Entre samis

Laponia, viaje a uno de los últimos grandes espacios salvajes de Europa

En la región donde reinan las auroras boreales se puede vivir una de las experiencias naturales más intensas de Europa.

Llanuras punteadas por miles de lagos y riachuelos donde el silencio se impone y la mirada se pierde en un bosque de coníferas sin fin. Los habitantes originales de estas tierras son los sami, un pueblo nómada que lleva miles de años pastoreando sus renos en las heladas planicies repartidas hoy entre Finlandia, Noruega, Suecia y Rusia. Por eso cualquier ruta que pretenda comprender lo que es Laponia deberá ser, como las migraciones de los sami, transnacional.

 
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Rovaniemi, capital de la Laponia finlandesa

Este es el inicio de un viaje que se interna por la Laponia noruega hasta el mítico Cabo Norte. En esta ciudad todo está preparado para disfrutar del frío y la nieve, desde sus hoteles forrados de madera –donde nunca falta una chimenea y una sauna– hasta los paseos en trineo de renos o en motonieve, y las excursiones a la luz de la luna con esquís o raquetas que finalizan con una cena a base de carne de reno en una tienda sami. Además, Papá Noel tiene en esta ciudad su casa, su oficina y su estafeta de correos.

 
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Laponia en verde

El viaje toma rumbo a Luosto, una pequeña aldea de cabañas de troncos de madera situada 110 kilómetros al norte de Rovaniemi. Ha crecido gracias a su proximidad al Parque Nacional de Pyhä-Luosto y a su estación de esquí. A partir de aquí hacia el norte el paisaje se va haciendo cada vez más puro y límpido, con lagos helados, brezos del Ártico, bosques de píceas, águilas doradas y manadas de renos que ponen una nota de vida en el manto níveo.La ruta pasa por Ivalo, importante centro administrativo y comercial en el norte finlandés, y después por la localidad de Inari, en la ribera del gran lago homónimo, en la cual vive una gran población de samis.

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La capital de los sami

Tras cruzar la frontera y, a solamente 18 kilómetros remontando el río Tana, aparece Karasjok, capital de la cultura lapona en Noruega.Como todas estas ciudades norteñas, Karasjok presenta un urbanismo moderno, adaptado a los rigores climatológicos. Lo que la hace especial es que sea el centro político y social sami, cuya máxima institución es el Samediggi o Parlamento, fundado en 1989. El de Karasjok es más importante que el sueco y el finlandés, porque de los 80.000 samis censados, unos 50.000 viven en Noruega.

Pero que nadie espere ver en Karasjok a los sami vestidos con pieles y pastoreando sus renos en trineos de madera. La mayoría trabaja ahora en el turismo y en actividades relacionadas con el aire libre. A principios de siglo XX hubo intentos de asimilación y aculturización de esta minoría, a la que muchos nórdicos despreciaban –el término «lapón», gente con ropas pobres, se considera peyorativo–, pero tras la Segunda Guerra Mundial triunfó el reconocimiento de su identidad cultural. Todo esto se explica en el Museo Nacional Sami y en el Sami Park, un parque temático un tanto teatralizado donde también se puede conocer la vida de este pueblo de una manera más lúdica.

 
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Lo más al norte posible

Desde Karasjok queda un largo tramo bordeando bosques y lagos helados hasta alcanzar Honningsvag, puerta al mítico Cabo Norte. Primero habrá que atravesar el túnel que salva el mar del Norte y comunica la isla de Magerøya, donde está ubicada la ciudad más septentrional del continente europeo. El cabo se encuentra en el otro extremo de la isla, al final de una carretera permanentemente abierta por las máquinas quitanieves. Si se alcanza el paralelo 71º 10’ 21’’ fuera de la temporada veraniega, cuando hay tanta gente que el lugar pierde la magia, uno tiene la sensación de haber llegado al confín del planeta, un paisaje sin árboles ni matorrales, solo piedra desnuda, nieve y viento.

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Alta y la conquista del Círculo Polar Ártico

De vuelta hacia el sur por el litoral aparece Alta, capital de la provincia noruega de Finmark. La costa que envuelve la ciudad es una sucesión de fiordos, islotes y acantilados que hablan de la tenacidad de los nórdicos por conquistar estos territorios situados por encima del Círculo Polar Ártico, en la misma latitud que Siberia, Alaska y Groenlandia. Su colonización en el siglo XVIII fue posible gracias a la corriente del Golfo, un flujo de agua marina que nace en el golfo de México y que lleva aguas cálidas hasta este extremo de Europa; por eso la costa no se hiela en invierno y los barcos pueden navegarla a lo largo de todo el año.

Alta ofrece alicientes muy diversos. Para disfrutar de los deportes invernales nada mejor que pasar una jornada en el Friluftspark, donde se pueden practicar todo tipo de actividades al aire libre. Igual de imprescindible resulta visitar el Museo de Alta y contemplar los acantilados llenos de petroglifos y relieves tallados en la piedra hace más de 6.000 años por los primeros habitantes de esta región. Estos inquietantes vestigios, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, comparten espacio en el museo con un fenómeno igual de sorprendente y que habremos podido ver ya seguro alguna noche: la aurora boreal.

 
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Territorio de auroras boreales

En invierno, toda Laponia es territorio de auroras. Ver una es como asistir a una performance en la que cada actuación es única, irrepetible. No hay dos auroras iguales, ni la seguridad de que se producirá en un punto determinado. Ésa es parte de su magia y su misterio. Normalmente empieza como un arco alargado que se extiende de este a oeste. Poco a poco esa línea curva se va desdoblando en formas variadas, rizos, banderolas, cintas con varias capas de colores... Otra veces se deshace en fajas verticales que semejan haces de luz proyectados desde el mismo cielo. El espectáculo puede durar toda la noche o apenas unos minutos.

 
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Trømso: finde viaje (o inicio de más aventuras)

El viaje finaliza en Trømso, la ciudad más grande del norte de Noruega y, sin duda, una población rabiosamente joven. De sus 60.000 habitantes, 15.000 son universitarios venidos de todo el país. En la década de 1970 el gobierno noruego decidió crear en este lejano norte una gran universidad para frenar la sangría de gente joven que, ante la falta de posibilidades para seguir sus estudios, emigraba al sur y a Oslo, la capital. La iniciativa resultó todo un éxito.

 

Tras cruzar toda Laponia, el viajero encuentra en Trømso una ciudad perfecta para disfrutar de buenos restaurantes, de actividades y también de museos curiosos como el Polar Museum, dedicado a la exploración ártica, con especial atención a Roald Amundsen (1872-1928), conquistador del Polo Sur y del Paso del Noroeste. Para terminar el viaje, es fácil caer en la tentación de dar un paseo en trineo de perros a través de los bosques nevados que abrazan la ciudad.