Una escapada a la dinámica capital holandesa permite pasear entre canales mientras se descubren sus tesoros artísticos, museos renovados, mercados callejeros y nuevos iconos urbanos. Lo habitual es llegar desde el aeropuerto en un cómodo trayecto en tren de unos 20 minutos hasta la Estación Central (1889), un edificio de ladrillo rojo que se erige sobre tres islas artificiales sostenidas por 8600 pilotes de madera. Justo frente a la entrada principal, se pueden tomar varias líneas de tranvía y autobús, y también alquilar bicicletas, el medio más cómodo y tradicional para recorrer la ciudad.
Si el clima lo permite, se aconseja participar en un paseo guiado pedaleando que descubre los lugares de visita obligada y además alcanza rincones menos conocidos. Otra opción son los paseos fluviales por los emblemáticos canales de Ámsterdam. Se realizan incluso en invierno –salvo los días de frío extremo– y permiten contemplar una visión distinta de monumentos, edificios señoriales y viviendas flotantes. La tarjeta I Amsterdam City Card ofrece el uso ilimitado del transporte público, la entrada a museos, un crucero por los canales y descuentos en tiendas y restaurantes.