Paraíso botánico
Aunque si por algo destaca este espacio protegido es por la riqueza botánica, con más de 1300 especies de plantas vasculares clasificadas, una quinta parte de todas las que crecen en la Península Ibérica. Entre ellas, reliquias posglaciares como la violeta de Cazorla o la carnívora Pinguicula vallisneriifolia, que con un pegamento natural atrapa los insectos que rondan los acantilados calcáreos sobre los que se afianza. Además, se dan el narciso más grande y el más pequeño (Narcissus longisphatus y hedraeanthus, respectivamente) de toda la Península, dos delicadas flores amarillas. Hay más plantas únicas de esta zona, que los aficionados buscan como niños en pos de huevos de Pascua.
En el paseo diletante por Cazorla, sin embargo, el viajero tiene escenarios menos específicos. Se fijará en la rectitud y grandeza del pino laricio, introducido aquí para proporcionar madera con la que levantar catedrales y armar barcos de guerra; hasta el punto de que esta zona de Jaén fue declarada Provincia Marina entre 1748-1836.
No es del más antiguo, pero sí el más llamativo: hay que buscar, entre los laricios, el Pino Galapán, un ejemplar de 600 años, espigado y buen mozo pese a su edad, que alcanza los 40 m de altura y los 17 m de perímetro de tronco. Empequeñece a los senderistas que se adentran por las cercanías del arroyo de Juan Fría.
Seguir el sendero GR-247, que lleva el nombre de Bosques del Sur, es una manera exhaustiva de conocer todos los hábitats del parque, desde las hondonadas del Tranco a los casi desérticos Campos de Hernán Perea, del nacimiento del Guadalquivir al del Segura. Este camino señalizado y habilitado con hasta once refugios ofrece una gran aventura circular para caminantes inveterados que no teman enfrentarse a los 479 km de itinerario (21 etapas) con el premio de transitar por la superficie arbolada más extensa de España. ❚