
Lo remarcan para que no haya ninguna duda: “Ciudad de Frías”, eso es lo que se lee al entrar en la página web del ayuntamiento. Y es que esta localidad de Burgos puede llevar a engaño: parece un pueblo por tamaño, pero tiene todo el derecho a ser considerada una ciudad. Frías, capital del valle de Tobalina, se convierte en villa y alcanza la categoría de ciudad con Juan II de Castilla, en 1435.
Frías está en plena comarca de Las Merindades, a sólo una hora en coche de la ciudad de Burgos. Desde lejos su silueta no deja de asombrar, pero es desde cerca, una vez que se traspasa el puente medieval fortificado sobre el Ebro, que se disfruta de un hermoso (y pequeño) casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico. De esplendoroso pasado histórico, hoy apenas 300 habitantes se reparten por las diferentes callejuelas que, de normal, se muestran tranquilas. Hay más monumentos que hacen fácilmente identificable a Frías, como su castillo recortado en el horizonte y las vertiginosas casas colgadas. Sí, no sólo Cuenca iba a ser la única en desafíar al abismo.

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Bajo la colina espera el puente medieval de Frías, una de las joyas arquitectónicas de la provincia de Burgos. Construido en el siglo XII, esta portentosa pasarela se alza sobre el río Ebro y se compone de seis arcos de medio punto. Fue construido en piedra de sillería y es un ejemplo impresionante de la habilidad y la técnica de los antiguos constructores. Además de su valor histórico y arquitectónico, impresiona por sus vistas impresionantes del paisaje circundante. A ello hay que sumarle su perfecto estado de conservación que demuestra que no solo se construyó bello, también estable.

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Para completar la visita a Frías, nada como acercarse hasta la cercana Tobera, un pequeño pueblo rodeado de un impresionante paisaje natural. Aquí brilla con luz propia la Ermita de Santa María de la Hoz, un hermoso santuario que data del siglo XII y que se encuentra en medio de un desfiladero. Para llegar hasta su puerta, un pequeño camino empinado y rocoso asciende poco a poco mientras regala panorámicas impresionantes de los alrededores. El santuario cuenta con una fachada de estilo románico que presenta una decoración escultórica detallada y hermosa. Dentro de la ermita, el viajero puede admirar las hermosas pinturas murales que datan del siglo XIII y que representan diversas escenas de la vida de Jesús.