Aquella capital del Rus de Kiev, un reino que se considera la cuna de la cultura eslava moderna, fue una ciudad próspera, rica en edificios religiosos y con muchas influencias comerciales. De aquella época (entre el siglo VIII y el XII) hoy sobreviven edificios que son patrimonio de la humanidad que, con los años, se han ido acompañando por otros monumentos que ahora definen una ciudad que lleva décadas reivindicándose como la metrópolis de Ucrania.