A Ourense siempre le ha marcado su caprichosa orografía. El haber estado regada por ríos escultores ha hecho que sus colinas se volvieran más vertiginosas y bellas si cabe. Pero en este curioso paisaje no solo brilla la viticultura heroica, el termalismo o los escarpados cañones. También los pueblecitos que no se conformaron con domesticar el entorno, sino destacar en él.