El mar sube y baja, no cesa. Abre poros en la roca, penetra en ella, carcome su alma hasta encontrar luz al final del recorrido. Se abre una veta. El océano vuelve a hincharse y todo queda inundado. La marea es tozuda. Vuelve a chocar, se rompe y miles de gotas estallan en el aire provocando una capa de vaho blanquecino. Se toma un descanso y baja de nuevo. Lo que fueron grietas ahora son agujeros, ya aparecen los primeros ollos, así es como se conocen a estos arcos.
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Vídeo catedrales
Mucho antes que los gallegos poblaran estas tierras, el paisaje distaba bastante al que se puede observar ahora. De hecho, los acantilados que hoy bordean este pedazo de la costa cantábrica, formaban parte de una cordillera montañosa casi tan alta como el actual Himalaya, aunque de eso ya han pasado 500 millones de años.
De aquellas cumbres hoy queda este paisaje estremecedor que se ha convertido en un punto de referencia no solo de Galicia, sino de España.