Charles Montagu Doughty fue el primer europeo que visitó las ruinas de Hegra. Este viajero inglés, fanfarrón y un poco descerebrado, se había unido a una caravana de peregrinos con rumbo a La Meca y escuchó hablar sobre unas curiosas inscripciones en un lugar del norte de Arabia. Viajaba como cristiano ante los ojos escrutadores de varios miles de musulmanes y el doble de camellos, gorreando hospitalidad por donde pasaba para no morir de inanición y con un cuchillo escondido bajo la manga por si venían mal dadas. Aquellas inscripciones, en lihyanita, dadanita, nabateo y latín, entre otras lenguas, fueron incluidas por Ernest Renan en la Vida de Jesús, el primer volumen de la Historia de los orígenes del cristianismo. El libro armó un cisco considerable en la Iglesia Católica. El filólogo francés, que recibió el apodo de Blasfemo Europeo por parte del papa Pío IX, había tratado los Evangelios como “biografías legendarias” y convertido a Jesús en un anarquista.