Las Islas Lofoten, la magia de los paisajes árticos de Noruega

Las Lofoten conforman un paisaje ártico fascinante. Su imagen de territorio apartado y extremo desaparece al comprobar que se trata de unas islas de temperaturas cálidas para la región y accesibles gracias a ferris que las comunican todo el año con tierra firme y a carreteras que serpentean entre fiordos.

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Reine

Instalado sobre islotes y rodeado de montes, Reine es uno de los pueblos más espectaculares de las Lofoten.

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Sol todo el día

En las Lofoten el sol no se pone de mayo a julio, lo cual ofrece paisajes increíbles a ciertas horas del día.

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Auroras boreales en las Lofoten

Las maravillosas auroras boreales, esos haces de luz verdiazulados y ondulantes que cruzan el cielo a partir de septiembre, cuando la larga noche polar envuelve el norte del país y toda la península escandinava.

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Cetáceos en las Lofoten

En verano los cachalotes y yubartas frecuentan la costa de las islas Lofoten, mientras que en invierno se pueden observar orcas en la zona.

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Avifauna en las islas

En verano las Lofoten se convierten en un paraíso para los ornitólogos. En los abruptos islotes de Værøy y  Røst  anidan miles de aves marinas, entre las que abundan gaviotas, cormoranes, pigargos y frailecillos como los de la imagen.

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Casas tradicionales

Hoy, las rorbu (casas tradicionales de pescadores) pueden alquilarse por días o semanas.

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Flakstadøya

Al sur del archipiélago se encuentra la isla de Flakstadøya, donde se puede disfrutar de verdes paisajes y casas típicas de la zona.

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La pesca, una tradición viva

Å, Reine y Skaftnes son tres pueblos sinceros y naturales donde la pesca sigue viva. El primero tiene una fábrica de aceite de hígado de bacalao que data de 1850 y en las afueras de Reine, en la isla de Moskenes, hay secaderos de pescado.

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El mayor edificio vikingo de Escandinavia

En Borg, una villa de la isla de Vestvågøy, se descubrió en 1981 una estructura de madera qeu resultó ser el mayor edificio vikingo jamás hallado en Escandinavia.

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Museo de la edad Vikinga

Hoy el Lofotr Viking Museum reproduce la atmósfera de una vivienda en la que residió un clan vikingo al completo, con talleres, dormitorios y una gran sala donde se organizan banquetes de época.

Avifauna en las islas

A medida que el ferry avanza el relieve montañoso de las islas aflora como un muro de piedra erguido en medio de las turbulentas aguas del mar del Norte. El transbordador zarpó de la población noruega de Bodø y se dirige a Moskenes, pequeño pero activo puerto de este archipiélago de unas 2.000 islas, islotes y peñascos, la mayoría deshabitados, que surgen en paralelo a la costa norte de Noruega. Situadas a unos 150 km sobre el Círculo Polar Ártico, más al norte que la mayor parte de Siberia, o que el estrecho de Bering, en Alaska, las Lofoten están bañadas por la corriente cálida que sube del golfo de México, que templa las aguas y el clima.

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Un espectacular viaje por las Islas Lofoten hasta el Cabo Norte

Conforme el barco se acerca, comienzan a divisarse pinceladas de vida que salpican la abrupta desnudez de las montañas. Aquí y allá aparecen cabañas de vivos colores y pueblos de pescadores acurrucados entre acantilados de vértigo. Al llegar a puerto, aquellas lejanas rocas de cimas heladas se convierten en un hervidero de vida, ya que las Lofoten acogen a la mayor flota pesquera artesanal de bacalao del mundo, que tiene su máxima actividad durante el frío y oscuro invierno, y que en los meses estivales convive con una incipiente actividad turística.

El puerto de Moskenes, en la más meridional de las cuatro islas principales, es un buen punto para iniciar el recorrido. Muy cerca se emplaza Å, población de curioso nombre (es la última letra del alfabeto noruego) que marca el final, o el principio, de la Carretera del Rey (E-10), una espléndida ruta panorámica que recorre el archipiélago. Esta vía atraviesa las islas gracias a una sucesión de puentes y túneles, hilvanando bahías solitarias, fiordos que caen en picado y bellos pueblos de pescadores. En coche, en autobús o en bicicleta –el verano y el escaso tráfico son ideales para pedalear– se puede llegar hasta Svolvær, la capital oficiosa de archipiélago. Situada 130 km al norte de Å, acoge el principal aeropuerto y una de las paradas del Hurtigruten, la línea marítima regular que recorre diariamente el litoral noruego desde Bergen hasta Kirkenes, más allá del Cabo Norte.

Nada más poner el pie en la carretera rumbo al norte, salen al encuentro hermosos lagos que reflejan cumbres agrestes y pequeños pueblos pesqueros. Uno de ellos es Reine, con casas y calles dispersas entre un rosario de islitas que emergen al pie de los fiordos. En la villa Ramberg, en la isla de Flakstadøy, se puede pasear por playas de arena fina rodeadas de montañas y visitar su iglesia del siglo xvii, de madera y con un campanario de bulbo puntiagudo.

La cultura pesquera como parte del paisaje

Dispersos en lo alto de un montículo o en pleno centro de una población surgen los tendederos para secar el bacalao recién capturado. Estos andamiajes de madera donde se cuelga el pescado durante los meses cálidos representa la fisonomía de las Lofoten desde hace siglos, y no parece que esto vaya a cambiar. Otro elemento que también desafía el paso del tiempo son las cabañas de pescadores o rorbu, sencillos refugios pintados de rojo donde los pescadores pasaban las noches durante la temporada de faena, y que se han ido reconvirtiendo en hospedajes para turistas.

El secreto que se esconde detrás de esta ancestral cultura pesquera es el skrei, el bacalao del Ártico, muy apreciado en la alta cocina internacional. El skrei, que literalmente significa "nómada", migra cada año desde las heladas aguas del mar de Barents a las Lofoten. Esta larga travesía hace que los peces desarrollen una complexión poderosa, que en gastronomía se traduce en una carne de textura firme y jugosa. Considerado como el mejor bacalao del mundo, es la principal fuente de subsistencia de las islas desde tiempos inmemoriales, y cada mes de enero la llegada de grandes bancos de peces es todo un acontecimiento social.

Serpenteando entre roquedos que se precipitan al mar, el espectáculo de las Lofoten continúa hacia el norte. Un túnel de casi dos kilómetros conecta las islas de Flakstadøy y Vestvågøy, y aparecen pueblos de atmósfera marinera
como Kabelvåg, repleto de construcciones tradicionales y presidido por una imponente iglesia de madera.

Austvågøy es la isla que concentra mayor población y servicios, además de la ciudad más importante del archipiélago, Svolvær, en realidad una villa de 4.500 habitantes diseminada entre islotes y montes. Una dentellada en el litoral de esta isla forma el Trollfjorden, un estrecho fiordo de 2 km de largo y paredes acantiladas que se ponen casi al alcance de la mano. En verano, los barcos del Hurtigruten se adentran en el fiordo si el tiempo lo permite, a pesar de su estrecha entrada y de que parece imposible dar la vuelta al barco al final del fiordo.

La Carretera del Rey cruza el canal de Raftsundet para acceder al archipiélago de las Vesterålen, al norte de las Lofoten; o bien para adentrarse en tierra firme y, a través de un litoral escarpado y un vasto paisaje, llegar hasta el Cabo Norte, mítico para muchos viajeros que recorren Escandinavia.