Foto: www.mediaserver.hamburg.de/ Sven Schwarze
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Distritos díscolos
En Hamburgo no hay que perderse los barrios alternativos que otorgan carácter a la ciudad. Como Karoline Quarter, a pocos pasos del centro, el hogar de artistas, bohemios y grafiteros que viven apaciblemente en medio de huertos urbanos, bicicletas y tiendas de discos y ropa de segunda mano.
Su distrito vecino, Schanzen, está más orientado al ocio: bares y restaurantes multiétnicos lo convierten en el enclave perfecto para quienes buscan animación. Pero si hay un barrio que sobresale por encima de todos, ese es Sankt Pauli. En sus calles, que son un mapa de neones y bares con la música a todo volumen, se conserva el aire marinero y algo canalla de los años 60.