Es el turno de Van Gogh
El cercano Museo Van Gogh y, junto a él, el Museo Stedelijk, que posee obras de Cézanne, Picasso, Chagall o el holandés Mondrian, completan una de las ofertas culturales más abrumadoras de Occidente. Sin embargo, no hace falta ser un experto en arte para poder apreciar otro beneficio del recorrido, y es que en el monumental esfuerzo de Rembrandt, en la luz de los espacios de Vermeer, en el vigor genuino de Van Gogh o en la evolución de Mondrian, desde los paisajes de su Amersfoort natal a la audaz abstracción de su última etapa, parecen condensarse el carácter, el alma y la historia del pueblo holandés. Un retablo que llega hasta nuestros días, si ampliamos la visita al Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (MOCO), cuyas exposiciones de vanguardia contrastan con el caserón de inicios del siglo XX que las acoge.
De nuevo en la gran plaza, encontraremos a jóvenes y familias enteras patinando sobre el hielo de una pista al aire libre. La estampa de los patinadores en los canales es menos habitual, ya que el sistema de diques y esclusas hace circular las aguas e impide que se congelen, salvo cuando se cierra un tramo adrede y se habilita para disfrutar del hielo natural.