
El río Reuss templa sus aguas glaciares al llegar a la medieval Lucerna y desembocar en el «mar» de la Suiza central: el lago de los Cuatro Cantones o de Lucerna, la ciudad más importante de esta región durante siglos. El Kapellbrücke, un puente de madera con una pétrea torre octogonal de piedra, cruza de una orilla a otra desde el siglo XIV. En la ribera norte se erigen las murallas que protegen el casco antiguo, el león esculpido en roca que recuerda lejanas batallas, precisos relojes y plazas con edificios de épicos murales, torres catedralicias, un casino y los primeros coches suizos, hoy piezas de museo. En la orilla meridional despunta la cubierta del Kultur und Kongresszentrum Luzern (KKL), un edificio de cristal y acero diseñado por Jean Nouvel que, desde 2000, aloja conciertos, exposiciones y encuentros gastronómicos.
El mejor contraste arquitectónico a esta ciudad medieval hay que buscarlo en el majestuoso barroco de la iglesia más visitada del país, dentro de la abadía benedictina de Einsiedeln. Este conjunto, erigido entre 1704 y 1735 sobre un monasterio más sencillo, se sitúa 60 kilómetros al sudeste de Lucerna. El barroco, con sus frescos y su imaginería dorada, impregna todas las salas, desde la iglesia hasta la biblioteca y la Gran Sala.
Los colores del lago
El barco de vapor es el medio más romántico para recorrer las esquinas de los cuatro cantones suizos que dan nombre al lago: Lucerna, Uri, Scwyz y Unterwalden, ahora desdoblado en dos. Estas naves todavía mueven sus ruedas de palas para surcar unas aguas que cambian de color según el lugar desde donde se observan. Así, un azul marino desde la cubierta superior nada tiene que ver con esos azules plomizo, prusiano, cian o incluso verde esmeralda que tiñen las aguas cuando son vistas desde tierra o desde el teleférico del monte Pilatus (2.132 m). Kriens, el suburbio meridional de Lucerna, sirve de lanzadera a las cabinas que coronan su cima. Una parada intermedia en Fräkmüntegg permite deslizarse por el tobogán más largo de Suiza, de 1,4 kilómetros.
A poca distancia se halla otro monte impresionante, el Stanserhorn, accesible desde Lucerna en tren o coche. Dispone de un funicular vintage que imita al que ya ascendía en 1893 y también modernas cabinas descapotables que vuelan hasta el restaurante giratorio de la cima, donde la vista se pierde ante el asombroso paisaje alpino que se extiende un centenar de kilómetros a la redonda.
Hay quien asegura que la mejor panorámica del lago se consigue desde el monte Bürgenstock (1.127 m), en cuya capilla Audrey Hepburn y Mel Ferrer contrajeron matrimonio en 1954. El ascensor panorámico Hammetschwand comunica el mirador de la cima con la senda que bordea la montaña.
Recorriendo el lago por esta orilla meridional se alcanza, tras una veintena de kilómetros, la localidad de Emmetten. Allí, varias rutas ciclistas señalizadas por colores y nivel de dificultad congregan a aficionados de toda índole atraídos por el complejo Bike Arena Emmetten, un parque ideado para pedalear sobre trampolines, puentes y pistas de madera en las estribaciones del lago.
La tierra de Guillermo Tell
Algo más adelante y ya dentro del cantón de Uri, la localidad de Bauen exhibe con orgullo su condición de cuna de Alberich Zwyssig, el sacerdote que compuso el himno nacional de Suiza en 1841. Historia y leyenda se mezclan a estas alturas del lago, pues aquí se sitúan las hazañas de otro héroe nacional: Guillermo Tell. En el siglo XIII, Tell, seguro de su puntería y del respaldo de su pueblo, desafió al gobernador regional y logró esquivar la cárcel tras realizar con éxito el valiente disparo a la manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo.
Un transbordador conecta Bauen con el pueblo de Rütli en apenas 40 minutos, aunque también se puede caminar siguiendo el itinerario de Guillermo Tell, de 9 kilómetros y unas 3 horas de duración. Dicen que la Confederación Helvética se forjó en un prado del monte Rütli cuando, en 1291, representantes de los cantones de Uri, Schwyz y Unterwalden realizaron un juramento de ayuda mutua para contener los planes de Rodolfo de Habsburgo, empecinado en dominar el territorio. Desde el siglo XIX, dicho prado es el escenario cada verano de un encuentro de cantos patrióticos.
Muchos senderistas emprenden la búsqueda del origen confederado a través de la ruta conocida como Weg der Schweiz (el Camino de Suiza). Esta caminata de 35 kilómetros repartidos en siete etapas bordea el lago desde el prado de Rütli hasta Brunnen, pasando por las poblaciones de Flüelen y Sisikon, y recalando en granjas y queserías tradicionales donde es posible degustar el sabroso queso alpino de la zona. La ruta se puede acortar tomando el barco que atraviesa el brazo del lago denominado como Urnersee.
La reina de las cumbres
El agua azul y las montañas tapizadas de verde componen el escenario que envuelve la carretera que bordea el Unersee hasta llegar a Vitznau. Esta población se asienta entre las orillas lacustres y la «reina de las montañas», el monte Rigi. En apenas media hora, los trenes cremallera suben hasta los 1.798 metros de altitud de la cumbre, donde cualquiera se rinde ante el panorama alpino al que se asoma. Durante los siglos xviii y xix, los viajeros adinerados contrataba en la vecina localidad de Weggis a corpulentos porteadores para subir la montaña en litera. En 1897, el escritor estadounidense Mark Twain vivió con su familia una temporada en un pequeño palacete de Weggis y, durante aquella estancia, ascendió el Rigi a pie. Hoy en día lo recuerdan diversos paneles dispuestos a lo largo de la senda de 12 kilómetros que lleva su nombre y que asciende hasta la estación de Rigi Kaltbad (1.450 m), parada del tren cremallera que conduce hasta la cima del monte.
De regreso a Lucerna, todavía queda una visita imprescindible: el castillo lacustre de Meggenhorn. Su interior permanece tal y como los últimos propietarios se lo entregaron a la comuna de Meggen, de ahí que los actuales visitantes puedan conocer la vida acomodada y distinguida de los residentes que en el siglo XIX pasaban sus veranos a orillas del gran lago de los Cuatro Cantones.
PARA SABER MÁS
Documentos: El DNI o el pasaporte.
Idioma: alemán, francés, italiano y romanche.
Moneda: franco suizo.
Cómo llegar: Hay vuelos regulares hasta Zúrich, Basilea y Ginebra, ciudades conectadas por ferrocarril con Lucerna. El tren panorámico Golden Pass lleva hasta Lucerna. La alternativa al avión es el tren nocturno Pau Casals, que conecta Barcelona con Ginebra y Zúrich.
Cómo moverse: El coche de alquiler es la opción más cómoda para recorrer el entorno del lago. Desde Lucerna parten los cruceros y los vapores que cruzan hasta el Unersee. El Swiss Travel System ofrece abonos combinados para viajar en tren, barco , teleférico y funicular. El Tell Pass de Lucerna (2-5 días) permite viajar en el transporte público de la ciudad y ofrece diversos descuentos.
Turismo de Luzerna