Gran viaje por el Duero
El más literario de los ríos españoles y el más castellano de los que cruzan la frontera de Portugal salva casi 900 km de distancia y más de 2100 m de desnivel entre su nacimiento en los Picos de Urbión (Soria) y su desembocadura en el Atlántico, en Oporto. Por el camino, sus aguas modelan un paisaje lleno de meandros imposibles, de versos y de historia. Este viaje discurre por enclaves históricos como Numancia o Tordesillas, villas medievales como Gormaz y mecas de la gastronomía como Aranda de Duero, Toro o Peñafiel. Después de atravesar el increíble paraje natural de los Arribes del Duero, el río (y nuestra ruta) se adentra en tierras portuguesas y desciende hasta el océano por el valle vinícola del Douro.
La Toscana
Florencia, Siena, Pisa y Lucca son el eje de un viaje por la región italiana más famosa, la Toscana, inspiración de viajeros, escritores y pintores de épocas distintas. Hay que dejarse llevar por las carreteras que entre campos de vides y cereal conducen por pueblos de torres medievales y ciudades con iglesias colosales, verdaderas joyas artísticas que aún conservan el espíritu señorial que las hizo reinar en una época de luchas por el control comercial y político de Europa.
La Selva Negra
El sur de Alemania atesora un bosque tan extenso que incluso ha dado nombre a una región. Aquella floresta temida por los viajeros medievales está hoy repleta de ciudades históricas y rincones naturales. Friburgo, con su catedral gótica, su Münsterplatz y el barrio «eco» de Vauban, es el punto de partida de una ruta con etapas tan bucólicas como el lago Titisee, el valle de Münster, la montaña Feldberg o la balnearia ciudad de Baden-Baden.
Seychelles
Las 115 islas del archipiélago de Seychelles se esparcen por un área como tres veces España, flotando en las turquesas aguas del océano Índico. Las islas de Mahé, Praslin y La Digue concentran la mayoría de la población y la actividad agrícola y turística, con playas de rocas de granito colosales como Source d’Argent (La Digue), selvas donde habitan animales únicos en el planeta y una población amable con raíces europeas, africanas y asiáticas.
Selva de Irati
El gran bosque del Pirineo navarro se extiende ente los valles de Aezkoa y de Zaraitzu (o de Salazar), un territorio de gran diversidad con multitud de posibilidades para disfrutar de caminatas y travesías en bicicleta. Las etapas esenciales de la ruta que se adentra por la selva de Irati y su área de influencia son Roncesvalles, Orbaizeta, Ochagavía, el pantano de Irabia, el alto de Larrau y los dólmenes de Azpegi.
La costa oeste de Irlanda
La isla esmeralda guarda sus paisajes más salvajes y su cultura más auténtica en los condados occidentales, los que miran al sol poniente. Entre la ciudad de Cork, en el sur, y la de Donegal, en el norte, se despliega un paisaje de penínsulas con acantilados de vértigo (Moher, Slieve League), islas solitarias que una vez habitaron monjes eremitas (Skellig, Aran…) y montañas que señorean zonas de praderas y bosques (Glenveagh, Connemara). Para sacarle todo el provecho a un viaje por esta Irlanda verde, existe una buena red de rutas panorámicas en coche, en bicicleta o a pie.
El Valle de Ordino, en Andorra
Tiene forma de triángulo invertido, con la punta orientada hacia el sur y la base sostenida por montañas altas y afiladas que marcan la frontera con los valles franceses del Ariège. La parroquia de Ordino, una de las siete en que se divide Andorra, fascina con un paisaje plenamente pirenaico, surcado por sendas que también explican la vida de sus pueblos hace apenas un siglo. No hay que perderse una visita al valle de Sorteny, la excursión a los lagos de Tristaina, asomarse desde el nuevo mirador de Arcalís y caminar por la Ruta del Ferro.
La Marina Baixa, Alicante secreto
La comarca de la Marina Baixa es famosa por el turismo de sol y playa de Benidorm y Altea, pero también conserva joyas paisajísticas tanto en el litoral como en el interior que merecen una escapada de varios días. Los vestigios de una cultura tejida entre redes de pesca y huertas perviven aún en sus pueblos, donde el verde de pinos, olivos y almendros visten sierras que esconden ríos de aguas frescas.
