Existe una Ibiza que, lejos de su faceta festiva, muestra un rostro más sereno y sosegado. Esa Ibiza se puede recorrer en bicicleta, en contacto con la naturaleza y a plena luz del día. Descubrirla de esta manera slow, al ritmo que marca el pedaleo, permite constatar que la isla blanca también está hecha para las almas tranquilas.