Laos ha sido durante décadas «el país olvidado» de Indochina. Esto le permitió preservar sus tradiciones, sus junglas, el misticismo de sus monjes y una atmósfera entre romántica y misteriosa.
Unas pinceladas de historia ayudan a contextualizar el «olvido» en que han vivido los laosianos, que proclamaron su independencia en 1953, lo que no impidió que, como en toda Indochina, el país se hundiera en la violencia. Mientras el mundo entero observaba conmocionado la guerra de Vietnam, pocos sabían que Estados Unidos también estaba librando una guerra secreta devastadora en Laos y Camboya.
Ningún país ha sufrido unos bombardeos tan brutales como Laos. En cuanto las tropas norteamericanas huyeron de Saigón, la guerrilla comunista del Pathet Lao –todavía en el Gobierno– entró en Luang Prabang, depuso al rey, prohibió el budismo, estableció la República Democrática Popular de Laos y la cerró a cal y canto. Solo en la década de 1990 se inició una tímida apertura, al tiempo que se restableció y reformó el budismo para impulsar el nacionalismo lao.