Como un hilo líquido y precioso, el río Loira hilvana poblaciones medievales, abadías, viñas, bodegas y casas excavadas en la roca caliza. Vista desde el agua, mientras se navega a bordo de una barca de quilla plana, se diría que la región del Grand Saumur siempre ha respirado esta calma; que sus casas surgieron de forma espontánea así de coquetas, que las viñas nacieron ya alineadas, dispuestas a dar el fruto con que se elaboran algunos de los vinos más sabrosos de Francia.
El curso que hoy parece tan manso fue hace siglos motivo de disputa constante por su valor como vía de transporte y de control del territorio. En sus riberas se erigieron fortalezas que cobraban aranceles, pueblos de artesanos y pescadores, abadías rodeadas de viñas y castillos señoriales.