Guía para conocer (y disfrutar) los Picos de Europa

Primer Parque Nacional de España y Reserva de la Biosfera, los Picos de Europa sobrecogen con su aspecto de gigante pétreo. Asturias, Cantabria y León comparten esta maravilla natural.

Incluso en pleno verano, los Picos de Europa pueden cubrirse de densas brumas que se acomodan en el fondo de los valles pero dejan libres las cimas, con ese sentido dramático y romántico del que solo es capaz la propia naturaleza. Por su proximidad al Cantábrico, un mar bravo, siempre frío y vigoroso, esta ingente masa calcárea está expuesta a bruscos cambios climáticos en cualquier época del año. Hasta la nieve puede hacer una breve aparición en las cumbres durante el mes de agosto, por lo que conviene acercarse con respeto y el equipamiento adecuado. Sin embargo, esta precaución no hay que considerarla un inconveniente sino parte del encanto salvaje de un escenario que conserva toda su esencia.

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Valle de Sajambre

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Cuenta la leyenda...

Los Picos de Europa se formaron por la erosión de la roca caliza, si bien una leyenda local afirma que en su origen presentaban un relieve suave, con múltiples ríos y lagos que hacían la vida fácil al ser humano por la abundancia de caza y pesca. Pero este, desagradecido, solo cazaba a los más débiles y a los más pequeños para no esforzarse. Los dioses lo escarmentaron haciendo descender el nivel de las aguas hasta que brotaron los picos, de manera que le fuera más complicado conseguir el sustento y aprendiera a respetar la riqueza natural.

Este inmenso conjunto montañoso está compuesto por tres macizos que se localizan en la parte central de la cordillera Cantábrica, pero conforman un todo bien caracterizado, casi independiente. A pesar de no ocupar una gran extensión de terreno, son pródigos en variedad de accidentes geográficos y portentosos desniveles. Para hacerse una idea, basta decir que en los Picos encontramos cotas de 2600 m de altura combinadas con quebradas situadas a apenas 100 m por encima del nivel del mar.

Urriellu

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El primer parque nacional de España

Una configuración tan particular llamaba la atención e hizo que el macizo Occidental o de Cornión fuera declarado primer parque nacional español en 1918. Se incorporaron más tarde el macizo Central o de Urrieles y el Oriental o de Ándara, implicando de paso a las tres comunidades autónomas que los tienen como nexo de unión: Asturias, Cantabria y Castilla-León. La reserva original la impulsó Pedro José Pidal, Marqués de Villaviciosa. Este no solo aprovechó su posición de senador para promover la propuesta, sino que fue el primero en escalar el Naranjo de Bulnes o Pico Urriellu (2519 m) con la ayuda de Gregorio Pérez, un pastor y cazador del pueblo leonés de Caín que era conocido con el apodo de «el cainejo». Todo Hillary necesita de un sherpa para escalar su Everest particular.

Garganta Cares. Cares

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La garganta divina

El pueblo de Caín se encuentra en el valle de Valdeón, llave de acceso a los macizos Occidental y Central desde el sur y punto de partida de numerosas rutas de senderismo, entre las cuales destaca la de la garganta del Cares. El río que da nombre a la ruta ha tallado con los años un desfiladero muy profundo de unos 12 km de longitud, acondicionado de forma artificial en la década de los 40 para canalizar el agua hacia una pequeña central hidroeléctrica y mejorar la conexión entre el pueblo de Posada de Valdeón, en León, y el de Poncebos, en Asturias. Recuerdo de aquellos trabajos es un túnel angosto con ventanales excavados en la roca cerca del emblase.

Mientras enfilo la «garganta divina», como apodan al tramo vertiginoso de este camino por la parte de Caín, es casi inevitable imaginar cómo pudo ser la batalla entre musulmanes y cristianos que tuvo lugar aquí y que, según las crónicas, dio inicio a la Reconquista. El mismo escenario, siglos atrás, presenció la lucha desigual de cántabros y astures contra las legiones romanas; el Imperio logró la victoria cuando consiguió atraer a los nativos a campo abierto tras construir una red de senderos que los rodeara, un entramado que en muchos casos ha derivado en sendas para montañeros. Poco se sabe de todo aquello en comparación con el sitio de Numancia, por citar un ejemplo. Aunque el historiador Tito Livio escribió 142 libros sobre la historia del estado romano, únicamente han llegado hasta la actualidad los 45 primeros; entre los perdidos, se supone que se encontraban los detalles de los hechos acontecidos en Caín.

Ruta del Cares

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Caminar por la senda del Cares

A medida que se avanza por la garganta, resulta más y más evidente por qué la senda del Cares se considera una de las más bellas de los Picos. Ayuda a apreciarlo que el desnivel no sea excesivo, a pesar de estar encajado entre riscos de tremendo impacto visual. Contribuye a su popularidad el hecho de que tanto se puede afrontar desde el sur como desde el norte, empezando en la asturiana Poncebos, muy cerca de Arenas de Cabrales. Lo habitual es recorrerlo de ida y vuelta a lo largo de una jornada, en unas seis u ocho horas, según el ritmo de cada caminante.

Torrecerredo

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Torrecerredo: la cima más alta

Cerca de Caín se divisa una extraña construcción de madera parecida a una empalizada. Es el Chorco de los Lobos, una compleja trampa de grandes dimensiones que se utilizaba para cazarlos cuando bajaban del monte en invierno en busca de alimento. Hoy en día se conserva como patrimonio etnográfico, con más razón aún desde que una ley reciente ha prohibido la caza del lobo en toda España. Ya dentro de la senda, pocas fieras veremos, aunque es probable que grupos de buitres y algún quebrantahuesos nos sobrevuelen, más visibles a medida que se supera la majada de Culiembro y se alcanza el punto más alto de la ruta, el punto denominado Los Collaos.

Desde allí ya se intuye el perfil de la cima más elevada de los Picos de Europa, el Torrecerredo. A pesar de que se alza a 2646 m, lo cierto es que otro monte cien metros menos prominente le roba el protagonismo: el Naranjo de Bulnes, cuya primera ascensión por parte de Pedro Pidal y el Cainejo en 1904 marcó el inicio de la historia de la escalada deportiva española.

Naranjo de Blunes

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Urriellu: el pico más fotogénico

El macizo Central de los Picos es el que presenta las características más alpinas de todo el parque nacional, y en especial el propio Urriellu, con vías de altísima dificultad que no han de dejado de retar a los aficionados año tras año. Fue muy seguida y celebrada por los medios la primera ascensión por la cara oeste completada durante el invierno de 1973, trágico por haberse cobrado varias vidas. En ella participó el alpinista y divulgador del montañismo César Pérez de Tudela, entre otros.

Sin embargo, a pesar de su magnitud, desde la ruta del Cares no resulta fácil ver el Pico Urriellu, a no ser que se siga descendiendo en dirección al municipio de Poncebos para desviarse luego hacia el mirador de Camarmeña.

Bulnes

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Entre Bulnes y Cangas

Cerca se encuentra la aldea de Bulnes, uno de los pocos núcleos habitados de Asturias que no dispone de acceso rodado. Desde el año 2001 un funicular sube en pocos minutos desde el aparcamiento de Poncebos. Otra opción consiste en emular a los antiguos habitantes del pueblo y enfilar a pie el camino viejo, con un desnivel de 500 m. También hay buenos estacionamientos en Cangas de Onís, siguiente etapa y puerta de entrada al macizo Occidental. Estos espacios son de uso obligatorio en verano, cuando se impone el transporte público para evitar aglomeraciones.

Hora y media al volante es tiempo suficiente para trasladarse del Valle de Valdeón a Cangas, siguiendo en buena parte el trazado del río Sella. Junto con el Cares, el Duje y el Deva, los cursos fluviales delimitan las fronteras del parque y los distintos macizos, cortándolos de sur a norte en su descenso en busca del mar. Hoy se supera el Sella a la entrada de Cangas por un puente sin relato, funcional, pero desde el mismo se divisa el bello arco gótico que salva el río desde el siglo XIII y que todo el mundo llama Puente Romano.

Puente Bulnes

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El puente con relato

Una vez dentro de la población, las nobles casonas y la abundancia de piedra indican que hemos llegado a la antigua capital del reino astur, donde Don Pelayo fue coronado rey. De estirpe visigoda, huyó de las intrigas del rey Witiza a Jerusalén, regresó a la muerte del monarca y participó en la batalla de Guadalete el año 711, que dejaría el campo libre a los árabes para tomar la Península Ibérica. Él mismo lideró la primera derrota musulmana a los pies de Peña Santa, muy cerca de la actual ermita de Corona, al lado de Caín. Don Pelayo consolidó su liderazgo en la Batalla de Covadonga (año 722), a 10 km de  la localidad de Cangas.

Al parecer, gracias a la pacificación de la zona la ya abundante fauna salvaje proliferó hasta convertirse en una amenaza. Según consta en los escritos de la época, los habitantes de la población de Abamia iban a misa armados con lanzas para repeler posibles ataques de las fieras; hasta el hijo de Don Pelayo murió entre las garras de un oso. El escenario actual es completamente distinto: son la fauna y la flora silvestres las que necesitan protección. En el plato de la cena no aparecerá la caza junto a las tradicionales fabes asturianas, sino los chorizos y lacones provenientes de alguna granja.

Cueva Santa Covadonga. Cueva Santa de Covadonga

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La excepcional cueva Santa de Covadonga

A primera hora siempre hay menos gente visitando la Cueva Santa de Covadonga. Situada en el camino que sube a los lagos Enol y Ercina, tiene una ubicación espectacular, con una capilla incrustada dentro de una gran oquedad y asentada sobre El Pozón, un estanque que en época de deshielo se alimenta de un chorro que brota debajo del templo. La ermita original data del año 722, justo después de la gran derrota musulmana, pero al ser de madera se perdió en un gran incendio acaecido en 1777.

La imagen de la Virgen que se exhibe ahora es una donación del Cabildo de la Catedral de Oviedo. En un lateral reposan los restos de Don Pelayo, trasladados aquí por orden de Alfonso X el Sabio. La ermita es neorrománica, para no desentonar con el verdadero románico que se aplicó en las iglesias erigidas en la zona tras la Reconquista.

Basílica de Covadonga

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La basílica y la historia de la minería en Asturias

Frente al recogimiento de la capilla se alza la mole maciza de la basílica concebida por el arquitecto Federico Aparici, construida en piedra rosácea e inaugurada en 1901. El Cabildo no era demasiado partidario de erigir otro centro de peregrinaje porque pensaba que con la cueva bastaba, pero al final se acabó imponiendo la voluntad de Alfonso XII. Dentro del conjunto de Covadonga destaca también una rareza: la Campanona, una campana de tres metros de altura que está ahí como decoración. Se fundió en los antiguos altos hornos asturianos de La Felguera y recibió el primer premio en la Exposición Universal de París en 1900. Los relieves que la decoran ofrecen escenas cristianas y también paganas.

Lagos de Covadonga

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Y, por fin, los lagos

Antes de que acudan demasiados devotos a Covadonga, me dirijo hacia los lagos. La carretera, empinada y serpenteante, tiene una de sus epifanías en el Mirador de la Reina, que en días despejados como el de hoy alcanza a ver hasta el mar Cantábrico. La siguiente parada estrella la componen los lagos glaciares de Enol y Ercina, a los que los habitantes locales se refieren simplemente como «los lagos», y de los que forma parte un tercero menos evidente, el Bricial. Hábitat de fochas y ánades reales, el conjunto se ubica a unos 1100 m y constituye una etapa clásica de la Vuelta Ciclista a España.

Muchos montañeros toman los lagos como punto de partida para realizar la ruta circular que en nueve jornadas recorre todos los paisajes del parque. Yo me conformaré con seguir la popular excursión hasta la vega de Ario, que se caracteriza por una ascensión abrupta.

Al poco de haber dejado atrás el lago Ercina ya se comprueba que el macizo Occidental goza de más vegetación que el Central. El camino avanza entre pastos de alta montaña, hayedos y la huella del hombre en forma de corrales y refugios para pastores. Poco después de superar el arroyo de Llaguiellu viene el trecho más duro hasta alcanzar el collado de El Jito. Desde ese punto se divisa el pico Jultayu (1940 m) en dirección sur, y un paisaje como de dientes de tiburón hacia el este.

Desfiladero de la Hermida

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Entre desfiladeros y cuevas

La vista revela por qué los celtas veneraban estos montes como a un dios y los denominaban Mons Vindius (montes blancos), por la nieve que hace brillar las cimas incluso durante el estío. Sus antepasados dejaron pinturas rupestres y otros restos en las entrañas de las montañas porque, aunque parezca imposible, los cimientos de estos colosos de piedra albergan más de tres mil cuevas calizas. La más profunda es la del Trave, una de cuyas tres entradas se encuentra próxima al puerto de montaña en el que me encuentro. La sima tiene 1441 m de longitud, es la segunda más profunda de la Península y la undécima del mundo. Toda una tentación para los espeleólogos, casi tan grande como la del queso Cabrales que madura en la oscura humedad de las cavernas.

Las últimas etapas de este viaje alrededor de los Picos de Europa se plantean más relajadas y con la gastronomía como protagonista.

Queso Cabrales

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El sabor del queso Cabrales y Picón

Partiendo de Cangas, viajo hacia el nordeste para rendir homenaje al queso Cabrales en Asiego, donde los hermanos Niembro pusieron en marcha una ruta cultural con este manjar y la sidra como eje. Por cierto, también hay que probar el queso Picón que elaboran en Tresviso y Bejes, a una hora en coche de ahí.

A medio camino queda Sotres, el acceso al sector oriental de los Picos, un pueblo al que no llegó la carretera asfaltada ni la electricidad hasta 1981. Vale la pena entrar en La Gallega, que es colmado, restaurante y tienda de todo y nada. Su propietaria, además de prepararnos un cabrito delicioso, nos obsequiará con su discurso en defensa de los bosques de tejos y sus historias, como la de aquel ejemplar que protegía a los paisanos de Sotres de las tormentas y bajo el cual se celebraba el concejo. 

Potes

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Las casonas de Potes

Llega el momento de seguir ruta hacia Potes, en la comarca cántabra de la Liébana. La villa es famosa por su arquitectura de casonas, entre las que destaca la Torre del Infantado, hoy sede del Ayuntamiento. Pero por mucho que sea su encanto, debo avanzar hasta Fuente Dé para despedirme de los Picos de Europa como se merecen. Transcurren 20 minutos de curvas entre Potes y los pies del teleférico de Fuente Dé, con el que se salvan los 800 m de desnivel entre el valle de Espinama y el mirador del Cable, un circo de piedra a 1847 m con vistas increíbles. Los datos indican que el macizo Oriental es más suave y menos elevado, pero el corazón se niega a creerlo.