río.

iStock-1020582372. El renacer de la 'call'

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El renacer del Call

La Girona monumental se concentra en la orilla oriental del Onyar. Allí están también cinco de los siete museos locales así como un comercio artesanal, vivaz e imaginativo; se diría que los propietarios no ofrecen artículos de consumo, sino su propio proyecto de vida.

El Call de Girona es una de las juderías mejor conservadas de Europa. La comunidad hebrea vivió más de 600 años en la ciudad hasta su expulsión en 1492. Se cree que tuvo una población estable de unos 800 miembros, agrupados en torno a la calle de la Força. Un lugar idóneo para familiarizarse con su pasado es el Museo de Historia de los Judíos, que ocupa varios edificios, incluidas dos sinagogas, los restos de un micvé o baño ritual, y una casa del siglo xiii, actual sede del Centro Bonastruc ça Porta, dedicado a la recuperación de la herencia judía.

shutterstock 108897728. La catedral al final de los 90 peldaños

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La catedral al final de los 90 peldaños

Calle arriba se llega a la Catedral de Santa María. No hay que amedrentarse por los 90 escalones sobre los que se alza ni por el aspecto poco prometedor de la fachada barroca: el interior del templo rezuma delicadeza. El claustro y el campanario son románicos; el resto, gótico.

Tapiz de la Creación (49001883777). Un tapiz que es una joya

Ángel M. Felicísimo from Mérida, España, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons

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Un tapiz que es una joya

La joya del museo catedralicio es el Tapiz de la Creación, un delicioso bordado del siglo xi. Generaciones de monaguillos y campaneros lo trocearon para limpiar lámparas y otros objetos metálicos con sus retales, de ahí su estado incompleto.

Un juvenil e imberbe Cristo Pantocrátor preside este bordado del siglo xi, con unas dimensiones de 3,65 por 4,70 m. En el centro relata el Génesis y alrededor, los días y las estaciones. La parte

inferior, la más deteriorada, narra la historia de Santa Elena.

ancient-roman-bath-picture-id163661507. Baños árabes y otros monumentos

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Baños árabes... a la par que románicos

Al norte de la catedral se hallan los Baños Árabes, una instalación del siglo xii que tiene planta románica, pero embellecida con ornamentos de influencia norteafricana. Más allá está Sant Pere de Galligants, antigua abadía benedictina que, junto con la capilla de Sant Nicolau, constituye un conjunto románico excepcional.

shutterstock 605917823. Desde la muralla

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Desde la muralla

Girona ha sufrido multitud de asedios militares, tantos que se conoce como la Ciudad de los Sitios. Un buen lugar para recordarlo es la antigua muralla, cuyo camino de ronda proporciona una visión elevada de la urbe. La defensa conserva baluartes y torres reconvertidos en miradores, como la torre dels Predicadors, que ofrece una panorámica inmejorable del convento de Sant Domènec. Este cenobio del siglo xiii alberga una de las tres sedes de la Universitat de Girona y la nave de la iglesia se ha reconvertido en Aula Magna.

iStock-469801245. La 'pujada' más fotografiada

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La 'pujada' más fotografiada

La iglesia del convento de Sant Martí y la casa-palacio Agullana, bajo un arco, enmarcan el rincón más fotogénico del núcleo medieval, una escalinata que conecta la parte alta de la ciudad con las avenidas ribereñas.

iStock-1012145788. Al otro lado del río

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Al otro lado del río

Más de 15.000 jóvenes cursan estudios superiores en la ciudad. Su presencia alimenta una ubérrima actividad cultural. Buena parte se concentra en la orilla oeste del Onyar, en la zona del Mercadal, adonde accedemos a través de alguno de los puentes y pasarelas que cruzan el río. Varios son vistosos, como el de las Peixateries Velles (Pescaderías Viejas) –construido por el taller de Gustave Eiffel– o el de Sant Agustí.

Llegados a esta parte de la ciudad, recomiendo visitar el Museo del Cine, mi favorito. Sus fondos proponen un viaje a través de la historia de la imagen en movimiento. La colección resulta idónea para todas las edades y garantiza un rato muy entretenido.

iStock-489343502. Comida y paseo

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Comida y paseo

Girona es una potencia en el ámbito gastronómico. Con solo cien mil habitantes, la ciudad cuenta con dos restaurantes agasajados por los gastrónomos de Michelin. El Celler de Can Roca tiene tres estrellas y se codea con los mejores locales del mundo, mientras que el Restaurante Massana cuenta con una estrella gracias a su apuesta por los productos de proximidad y temporada.

Para digerir la comida, nada mejor que un apacible paseo por la naturaleza. Unos 25 km al norte de Girona se encuentra la localidad de Banyoles y su famoso lago. Lo alimentan ríos subterráneos procedentes de las montañas de la Alta Garrotxa. Tiene una longitud de 2,15 km y una anchura de 775 m.

Existen diferentes recorridos señalizados, pero apuesto por la vuelta completa (Recorrido 1), muy accesible y sencilla. De solo 7 km y sin apenas elevaciones, el itinerario pasa junto a tres zonas de baño, atraviesa un bosque de encinas y pinos, y se acerca a las tradicionales pesqueres, unas edificaciones que, como palafitos, se adentran en el agua. Son una veintena y se construyeron durante el siglo xix y principios del xx para la práctica de la pesca, ya que el lago es rico en lucios, barbos, tencas o anguilas. La visita a la iglesia románica de Santa Maria de Porqueres redondea la encantadora caminata.

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