La visita a la encantadora Gordes invita a descubrir este pueblo de la Provenza francesa dando un tranquilo paseo por sus plazoletas y callejones empinados y con múltiples miradores. Estas vías sinuosas esconden mansiones, antiguas iglesias, cafés y hotelitos con terrazas, galerías de arte y tiendas de productos provenzales como aromáticos jabones.
Además, este pueblo colgante es idóneo para iniciar rutas de senderismo por los alrededores, como la que sigue la sinuosa carretera que lleva a la Abadía de Sénanque, un monasterio originario del siglo XII, hoy enmarcado entre campos de lavanda que florecen en verano. Gordes se localiza en el departamento francés de la Vaucluse.
UN PUEBLO DE POSTAL
Tras un recodo de una carretera que serpentea entre paisajes rurales sorprende la imagen magnífica de Gordes, un pueblo medieval y típicamente provenzal, que aparece en pendiente sobre una colina vertical de piedra seca. Se eleva rodeado de preciosas vistas de la campiña francesa y con las ondulaciones de las montañas del Luberón justo enfrente. El pueblo, situado en el corazón de este macizo declarado parque natural y regional, forma parte de las «Plus Beaux Villages de Francia», lista que engloba muchos de los más bellos del país.

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MIRADORES A LA PROVENZA
Lo recomendable es disfrutar de las múltiples calles con vistas y miradores del pueblo, aunque la visión más panorámica y fotografiada es la que se contempla desde la carretera que lleva a Cavaillon, y que cuenta con un punto panorámico que muestra Gordes amoldado a la colina. En la distancia ya se aprecian la iglesia y el castillo que lo coronan. Habrá pues que descubrir esa fortaleza originaria del siglo XI y Notre Dame de Bon Secours, templo del siglo XVI, precedido de una plazoleta con vistas a una llanura de cultivos y al Luberón. El motivo de que Gordes tenga tantas iglesias es que era una etapa para los peregrinos que desde Francia se dirigían a Santiago de Compostela. Otras parroquias muy apreciados son Saint-Pierre-de-Gordes y la iglesia del patrón del pueblo, San Fermín, originaria del siglo XII, aunque remodelada en el XVIII.

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un CASTILLO palaciego
Actualmente, el castillo que preside Gordes muestra líneas de sus ampliaciones en el siglo XVI, que sumaron al monumento defensivo medieval, las formas delicadas del Renacimiento. La visita al interior de este monumento discurre entre amplias estancias, como la que decora una chimenea de gran tamaño en la Sala de Honor, y que fue declarada Monumento Histórico en 1902, una treintena de años antes que la totalidad del castillo (1931). Destaca asimismo la escalera de caracol, realizada con piedras de las cercanas canteras de Ménerbes, Oppède y Saint-Pantaleón, y se conservan también varias puertas de roble labradas en el siglo XVI. Actualmente el recinto alberga dependencias del Ayuntamiento y el Museo de Pol Mara.

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ENTRE PLAZAS Y ESCALINATAS
La visita a Gordes discurre sí o sí por callejones empedrados y escalinatas muy empinadas. Solo de vez en cuando se llega a una plazoleta abierta. Las que se sitúan a la entrada del pueblo, muy cerca del castillo, son más amplias. Pero también las hay pequeñas y encantadoras que sorprenden al visitantes tras un recodo. La mayoría cuentan con una fuente y representan unos oasis de tranquilidad tanto para vecinos como para viajeros.

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UNA GORDES SUBTERRÁNEA
Las entrañas de Gordes también se recorren con visitas guiadas, ya que existe otra ciudad oculta que fue excavada en el pasado debido a la falta de espacio en la superficie de la colina. Fueron principalmente los campesinos y artesanos quienes fueron haciendo huecos excavados en el suelo para almacenar en ellos sus cosechas, utensilios y trabajos.

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UN MUSEO AL AIRE LIBRE
Podría decirse que Gordes es en sí mismo un museo, no solo por la arquitectura medieval que preserva y el ambiente rural que exhibe al aire libre, sino también por las galerías que muestran arte de artistas locales, pero también de Matisse, Cezanne, Chagall o Gauguin que lo visitaron. Asimismo, el pueblo cuenta con un museo de Pol Mara, el artista belga que vivió en él, instalado en las dependencias del castillo. Y sorprende también contemplar murales psicodélicos en muchas fachadas y rincones del pueblo: se trata de obras del artista húngaro Víctor Vasarely, considerado el padre del optical art,que descubrió Gordes en 1948 y nunca dejó de visitarlo, legando parte de su obra a la localidad.

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SORPRESAS EN LOS ALREDEDORES
Gordes es además un enclave idóneo para iniciar rutas de senderismo que llevan a aldeas de aire provenzal, con molinos y bories, como se conoce a las cabañas de piedra que eran refugio de pastores y campesinos. Uno de los paseos más emblemáticos en la zona es el que lleva a pie o en coche por una sinuosa carretera de 8 km hasta la abadía de Sénanque, monasterio originario del siglo XII, hoy enmarcado entre campos de lavanda que florecen en verano.