La verdadera catedral del mar

Playas indispensables: Las Catedrales

Ubicada en Ribadeo, Galicia, este paisaje es casi una experiencia religiosa. Y no es solo una metáfora.

El mar sube y baja, no cesa. Abre poros en la roca, penetra en ella, carcome su alma hasta encontrar luz al final del recorrido. Se abre una veta. El océano vuelve a hincharse y todo queda inundado. La marea es tozuda. Vuelve a chocar, se rompe y miles de gotas estallan en el aire provocando una capa de vaho blanquecino. Se toma un descanso y baja de nuevo. Lo que fueron grietas ahora son agujeros, ya aparecen los primeros ollos, así es como se conocen a estos arcos.

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Vídeo catedrales

Mucho antes que los gallegos poblaran estas tierras, el paisaje distaba bastante al que se puede observar ahora. De hecho, los acantilados que hoy bordean este pedazo de la costa cantábrica, formaban parte de una cordillera montañosa casi tan alta como el actual Himalaya, aunque de eso ya han pasado 500 millones de años.

De aquellas cumbres hoy queda este paisaje estremecedor que se ha convertido en un punto de referencia no solo de Galicia, sino de España. 

 

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Ribadeo

Foto: iStock

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Ribadeo

Para descubrir esta maravilla natural, hay que ir justo donde Galicia se saluda con Asturias. Es decir, a Ribadeo (Lugo), una localidad que asoma en la Mariña Lucense entre bosques húmedos y rebosantes y acantilados que cortan abruptamente un litoral áspero. Pero esta localidad no es solo un punto de entrada. Tanto aquí como en sus alrededores merece la pena perder la vista en el estuario del Eo, declarado reserva de la Biosfera o pasear sin rumbo por el Paseo de Laredo en Foz. 

Aguas Santas

Foto: iStock

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Antes conocida como Aguas Santas

No siempre se llamó la playa de Las Catedrales, de hecho, fue en los años 60 cuando cambió de nombre. Hasta entonces, se conocía como praia de Augas Santas o lo que es lo mismo, playa de aguas santas ya que los vecinos de la zona le atribuían a estas mareas propiedades medicinales. La verdad es que este lugar agrupa un sinfín de historias fantásticas aunque la más famosa es la mina de oro romana. Recientemente, un equipo de arqueólogos encontró indicios que demostrarían que la playa, tal y como sucede con Las Médulas en El Bierzo, es en realidad fue un antiguo yacimiento de oro excavado por los romanos. A día de hoy sigue sin confirmarse. 

Arbotantes

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Arbotantes naturales

Las columnas más altas pueden llegar a medir hasta 30 metros de altura y se unen a los acantilados por un estrecho puente. Estas se inclinan levemente, como si las montañas estuvieran a punto de desplomarse sobre el mar y necesitaran recostarse para soportar todo el peso. Una imagen que recuerda a los  arbotantes, los arcos utilizados como contrafuertes en la construcción de catedrales góticas.

iStock-607467970. Pleamar

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Pleamar

Definir Las Catedrales como playa es harto difícil. No es ni larga ni corta, ni grande ni pequeña, ni gruesa ni estrecha. Lo es todo a la vez. ¿Por qué? Pues porque aquí la marea juega con las medidas a su antojo. De hecho, la panorámica que se obtiene a primera hora de la mañana es completamente diferente a mediodía. Aquí las mareas juegan a su antojo, metamorfoseando el paisaje hasta tal punto que, en momentos de pleamar, pasear por la playa es imposible. Sin embargo, en la parte superior de los acantilados hay habilitadas unas pasarelas que permiten admirar esta obra natural con total seguridad, ofreciendo una nueva perspectiva del lugar.

iStock-514161514. A pie de playa

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A pie de playa

No obstante, la mejor forma de visitar este monumento natural es a pie de playa, enhebrando los arcos a medidas que se cruza de un extremo a otro. La marea baja permite sentir la majestuosidad de estas formaciones, dejando al descubierto el relieve rasgado que caracteriza a las columnas de pizarra.

Vitrales

Foto: Shutterstock

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Vitrales

Entre los arbotantes se encuentran también pequeñas cuevas originadas también por el juego  del mar y el aire. Algunas de ellas están cubiertas de colores variopintos recordando los vitrales luminosos de los grandes templos góticos. Y es que la apariencia catedralicia de este lugar va mucho más allá de sus inmensas proporciones.