Desde lo alto de la sierra de Collserola, en la antigua vía romana que iba de Ampuries a Tarragona, Bernat contempló la libertad y, por primera vez en sus 27 años, el mar en toda su plenitud. A los pies de la montaña, la ciudad y sus cientos de construcciones como “una colmena rodeada de murallas, salvo por el lado de mar”. Así es la llegada del protagonista de La Catedral del Mar, el exitoso best seller de Ildefonso Falcones, a la Barcelona del siglo XIV. La novela hizo famosa a una catedral que en realidad no lo es; pero que no importa, porque su belleza y sus secretos la convierten en una de las coordenadas imprescindibles de las Barcelona más literaria.
La Catedral del Mar es en realidad una basílica, la basílica de Santa María del Mar. Visitarla supone una inmersión en el ambiente del barrio de La Ribera que, entre los siglos XIII y XV fue algo así como el Wall Street de Barcelona. Si en la Edad Media, el barrio fue el corazón económico de la ciudad y concentró artesanos y gremios, hoy las calles alrededor de la basílica acogen los talleres de artistas, restaurantes y tiendas de moda.