Lanzarote es una isla extraordinaria e inesperada. Sus carreteras son silenciosas; sus playas, vírgenes incluso en temporada alta y su gastronomía bebe de unos ricos caladeros y de unos curiosísimos vinos. Con esta carta de presentación es inevitable plantear: ¿es necesario hablar siempre de las obras de César Manrique y de las singularidades volcánicas de Timanfaya? La respuesta está a continuación.