Más allá del Nilo

Los oasis de Egipto que dejan de estar prohibidos

Tras ser calificados como zonas seguras, algunos de los oasis del Desierto Occidental vuelven a ser accesibles

Más allá del Nilo, el país de los faraones extiende sus fronteras hasta los confines del Gran Mar de Arena, al oeste, y el Mar Rojo, al este, atravesando territorios desérticos prácticamente deshabitados en los que se encuentran paisajes de gran belleza y valor natural, monasterios coptos anclados en la Edad Media, vestigios de antiguos océanos y oasis legendarios como Siwa, donde a Alejandro Magno le fue revelado que era hijo del dios Amón. 

Oasis de Siwa
Oasis de Siwa / Foto: iStock

Tras las movilizaciones de la Primavera Árabe y la inestabilidad política que se instauró en buena parte del norte de África, Egipto ha mantenido grandes restricciones para acceder al Desierto Occidental y sus oasis durante más de una década. Sin embargo, en los últimos tiempos, las autoridades egipcias han flexibilizado la obtención de permisos para visitar algunas de estas zonas remotas del país, y organismos como el Ministerio de Relaciones Exteriores británico las ha calificado recientemente como zonas seguras. Así pues, algunos de los oasis del Desierto Occidental vuelven a ser accesibles y, a través de ellos, Egipto nos muestra su cara más desconocida e insólita ¿Con qué lugares se encuentra el viajero si se aventura a viajar a estos lugares que hay más allá del Nilo?

Oasis de Siwa
Oasis de Siwa / Foto: iStock

Siwa, el egipto más desconocido

Para alcanzar el Oasis de Siwa, el más septentrional de todos los oasis, hay que recorrer los 600km de carretera asfaltada que separan Alejandría del oasis. Para ello son necesarias cerca de ocho horas de trayecto por una carretera monótona que recorre la costa mediterránea, primero, y se adentra en el desierto, después. Durante el recorrido se pasa por lugares como El Alamein, donde cementerios y memoriales nos recuerdan el decisivo episodio que tuvo lugar allí durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas de Rommel y los aliados se enfrentaron y se decidió la suerte del norte de África a favor de los aliados. Actualmente, frente a la costa mediterránea de El Alamein se están construyendo innumerables complejos turísticos y grandes edificios que en poco tiempo cambiarán la fisonomía del lugar.

Templo del oráculo de Amón en el Oasis de Siwa / Foto: David Rull
Templo del oráculo de Amón en el Oasis de Siwa / Foto: David Rull

El oasis de Siwa está ubicado en una depresión cercana a la frontera de Libia, en el límite septentrional del Gran Mar de Arena, es decir: al borde de una de las zonas más áridas del Sáhara. Paradójicamente, la abundante agua que hay en el subsuelo de la región ha creado dos grandes lagos salados: el Birket Siwa y el Birket Zeitun. Alrededor de los lagos, se extienden palmerales, huertos y olivos que, desde tiempos remotos, han sido el sustento de las poblaciones bereberes que han habitado en el oasis: los siwis. En la capital del oasis, Shali, se halla una antigua fortaleza de adobe que recientemente ha sido restaurada por el servicio de antigüedades. No muy lejos de Shali, la pequeña población de el-Aghurmi alberga el Templo del Oráculo de Amón. Según la leyenda, Alejandro Magno supo que era hijo del dios tebano en este mismo lugar. Las tumbas de la necrópolis que hay en Djebel Mawta (“Montaña de la Muerte”) nos confirman que algunos griegos, como un personaje que se llamaba Siamón, vivieron en este aislado oasis.

El Hayz en Oasis de Bhariya / Foto: David Rull
El Hayz en Oasis de Bhariya / Foto: David Rull

Pero en Siwa no solo encontramos historia y arqueología, el oasis también es una de las puertas de acceso a las dunas del Gran Mar de Arena y a alguna de las fuentes de aguas sulfurosas que surgen en medio del desierto, como la famosa Bir Wahid. Asimismo, el oasis acoge uno de los alojamientos más sostenibles de Egipto: el ecolodge Adrere Amellal. Situado a la orilla del Birket Siwa, frente a las dunas del desierto, el Adrere Amellal es un buen lugar para perderse y alejarse del progreso.

Templo de Alejandro Magno en el Oasis de Bahariya / Foto:Shutterstock
Templo de Alejandro Magno en el Oasis de Bahariya / Foto:Shutterstock

Bahariya y el valle de las momias

El Oasis de Bahariya está a poco más de cuatro horas del Cairo. Aunque es uno de los oasis más pequeños del Desierto Occidental, en el pasado tuvo una gran importancia como lugar de paso de las rutas caravaneras que unían el valle del Nilo con Libia. Las tumbas de la necrópolis de Qaret Qasr es-Selim, construidas durante la XXVI dinastía y decoradas con bellas escenas funerarias, nos lo confirman. Y es que los habitantes de Bahariya siempre supieron que bajo sus pies habitaban extraños seres –tal vez jinns– que, de vez en cuando, les recordaban su silenciosa existencia cuando un burro hundía una pata sobre una antigua galería subterránea. Asimismo, durante la época grecorromana el oasis tuvo una gran importancia como productor de vino, aceite y cereales, tal y como la atestiguan los centenares de momias intactas encontradas en el Valle de las Momias de Oro por parte de un equipo de arqueólogos egipcios, en 1996.

Fósil de estrella de mar en el Gran Mar de Arena / Foto: David Rull
Fósil de estrella de mar en el Gran Mar de Arena / Foto: David Rull

el templo de Alejando Magno

Al sur del oasis el suelo adquiere una tonalidad oscura a causa de la presencia de minerales como el hierro y el manganeso. Su nombre en árabe, Sahara Suda (“Desierto Negro”), no puede ser más obvio. Entre montículos negros de forma cónica, el pueblo de el-Hayz es una de las poblaciones que mejor ha conservado la esencia de la vida tradicional de los habitantes del oasis. Allí se esconde el minúsculo Templo de Alejandro Magno, el único templo que erigió el rey macedonio en territorio egipcio, probablemente cuando éste regresaba del oasis de Siwa.

Desierto Blanco en el Oasis de Farafra / Foto: Shutterstock
Desierto Blanco en el Oasis de Farafra / Foto: Shutterstock

El oasis de Farafra y el desierto blanco

Desde Bawiti, la capital del Oasis de Bahariya, hasta Qasr Farafra, la capital del Oasis de Farafra apenas hay 200km de carretera asfaltada. Durante las dos horas de trayecto, el oscuro desierto de Bahariya deja paso a uno de los paisajes más sorprendentes del Desierto Líbico: el “Sahara Beda” o Desierto Blanco. Declarado Parque Nacional en el año 2003, actualmente es una zona protegida a la que solo se puede acceder en vehículo 4x4 y con un permiso del parque. En el interior de la zona protegida destacan lugares como el profundo valle de el-Aqabat –“El paso” que conecta las depresiones de Bahariya y Farafra–, la fuente de Aïn Khodra –en la que se detenían las antiguas caravanas para reponer agua–, o las caprichosas formaciones rocosas que el viento y la erosión han creado sobre el suelo calcáreo que fue un antiguo fondo marino. Asimismo, el parque nacional es el refugio de especies animales en peligro de extinción como las gacelas Rim, y otros como las gacelas Dorca, fenecs o gatos de las arenas.

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