En la antigua colonia textil de Cal Rosal, un convento de monjas de finales del siglo XIX cambia su “c” inicial por una “k” rompiendo con las formas del recuerdo. Convertido en centro artístico multidisciplinar, este recinto ubicado en el sur de Berga –capital de la comarca del Berguedà, en la Cataluña interior–, es también un referente en trascender los límites de lo que se entiende por espacio.