Cuando la persecución sefardí comenzó con los Reyes Católicos, Portugal se convirtió durante algún tiempo en tierra de refugio. Al menos, hasta que D. Manuel también decretó su expulsión en el país vecino. Aunque no todos se marcharon. Algunos siguieron viviendo entre sombras. Hoy el patrimonio judío ha quedado como fiel testimonio de aquella época convulsa.
Recorrer los pueblos de la Red de Juderías de Portugal supone descubrir la existencia de una comunidad sorprendente. No sólo antiguas sinagogas convertidas en museos, también el entramado de calles empedradas y estrechas por las que parece no haber pasado apenas los siglos, casas con arcos ojivales, símbolos secretos en las entradas y alguna que otra leyenda contribuyen a crear una poderosa atmósfera, como si en lugar de un viaje en el espacio, se hubiera hecho en el tiempo.