Los lugares Patrimonio de la Humanidad preferidos de Viajes National Geographic

Los redactores y expertos del medio referente de viajes seleccionan sus bienes naturales y culturales preferidos.

El 16 de noviembre de 1972 la UNESCO, en su 17ª reunión, firmaba la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. En dicho acuerdo, aprobado por todos los miembros, se ponía las bases de los bienes Patrimonio de la Humanidad. Es decir, de aquellos cuya singularidad y valor transcienden a los intereses de una nación y tienen que ser preservados por toda la humanidad. Seis años después se celebró la reunión en la que se seleccionaron a los primeros monumentos y espacios naturales merecedores de este galardón. España, que registró sus primeros bienes ya en 1979, es actualmente el tercer país con más lugares protegidos a nivel internacional gracias a sus 49 sitios patrimonio de la humanidad entre los que destacan 15 ciudades y 13 barrios

Desde entonces, la mayoría de los países forman parte de este listado VIP en el que se pone de relieve el valor universal de estos lugares que son capaces de emocionar y de enamorar a los viajeros. Por eso, en la redacción de Viajes National Geographic hemos recopilado aquellos lugares que, de alguna manera u otra, han cambiado nuestra forma de ver el mundo. 

1 /32
Parque Nacional del Vatnajökull (Islandia)

Foto: iStock

1 / 32

Parque Nacional del Vatnajökull (Islandia)

En el Vatnajökull todo es gigantesco. Su superficie de 8.050 km2 podría cubrir la comunidad de Madrid o la provincia de Barcelona bajo una capa de hielo de 400 metros de espesor. Pero el Vatnajökull («glaciar del agua») no es un glaciar que serpentea por un valle, sino un enorme escudo de hielo que recubre una altiplanicie montañosa donde las cumbres más altas de Islandia rasgan su gran edredón blanco. Lo que suele contemplar quien se acerca al Vatnajökull son los glaciares de valle que brotan como patitas de esa gran masa helada. Desde el Parque Nacional de Skaftafell se descubren varios de ellos. El Breidamerkurjökull es el más fotogénico: incluso los autobuses de línea se detienen para que los pasajeros contemplen la laguna de Jökulsárlón, en la que el glaciar se desgaja en prodigiosos icebergs azulados. Rumbo oeste aparecen sucesivamente el Skálafellsjökull, el Heinabergsjökull, el Fláajökull o el Hoffellsjökull. Cualquiera de ellos empequeñecería a sus hermanos de los Alpes, hoy en dramático retroceso.

Josan Ruiz, director de Viajes National Geographic

Sistema de lagos de Kenya en el Gran Valle del Rift

Foto: Shutterstock

2 / 32

Sistema de lagos de Kenya en el Gran Valle del Rift

La geología requiere mucha imaginación y África la alimenta con creces. En 1893 el geólogo John Walter Gregory, explorando los lagos Naivasha y Baringo, se topó con una impresionante escarpadura. Tras estudiarla, comprendió que aquel valle no se había formado por el vaciado de las rocas que lo rellenaban, sino por un desplome masivo del suelo mientras los terrenos vecinos mantenían su nivel. Más o menos, como si un puente se viniera abajo al no poder soportar la tensión producida por el alejamiento gradual de sus orillas. Había más valles así en la Tierra, pero ninguno como aquel. De ahí viene el nombre de Gran Valle del Rift («foso») con que Gregory lo bautizó. Los paisajes del Rift, con sus cornisas paralelas entre las que se abren planicies donde pastan manadas de herbívoros, se graban en la retina de quien los contempla. En 2011, el sistema de lagos de Kenia en el Gran Valle del Rift fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Comprende tres lagos salinos comunicados entre sí: el Bogoria, el Nakuru y el Elmenteita, que acogen una impresionante diversidad de especies de aves.

Josan Ruiz, director de Viajes National Geographic

Taj Mahal (India)

Foto: iStock

3 / 32

Taj Mahal (India)

El templo tradicional hindú es una estructura maciza cuyo fin no es ofrecer un amplio espacio vacío para el culto, sino evocar la forma de una montaña sagrada que protege una cueva donde late un hálito de luz divina. El Taj Mahal es una lección de cómo el arte mogol, de origen persa, logró integrar la esencia de la arquitectura hindú. La cúpula del mausoleo evoca el símbolo hindú del capullo de loto emergiendo de las aguas, mientras la cripta encierra una semilla de eternidad. Con el Taj Mahal («la corona de Mahal»), Shah Jhan quiso plasmar el amor por su esposa Mumtaz Mahal, fallecida al dar a luz a su decimocuarto hijo. Cuenta Titus Burckhardt que el amor a la mujer en los aspectos más profundos de su ser tenía que expresarse en algún lugar del arte del islam. No pudiendo ser representado en una imagen, acabó inspirando un monumento que solo en tierra india podía darse y cuya pureza y gracia evocan la faceta infinitamente receptiva de la naturaleza femenina. El jardín rectangular persa en cuyo estanque se refleja el Taj Mahal evoca el paraíso islámico, surcado por cuatro ríos. Los versículos coránicos y las incrustaciones de mármol y piedras preciosas del edificio transmiten una sensación etérea y celestial. La sala octogonal central se une en cruz a otras cuatro, formando un rosetón que aúna el mandala hindú y símbolos del arte islámico. La tumba de Mahal está debajo. Al contemplarlo de noche, el Taj Mahal parece estar hecho de la misma sustancia que la luna llena.

Josan Ruiz, director de Viajes National Geographic

Gran Cañón (Estados Unidos)

Foto: Shutterstock

4 / 32

Parque Nacional del Gran Cañón (Estados Unidos)

La primera visión del Cañón del Colorado deja sin palabras, luego se hace difícil partir. La naturaleza ha creado aquí un bajorrelieve de dimensiones épicas: un foso de 1600 metros de profundidad, 440 km de largo y hasta 30 km de ancho. La interminable gradería de estratos que las aguas del Colorado empezaron a sacar a la luz hace apenas 6 millones de años se gestó en buena parte bajo el mar. La elevación de la meseta de Colorado facilitó la titánica labor erosiva del río. De abajo a arriba, este libro de geología a cielo abierto registra eventos acaecidos entre hace 2000 y 200 millones de años. Las páginas más recientes –a partir del Jurásico– faltan, pues fueron deshojadas por los elementos. El borde norte es el más elevado (2500 m) y acoge los bosques más profundos. Quien accede por él a la cornisa tiene la sensación de salir de un espacio oscuro para asomarse al piso principal de un teatro totalmente iluminado. La nieve y las lluvias son aquí más copiosas. La cornisa sur recibe al 90% de visitantes y es la mejor acondicionada. Conviene dedicar al menos dos días a disfrutar de los distintos miradores. La puesta de sol, con la luz tejiendo sinfonías en los cortinajes de piedra, y el amanecer, cuando el silencio del Gran Cañón absorbe todos los sonidos, son los momentos más sobrecogedores.

Josan Ruiz, director de Viajes National Geographic

Garajonay, La Gomera (España)

Foto: Shutterstock

5 / 32

Parque Nacional de Garajonay, La Gomera (España)

La Gomera es una isla vertical, una fantasía de cornisas y cuestas laboriosamente abancaladas por la población. Su forma es la de media naranja, hendida por los barrancos que parten de la cumbre de Garajonay como los radios de una bicicleta. En la vertiente norte crecen los bosques de laurisilva más grandes y mejor conservados de Canarias. Eso permitió que el Parque Nacional de Garajonay se convirtiera en 1986 en el primer enclave natural español declarado Patrimonio de la Humanidad. La laurisilva es más afín a un bosque tropical que a uno templado y se da en otros continentes, pero lo que en Europa conocemos mediante fósiles en La Gomera constituye una formación vegetal viva. Lo más notorio es que la laurisiva gomera existe porque destila más agua de la atmósfera de la que consume. Bajo el dosel arbóreo, los líquenes y los musgos –en La Gomera crecen centenares de especies– tapizan cualquier superficie libre de hojarasca, mientras la niebla baila y cambia de forma peinada por el viento. Si esta se retira y brilla el sol, el paisaje pierde parte de su hechizo. Mantener los bosques de las cumbres tras la conquista española permitió preservar los manantiales que hacían posible la agricultura barranco abajo. La pequeña isla de La Gomera cuenta hoy con 650 km de senderos muy bien señalizados y es un paraíso para caminantes.

Josan Ruiz, director de Viajes National Geographic

Angkor (Camboya)

Foto: iStock

6 / 32

Angkor (Camboya)

La capital del antiguo Imperio jemer, que dominó gran parte del Sudeste Asiático entre los siglos IX y XIV, fue abandonada en el siglo XV y se perdió en la jungla hasta que el naturalista francés Henri Mouhot la «redescubrió» en 1860. En sus 400 km2 de extensión Angkor despliega centenares de templos, pero destacan dos conjuntos: Angkor Wat, un gran recinto monástico que siempre ha estado habitado y la ciudad fortificada de Ang­kor Thom. La Unesco declaró Angkor Patrimonio Mundial en 1992 porque es una obra cumbre del arte hindú y la mayor edificación religiosa del mundo. Se localiza en el norte de Camboya y la ciudad más próxima es Siem Reap, cuyo aeropuerto recibe vuelos diarios de Vietnam, Tailandia y Myanmar.

Sandra Martín, jefa de redacción de Viajes National Geographic

Los Glaciares (Argentina)

Foto: Shutterstock

7 / 32

Los Glaciares (Argentina)

La Patagonia argentina alberga en su sector más meridional una increíble colección de glaciares, agrupados en torno al inmenso Lago Argentino y delimitados por picos gigantescos que marcan la frontera con Chile. El Parque Nacional de los Glaciares, declarado Patrimonio Mundial en 1981, reúne 346 glaciares, de los cuales 47 son de gran magnitud, como el Onelli, el Upsala, el Spegazzini y el Seco, que pueden contemplarse durante una salida en barco por el lago Argentino. La estrella, sin embargo, es el glaciar Perito Moreno, el más accesible y fácil de observar desde una red de miradores. Tiene 250 km2 de superficie, 30 km de largo, 60 metros de altura sobre el agua y un frente de 5 km de ancho que cada cierto tiempo se rompe en gigantescos icebergs que caen al lago con un estruendo descomunal. El origen de esos glaciares es el gran Campo de Hielo Patagónico, el tercero más extenso del mundo después de la Antártida y de Groenlandia, y el mayor de carácter continental con acceso desde tierra. El Calafate, El Chaltén y Punta Bandera son las localidades de referencia en el parque nacional Los Glaciares.

Sandra Martín, jefa de redacción de Viajes National Geographic

La Gran Barrera (Australia)

Foto: Shutterstock

8 / 32

La Gran Barrera (Australia)

La Gran Barrera es un mundo acuático con su propio ritmo vital. Este conjunto de arrecifes coralíferos de más de 2300 km se extiende en paralelo a la costa australiana y alcanza la isla de Papúa-Nueva Guinea por el norte. En este ecosistema marino habitan 600 tipos de coral, 1625 tipos de peces, un centenar de especies de medusas, 133 variedades de tiburones y rayas, y más de 30 especies de ballenas y delfines. Las tortugas marinas desovan en las playas de la reserva de Mon Repos y Gladstone, en la costa central. Los dugongos acuden a la isla mayor de las Whitsunday y también al canal de Hinchinbrook. Hábitat de especies animales en peligro de extinción, la Gran Barrera forma parte del Patrimonio Mundial desde 1981.

Sandra Martín, jefa de redacción de Viajes National Geographic

Parques de las Montañas Rocosas Canadienses (Canadá)

Foto: iStock

9 / 32

Parques de las Montañas Rocosas Canadienses (Canadá)

Calgary es la puerta de entrada a las Rocosas más espectaculares: los parques nacionales de Banff, Jasper, Kootenay y Yoho que, junto con los parques provinciales de Monte Robson, Monte Assiniboine y Hamber, fueron declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en 1984. Esta extensión de cumbres, bosques, glaciares, lagos, cascadas y cañones fluviales son el hogar de una variada fauna salvaje que incluye osos negros y grizzly, lobos, cabras de las Rocosas, pumas, linces, coyotes, alces y renos, además de cientos de especies de aves.

Sandra Martín, jefa de redacción de Viajes National Geographic

Islas Galápagos (Ecuador)

Foto: iStock

10 / 32

Islas Galápagos (Ecuador)

El archipiélago de las Galápagos lo forman 13 grandes islas volcánicas, 6 islas más pequeñas y 107 rocas e islotes. Pertenece a Ecuador y está situado en el océano Pacífico, a 1000 km de la costa continental americana. Esta distancia y la confluencia de tres grandes corrientes oceánicas (Humboldt, Panamá y Cromwell) propició que durante millones de años el archipiélago evolucionara al margen del resto del mundo. Así, las Galápagos se convirtieron en el hogar de especies inexistentes en otras partes del planeta, como la iguana terrestre y la marina, la tortuga gigante y numerosas variedades de pinzones cuyo estudio inspiró a Darwin su teoría de la evolución tras su viaje en 1835. Fue uno de los primeros enclaves que ingresaron en la lista del Patrimonio de la Humanidad, en 1978.

Sandra Martín, jefa de redacción de Viajes National Geographic

Alhambra, Generalife y Albaicín de Granada (España)

Foto: iStock

11 / 32

Alhambra, Generalife y Albaicín de Granada (España)

Desde el barrio granadino del Albaicín, donde estuvo el primer alcázar moro de Granada, se contempla la mejor vista sobre la Alhambra, con el marco natural de Sierra Nevada al fondo. Se trata del mejor conjunto de arquitectura militar y palatina heredada del mundo islámico. Los príncipes nazaríes escogieron el lugar en el siglo XII y comenzaron la construcción del recinto fortificado de la Alcazaba, la parte más antigua y también más austera, donde se alzan las torres defensivas del Homenaje, la Quebrada, la de la Vela y la Hueca. La simplicidad de sus líneas contrasta con los contiguos palacios de los príncipes nazaríes, joyas labradas en piedra en el siglo XIV, que rodean patios como el de los Arrayanes y el de los Leones. De esa época son también los jardines del Generalife, creados para deleite de los sultanes y sus harenes, en los que los refrescantes estanques y juegos de agua son los protagonistas. El conjunto de monumentos forman parte de la Unesco desde el año 1984.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Ciudad fortificada histórica de Carcasona (Francia)

Foto: iStock

12 / 32

Ciudad fortificada histórica de Carcasona (Francia)

Tras atravesar la puerta almenada de Narbona y cruzar un puente levadizo sobre un foso hoy seco, se entra en Carcasona, una de las ciudadelas mejor conservadas del medievo francés. Es entonces cuando se revive la sorpresa que recibían los invasores al descubrir que allí les esperaba una segunda muralla. Un paseo empedrado discurre entre este doble perímetro de 3 km, forma ovalada y 52 torres rematadas por pináculos. Medieval hasta la médula y Patrimonio de la Humanidad desde 1997, la visita a la Cité, la ciudad guardada dentro, hace viajar a tiempos de blasones, armaduras y ballestas que ahora engalanan tiendas, restaurantes y hoteles. Dos visitas obligadas: la Basílica de Saint-Nazaire y el Castillo, que incluye un museo sobre la restauración de la ciudad en el siglo XIX.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Ciudad histórica fortificada de Cuenca (España)

Foto: Shutterstock

13 / 32

Ciudad histórica fortificada de Cuenca (España)

La imagen más emblemática de Cuenca es la de sus Casas Colgantes, cuyos balcones de madera y ventanas enrejadas se asoman a la hoz del río Huécar. Estos edificios de la Cuenca histórica empezaron a construirse así de agrupados en el siglo XIV por motivos defensivos. Entre los originales se conservan la Casa de la Sirena y la Casa del Rey, que ahora es el Museo de Arte Abstracto Español, donde las piezas modernas se exponen entre celosías góticas y artesonados mudéjares. Detrás de las Casas se abre el barrio antiguo de Cuenca, declarado Patrimonio de la Humanidad (1996). La mayoría de sus calles estrechas confluyen en la Plaza Mayor en la que, junto a mesones tradicionales, se reúnen la Catedral, el Museo Diocesano y el Ayuntamiento de la ciudad. 

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Centro histórico de Cracovia (Polonia)

Foto: iStock

14 / 32

Centro histórico de Cracovia (Polonia)

El centro de la capital histórica de Polonia late en la plaza del Mercado, una de las más bellas y amplias de Europa. En este lugar, donde en la Edad Media los comerciantes vendían sedas y especias de Oriente, hoy los visitantes encuentran cafés, músicos y universitarios. Dominan la plaza la torre del Ayuntamiento y la Lonja de Paños (siglo XV). Este último edificio acoge en la planta alta una de las sedes del Museo Nacional y, en la baja, tiendas y el legendario restaurante Wierzynek, abierto en 1364 para atender a reyes y a mercaderes. Para contemplar el centro de Cracovia, Patrimonio de la Unesco desde 1978, lo mejor es subir a la colina de Wewel donde se reúnen dos símbolos milenarios: el Castillo y la Catedral, en la que los reyes polacos eran coronados.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Centro histórico de Córdoba (España)

Foto: iStock

15 / 32

Barrio antiguo de Córdoba (España)

En pleno casco histórico cordobés, muy cerca de las orillas del río Guadalquivir, se levanta la joya monumental más preciada de la ciudad, la mezquita-catedral, que representó el corazón del califato de Córdoba. Los árabes mandaron construirla en el siglo VIII sobre el emplazamiento de una basílica visigoda anterior. Fue con la reconquista cuando el recinto fue convertido en catedral, formando el conjunto heterogéneo que hoy se puede visitar. Lo primero que se ve es el Patio de los Naranjos, donde está la fuente en la que los musulmanes realizaban sus abluciones antes de la oración. En el interior del templo sobresalen el maravilloso bosque de columnas de mármol y piedra –en Córdoba se usó por vez primera la superposición de dos arcos con el fin de dar una mayor sensación de altura– y la sala del Mihrab, una joya de oro y piedras preciosas. La capital cordobesa fue la primera en reunir cuatro enclaves Patrimonio de la Humanidad: La mezquita-catedral (en 1984), el centro histórico (1994), la Fiesta de los Patios de Córdoba (2012) –en la categoría de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad– y el conjunto arqueológico de Medina Azahara (2018).

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Ciudad de Bamberg (Alemania)

Foto: iStock

16 / 32

Ciudad de Bamberg (Alemania)

Desde la colina que corona la abadía de San Miguel se obtiene la mejor vista del núcleo histórico de Bamberg, uno de los mejor preservados de Alemania, incorporado a la Unesco en 1993. Las calles empedradas de esta ciudad imperial (siglo XI) y universitaria (XVII) abarcan un patrimonio desde el románico al rococó, con mansiones y palacios decorados con frescos como los de la Nueva Residencia (siglo XVII), que incluye una hermosa rosaleda. En su plaza más céntrica se alza la Catedral, que cobija la popular estatua medieval del Caballero de Bamberg, de autor e identidad anónimas. Pero lo más fotografiado de Bamberg son los canales navegables de la llamada «Pequeña Venecia», donde sobre un islote del río Regnitz fue edificado en el siglo XIV el Viejo Ayuntamiento. 

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Ciudad vieja de Ávila e iglesias extramuros (España)

Foto: Shutterstock

17 / 32

Ciudad vieja de Ávila e iglesias extramuros (España)

Ávila está rodeada por una muralla llena de historia que en su día fue un hito de la arquitectura medieval y hoy es una de las más extensas y completas que se conservan. Patrimonio de la Humanidad desde 1985 junto al centro antiguo de la ciudad, la mejor forma de admirar su silueta y dimensiones es caminar –hay visitas guiadas– por el paseo que sobrevuela este adarve de 2,5 km de perímetro, muros de 12 metros de alto y 3 metros de grosor, 87 torreones, 2500 almenas y hasta 9 puertas que mantienen el nombre que describía su función. La del Peso de la Harina, por ejemplo, da acceso a la plaza de la Catedral, mientras que la del Alcázar se abre a la plaza de Santa Teresa, llena de mesones.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic

Venecia y su laguna (Italia)

Foto: iStock

18 / 32

Venecia y su laguna (Italia)

Goethe describió la laguna como una antigua obra de la naturaleza en la que intervino el arte humano para apoderarse de los puntos más eminentes. «Y así nació Venecia, uniendo un centenar de islas dentro de sí, rodeada de otras cien», narró en Viaje a Italia (1816). Un total de 118 conforman hoy la ciudad lacustre, que tras su fundación original en el siglo V, fue adquiriendo protagonismo hasta convertirse en una gran potencia marítima y en uno de los destinos más deseados del mundo. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, en 2021 la Unesco se planteó añadirla en el listado de patrimonio en peligro debido a su fragilidad. 

Meritxell Batlle Cardona, redactora de Viajes National Geographic

Paisaje cultural del café de Colombia. Paisaje cultural del café (Colombia)

Foto: Shutterstock

19 / 32

Paisaje cultural del café (Colombia)

La tradición invade lo seis paisajes cafetaleros que conforman Colombia, donde se cultiva el café en pequeñas parcelas de bosque alto con métodos adaptados a las condiciones específicas de la alta montaña. Un total de dieciocho centros urbanos –la mayoría situados en las cumbres de las colinas–, aúnan este extenso territorio con la tradición y una arquitectura común creada por los colonos procedentes de la región de Antioquia, de influencia española. Municipios como Salento, Pereira, Armenia o Manizales comparten estas construcciones creadas con materiales tradicionales como tapia, bahareque (cañas trenzadas) para los muros y tejas de arcilla para los tejados.

Meritxell Batlle Cardona, redactora de Viajes National Geographic

Zona de conservación de Ngorongoro (Tanzania)

Foto: Getty Images

20 / 32

Área de conservación de Ngorongoro (Tanzania)

Un total de nueve volcanes conforman el Área de Conservación de Ngorongoro, una región de pastizales, bosques de acacias y tierras altas volcánicas reconocidas por la Unesco desde 1979. Aquí se encuentran algunos de los lugares más importantes de Tanzania y del mundo: la Caldera de Ngorongoro, hogar de una de las mayores densidades de animales salvajes del mundo, y la Garganta de Olduvai, donde se han descubierto restos óseos de uno de los antepasados más lejanos del hombre, el homo habilis. En la misma región se encuentra el Sitio de Laitoli con las huellas de los primeros homínidos, que datan de 3,6 millones de años atrás.

Meritxell Batlle Cardona, redactora de Viajes National Geographic

Bahía de Ha Long (Vietnam)

Foto: Shutterstock

21 / 32

Bahía de Ha Long (Vietnam)

Cuando cae la noche, desde los barcos que navegan la Bahía de Halong se percibe silencio. La oscuridad va colándose entre los islotes de piedra calcárea –en total son 1.600– y el sonido de los animales que los habitan se deja escuchar con claridad. Este espectacular enclave del norte de Vietnam ha estado prácticamente inalterado por el hombre, ya que su escarpado relieve la hace inhabitable. La belleza y la biodiversidad son los principales atractivos de esta bahía del golfo de Tonkín, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1994 y considerada una de las siete maravillas naturales del mundo en 2011.

Meritxell Batlle Cardona, redactora de Viajes National Geographic

Santuario histórico de Machu Picchu (Perú)

Foto: iStock

22 / 32

Santuario histórico de Machu Picchu (Perú)

Los incas trazaron una red de caminos de 30.000 kilómetros entre los seis países del Tawantinsuyu, la Capac Ñam, Camino Real en quechua. Su tramo más famoso son los 43 kilómetros que conectan el poblado de Chillca con Machu Picchu. Ubicado a 2.430 metros de altura, los incas erigieron sus murallas, terrazas y rampas en perfecta armonía con la escarpada roca, en medio de un bosque tropical de montaña situado en la vertiente oriental de los Andes.

Meritxell Batlle Cardona, redactora de Viajes National Geographic.

Acrópolis de Atenas (Grecia)

Foto: iStock

23 / 32

Acrópolis de Atenas (Grecia)

Hay algo extraordinario en esta monumental ciudad alta: el cómo sigue siendo la reina de Atenas. Porque, por mucho que la capital helénica haya pasado por gobernantes romanos, bizantinos y otomanos, haya celebrado dos olimpiadas o aglutine en su área metropolitana el 60% de la población de Grecia, la Acrópolis mantiene ese poder estético, ese impacto visual y conceptual sobre todo lo demás. Visitar esta urbe clásica es buscarla desde todos los rincones, encontrar miradores y seguir degustando su influencia. Y profundizar en ella supone, sobre todo, halla decenas de templos, yacimientos y restos que van más allá del Partenón. No en vano, solamente entrar por los Propileos o mirar cara a cara a las cariátides del Erecteion provoca un pequeño standhalazo. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic

Ciudad prehispánica de Teotihuacán (México)

Foto: Shutterstock

24 / 32

Ciudad prehispánica de Teotihuacán (México)

Por mucho que los templos mayas de Chichen Itzá, Palenque o Uxmal puedan erizar la piel, Teotihuacán tiene algo especial: fue la primera gran ciudad mesoamericana. O al menos, el yacimiento más majestuoso del periodo Clásico Temprano, una época en la que se sentaron las bases de las futuras civilizaciones de gran parte de Norteamérica. Y, también, de sus creencias y religiones. Por eso, pasear por la larguísima Calzada de los Muertos es fascinarse por las imponentes pirámides que imitan a los montes cercanos pero, también, hallar murales, restos de viviendas y detalles que intentan arrojar luz sobre uno de los conjuntos más asombrosos y desconocidos de la América Prehispánica. No en vano, ni siquiera se conoce su nombre, ya que Teotihuacán fue bautizada así cuando los mexicas hallaron sus ruinas y establecieron aquí su particular centro del universo. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic

Centro Histórico de Roma (Italia)

Foto: iStock

25 / 32

Centro Histórico de Roma (Italia)

Si algo ha constatado la historia es que nada es para siempre. Excepto Roma, que es eterna. Y no, no se trata de un eslogan resultón o de un tópico recurrente. Es que casi ninguna ciudad del planeta ha tenido un papel tan relevante en las civilizaciones prominentes como esta. Y, si lo ha tenido, no lo ha dejado patente en su urbanismo y en sus monumentos. Porque Roma es un museo al aire libre, una demostración de poder político y cultural que tiene su máxima expresión en monumentos tan distantes en el tiempo como el Coliseo (siglo I d.C.), el Panteón (siglo II) o San Pedro del Vaticano (siglo XVII). Pero la capital italiana es, también, cómo se conectan estas joyas, cómo en cada caos, en cada nudo de comunicaciones, en cada piazza aparece una obra maestra que en otro lugar sería la cabeza de cartel. En definitiva, un caos de belleza cuanto menos inmortal. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic

Centro histórico de Brujas (Bélgica)

Foto: iStock

26 / 32

Centro histórico de Brujas (Bélgica)

Sintetizar esta urbe flamenca en, únicamente, una almendra medieval es dejarse mil cosas por el camino. Es obviar que, durante los siglos XIV y XV, fue el centro de una Flandes próspera en la que sus manufacturas eran capaces de sublimar las materias primas que entraban por sus puertos, creando una ciudad comercial, burguesa y culturalmente muy potente. Pese que no logró desarrollarse tanto como sus vecinas Amberes o Gante, logró mantener ese aspecto casi de ficción, alternando calles adoquinadas con canales y reluciendo algunas obras maestras como su pomposo ayuntamiento, su torre o las obras de los maestros flamencos que ahora exhibe el Groeningemuseum. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic

shutterstock 1226640937. Líneas ferroviarias réticas en los paisajes de Albula y Bernina (Suia)

Foto: Shutterstock

27 / 32

Línea ferroviaria rética en los paisajes de Albula y Bernina (Suiza)

Bajo este nombre un tanto críptico está un reconocimiento a un hito industrial: construir una línea de tren que atraviesa los paisajes alpinos del sur de los Grisones. Y que lo hace sin ningún gran túnel, capaz de salvar un desnivel de 1.800 metros a través de viaductos, espirales y puentes helicoidales que en el siglo XIX revolucionaron las comunicaciones. Hoy en día, disfrutar del Bernina Express -el tren panorámico que realiza este recorrido- es maravillarse como lo hacían los pasajeros de entonces, ya que los bosques, montañas, glaciares y lagos que se asoman al otro lado de la ventanilla siguen emocionando hasta a las retinas más viajeras. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic

shutterstock 401840356

Foto: Shutterstock

28 / 32

Reserva Natural del Valle de Mai (Seychelles)

Seychelles es uno de los pequeños estados insulares más amenazados por el cambio climático. Blanqueamiento y destrucción de los sensibles arrecifes de coral y períodos de sequía cada vez más prolongados son algunas de las amenazas que se ciernen sobre este pequeño paraíso famoso por tener algunas de las playas más bellas del mundo. Por eso es importante que la Unesco declarara como Patrimonio de la Humanidad la Reserva Natural del Valle del Mai en 1983. Se encuentra en las colinas del centro de la isla de Praslin y protege los vestigios de un bosque natural de palmeras conservado casi en su estado original. Es el hogar del famoso «coco de mer», una palmera endémica que alguna vez se creyó que crecía en las profundidades del mar, ya que en tiempos antiguos sus cocos flotaban en el mar, arrastrados por las corrientes hasta las Maldivas. 

José Alejandro Adamuz, editor colaborador digital de Viajes National Geographic

Palacio Papal. Centro histórico de Aviñón (Francia)

Foto: iStock

29 / 32

Centro histórico de Aviñón (Francia)

«Quien no haya visto Avignon en la época de los Papas, no ha visto nada. Por la alegría, la vida, la animación, el tren de las fiestas, nunca una ciudad fue como esta», escribió Alphonse Daudet. Y es cierto, la llegada del primer papa a Avignon trastocó por completo la vida de la ciudad, de la que dijo el mismísimo Petrarca que era una urbe incómoda, con  obras por todas partes. De hecho, hay que esperar al siglo XIX para que Aviñón vuelva a tener de nuevo la misma población que en la Edad Media. Este Patrimonio de la Humanidad es el escenario de una curiosa anomalía histórica: en él se realizaron seis cónclaves en los cuales se llevaron a cabo las elecciones de Benedicto XII (1335), Clemente VI (1342), Inocencio VI (1352), Urbano V (1362), Gregorio XI (1370) y Benedicto XIII (1394). Todos papas franceses. Cuando el último de ellos volvió a Roma, los propietarios de viviendas se guardaron una cláusula de revisión del precio del alquiler, por si resultaba que el papa volvía de nuevo a la ciudad. Pero ya no hubo más papas en Aviñón. Quedó el mastodóntico Palacio Papal sobre la inexpugnable piedra de Amos, cuyo lienzo principal impresiona al ser visto desde la animada plaza del palacio.

José Alejandro Adamuz, editor colaborador digital de Viajes National Geographic

Cuevas de Altamira (España)

Foto: iStock

30 / 32

Cuevas de Altamira (España)

En 1879, Marcelino Sanz de Sautuola, un rico propietario local aficionado a la paleontología, entró en la cueva acompañado de su hija pequeña de ocho años. Fue ella la que descubrió las pinturas rupestres: «¡Mira papá! ¡Bueyes!». No eran bueyes sino bisontes, y caballos, ciervos e incluso manos. Al año siguiente, el propio Sautuola presentó un pequeño estudio sobre la cueva de Altamira que fue duramente cuestionado. Hubo que esperar a nuevos hallazgos de otros conjuntos rupestres en Francia para comenzar a considerar científicamente las pinturas de aquellos bueyes que creyó ver la hija de Sautuola. Aquellas pinturas fueron realizadas entre el 35.000 y el 13.000 a.C. Una maravillosa «Capilla Sixtina» del arte rupestre que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 y preservada de las visitas de público en 2002. La Neocueva es la perfecta réplica del espacio tal como fue durante el Paleolítico Superior que se puede visitar desde el 2001.

José Alejandro Adamuz, editor colaborador digital de Viajes National Geographic

Memorial de la Paz en Hiroshima (Cúpula de Genbaku). Memorial de la Paz en Hiroshima (Japón)

Foto: Shutterstock

31 / 32

Memorial de la Paz en Hiroshima (Japón)

Hay sucesos que no conviene olvidar. Por ejemplo, que el 6 de agosto de 1945 era lunes y que a las 8:15 horas, un avión de guerra B-29 perteneciente al Escuadrón de Bombardeo 393d soltó sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica lanzada contra la población civil. Aquella bomba cayó a apenas 150 metros en la horizontal y 600 metros en la vertical de un edificio que el arquitecto checo Jan Letzel había diseñado para la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima (HMI). Fue la estructura más próxima que resistió al terrible impacto. Todo lo demás se volatilizó. Hoy la visión del esqueleto junto a la rivera del río estremece. Es una ruina y es memoria. Hoy, tristemente, cuando los medios de comunicación escriben sobre bombas nucleares estratégicas y amenazas nucleares, este memorial que es Patrimonio de la Humanidad desde 1996 sigue siendo necesario. 

José Alejandro Adamuz, editor colaborador digital de Viajes National Geographic

shutterstock 1762368086

Foto: Shutterstock

32 / 32

Biblioteca Duquesa Ana Amalia de Weimar (Alemania)

Todos los retratos que se conservan de la Duquesa Ana Amalia la representan con un libro en el regazo. Ciertamente, le caracterizó su incondicional defensa de la cultura. Y si bien no fue ella la fundadora de esta mítica biblioteca en la pequeña corte de Weimar, sí fue ella la que convirtió un montón de libros polvorientos en una biblioteca al permitir su uso a toda persona. Eso sí, a toda persona culta, que por entonces los libros solo eran accesibles a prestigiosos individuos de la sociedad. Ella misma legó a su muerte hasta 5.000 volúmenes, marcando el camino a seguir por otros familiares y aristócratas, que acabaron donando también sus bibliotecas personales. Fue así como poco a poco fue creciendo el fondo de la biblioteca hasta contar con cerca de 80 mil libros, 2.600 manuscritos, 8.600 mapas y 29 globos terráqueos en el momento del brutal incendio que la destruyó en  2004. Sin embargo, al día siguiente de aquel terrible suceso, comenzó la restauración de las salas y de los libros, un trabajo que duró hasta 2015. Hoy en día este Patrimonio de la Humanidad luce como bello exponente del clasicismo de Weimar, faro cultural de una época de grandes autores, como Schiller, Herder o Goethe. Este último, por cierto, fue tanto administrador de la biblioteca como usuario. Entre 1792 y 1832, Goethe sacó prestados de la biblioteca 2276 títulos.

José Alejandro Adamuz, editor colaborador digital de Viajes National Geographic

 

Los Glaciares