Apenas 9.000 habitantes pueblan este pequeño rincón francés a los pies del Mont Blanc, la montaña más alta de la Europa occidental. El magnetismo de este enorme macizo coronado por la cima de nombre homónimo y que alcanza los 4.810 metros de altura impregna cada calle, cada muro de piedra y cada casa de madera, convirtiendo esta localidad en un lugar turístico por excelencia para aquellos que aprecian la montaña y la naturaleza.
Chamonix es de sobra conocido por los amantes de los deportes de invierno. En los meses más fríos del año la nieve cubre tejados, calles y el valle en el que se encajona la localidad hasta se llega a Suiza. Tal es su fama en el turismo invernal, que cada temporada miles de turistas llenan sus hoteles y restaurantes ataviados con sus esquís y ropa de montaña dispuestos a disfrutar de interminables jornadas de descensos por las decenas de pistas de la zona. Su población llega a duplicarse y las múltiples tiendas de montaña que copan el centro de la ciudad hacen su agosto vendiendo material.