Lyon, la ciudad de Saint-Exupéry

Recorremos la capital del departamento del Ródano (Francia) de la mano al autor de "El Principito", Antoine de Saint-Exupéry

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Foto: José Alejandro Adamuz

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El aviador y escritor Antoine de Saint-Exupéry nació en Lyon

Antoine de Saint-Exupéry nació en el centro de Lyon en 1900. La ciudad inauguró una escultura de la lionesa Christiane Guillaubey, el 29 de junio de 2000 con motivo del centenario del nacimiento del célebre escritor y aviador. Saint-Exupéry está sentado y le cuelgan las piernas en el pedestal de mármol blanco que lo alza. Parece contemplar el horizonte de forma serna. Le acompaña el pequeño príncipe. Esta escultura es lo más parecido que tiene el escritor a una tumba. El viajero tardará poco en dar con ella, en un lateral de la Plaza Bellecour y a un paso de la casa donde nació. La imagen de Saint-Exupéry y del pequeño príncipe nos acompañará mientras paseamos por la ciudad.

Foto: Gtres

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Lyon, una ciudad y dos ríos

Basta ascender a la colina de Fourvière, hasta la basílica de Notre Dame de Fourvière, para comprender cómo la geografía de Lyon está conformada por dos ríos, el Ródano y el Saona. Se puede subir en funicular y luego descender a pie, si se prefiere. Precisamente, desde esta privilegiada ubicación, se expandió Lugdunum, la antigua capital de la Galia durante el Imperio Romano. Podemos aprovechar la visita a este punto panorámico para visitar dos de los vestigios romanos más importantes de Lyon: el teatro y el odeón, construidos en la ladera de la colina.

Foto: José Alejandro Adamuz

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Una ciudad perfecta para una escapada

No solo se puede llegar en avión. También es posible viajar de centro a centro de ciudad; Lyon, situada en la región Ródano-Alpes, es uno de los 21 destinos internacionales conectados por la alta velocidad con España por Renfe - SNCF en Cooperación. Ello hace de Lyon un destino perfecto para una escapada rápida. Es una ciudad creativa, en la que nos aguarda buena gastronomía, calles para pasear (su centro histórico es Patrimonio de la Humanidad), la magia del cine con los hermanos Lumière, y la presencia del inmortal Antoine de Saint-Exupéry. En cierta forma, a Lyon se viaja para volver a ver la vida con los ojos de la niñez. 

Foto: José Alejandro Adamuz

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Saint-Exupéry nació en el centro de Lyon

Saint-Exupéry nació en el número 8 de la rue du Peyrat, junto a la popular Plaza de Bellecour. En la actualidad la calle ha pasado a llamarse como el escritor. O al menos, en su versión abreviada y conocida por todos. Como curiosidad, tal como correspondía a su linaje aristocrático, se le bautizó con cinco nombres: Antoine Jean Baptiste Marie Roger de Saint-Exupéry. En el edificio hay una placa en su recuerdo; pero poco más. Durante las celebraciones de su centenario se anunció la creación de un museo en el antiguo castillo de Saint-Maurice, donde se crió; pero el proyecto se ha ido posponiendo.

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Lyon es la ciudad del cine

Lyon es cuna de soñadores. No solo Antoine de Saint-Exupéry, también dos hermanos que supieron dar movimiento a los sueños con el cinematógrafo: los Lumière. Si la ciudad nombró una de sus calles principales con el nombre del autor de “El Principito”, parecía justo que hiciera lo mismo con los hermanos Lumière y la Rue du Premier Film, donde se encuentra la bella casa estilo art decó de la familia, hoy un interesante museo que muestra los pasos de la invención del cine. 

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En Lyon se grabó la primera película de la historia

Junto al museo del cine, se encuentra el hangar donde fue grabada la primera película de la historia: La salida de los obreros de la fábrica. Si has visto los 46 segundos que dura el documento de Louis Lumière, reconocerás la forma de la cubierta de la antigua fábrica familiar. Se logró mantener el techo original para el recinto del Institut Lumière, que hoy se dedica al estudio, investigación y difusión de actividades relacionadas con el cine y el patrimonio de los famosos hermanos.

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Todos a reír con el guiñol

Antes de que los hermanos Lumière encontraran la forma de entretenernos dando movimiento a los sueños, otro lionés famoso, Laurent Mourguet, hizo lo propio con un simpático y travieso personaje, el Guignol (en castellano guiñol). Se trataba de la mejor forma que encontró para distraer a su público, que básicamente se trataba de personas que necesitaban una extracción urgente de alguna de sus piezas dentales. Sí, el inventor de los guiñoles fue un sacamuelas de Lyon. La ciudad conserva esta tradición con diferentes teatros y el Museo internacional de la Marioneta o, también, El Pequeño Museo Fantástico del Guiñol. 

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Lyon, la cuna de la nouvelle cuisine

Sabemos que a Saint-Exupèry le gustaba comer y reunirse con sus amigos en largas veladas. Disfrutar de la gastronomía es algo muy francés; pero parece que en los lioneses lo es más todavía: es común afirmar que en Lyon nace la nouvelle cuisine de la mano del chef local Paul Bocuse. Y si París tiene los bistrós, Lyon tiene los bouchons. Son locales pequeños, con mesas de manteles a cuadros, vinos de la casa, quesos y los platos populares basados en casquería. Toda una experiencia atreverse con la andouillette, una salchicha elaborada con el intestino y el estómago del cerdo. ¡es el plato estrella! Y por favor, no se vayan si probar, aunque solo sea una vez, el brioche prâlinée. ¡Toda una delicia!

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Una ciudad llena de murales

En Lyon es como si la realidad no bastara nunca. Al cine de los Lumière, a la poesía de Saint-Exupèry, a las risas del guiñol, a las delicias de la gastronomía, hay que añadir los murales que se encuentran repartidos por toda la ciudad. Lyon es una de las cinco ciudades del mundo en lo que se refiere a arte mural. Un centenar de frescos cuentan la vida y la historia de la ciudad. Por ejemplo, el mural de los Lioneses repasa todos los personajes célebres de Lyon. Imprescindible contemplar el “Mur des Canuts” que describe la historia del barrio Croix Rousse en sus 1.200 metros cuadrados (es el mural más grande de Europa).

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Bellecour, el corazón de Lyon

La casa donde nació Antoine de Saint-Exupéry está junto a la Plaza Bellecour, popular lugar de encuentro de los lioneses. Está ubicada en el centro de Lyon y se trata de una de las plazas rectangulares más grandes de Europa. En su centro se encuentra la estatua ecuestre de Luis XIV. En el lateral de la plaza, como un guiño a la cercana escultura dedicada a Saint-Exupéry,  hay un parque de juegos infantiles ideal si se viaja en familia.

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Los puentes de Lyon

En toda ciudad con río hay puentes, y en Lyon no hay un río, sino dos. Según datos oficiales, la ciudad cuenta con 29 puentes en total (16 sobre el Sanora y 13 sobre el Ródano). Los puentes no solo sirven para cruzar, también son miradores perfectos para contemplar el Viejo Lyon desde las orillas. Todos fueron destruidos en 1944, excepto el de la Isla Barbe y las pasarelas de L'Homme de la Roche y Saint-Vincent. 

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Pasear por el Viejo Lyon

El Vieux Lyon, barrio medieval y renacentista situado a orillas del Saona, forma parte del amplio conjunto arquitectónico declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es el barrio más turístico de la ciudad. Sus concurridas callejuelas están siempre animadas, con una gran cantidad de restaurantes y tiendas. A diferencia de París, Lyon sí tiene casco antiguo. Comienza por la plaza de Saint-Jean, entra en la catedral y admira su asombroso reloj astronómico, pasea por la calle de la Bombarde y, en definitiva, déjate perder. El encanto está en los rincones ocultos.

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Una ciudad secreta dentro de Lyon

Una forma alternativa y divertida de recorrer el Vieux Lyon es a través de los “traboules”, que son uno de los elementos arquitectónicos más característicos de Lyon. Se trata de una suerte de pasadizos secretos que comunican la calle con portales y patios interiores. Parece ser que su origen se remonta al S. IV aunque apenas se conservan restos de esa época. Los que podemos recorrer datan del S XIX y los usaban los tejedores de seda para mover sus mercancías, sobre todo en La Croix Rousse, el barrio donde se instaló mayormente esta industria. Imprescindible recorrer el pasadizo con ventanas de la Torre Rosa en el Viex Lyon. Tal vez, Saint-Exupéry contaba con sus propios “traboules” para ir de la infancia a la edad madura, y viceversa. 

La leyenda de Antoine de Saint-Exupéry comenzó la mañana del 31 de julio de 1944, cuando el avión que pilotaba desapareció. Había despegado desde el aeropuerto de Borgo, en Córcega con la misión de realizar un reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Como pionero de la aviación, dejaba algunas de las epopeyas más importantes de su época y como escritor, la poesía y la ética de sus libros. Entre ellos, El Principito, la obra escrita en francés más leída y traducida de todos los tiempos.

"Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden)", El Principito

Justo cuarenta y cuatro años antes, el 29 de junio de 1900, el escritor nacía en un edificio del centro de Lyon. Fue el tercero de cinco hermanos que quedaron huérfanos de padre de forma prematura. Al poco, la viuda y los niños fueron acogidos por una tía, la condesa de Tricaud, en el castillo familiar de Saint-Maurice, a pocos kilómetros de Lyon, enclavado en el paisaje campestre de la región del Ródano-Alpes. Un hogar, el castillo de un cuento para aquel niño soñador, que Saint-Exupéry convirtió en símbolo de su infancia, recordada con nostalgia a lo largo de toda su vida. Tal como explica Montse Morata en Aviones de papel, las conversaciones en El Principito entre el piloto y el pequeño príncipe representan ese diálogo que el autor mantuvo siempre con su propia niñez.

"No estoy muy seguro de haber vivido después de la infancia", escribió Saint-Exupéry a su madre en una carta de 1930. Tal vez no estuviera seguro de haber vivido; pero lo cierto es que sí, que vivió, y lo hizo con toda la intensidad de la que fue capaz. Se marchó el hombre y quedó su leyenda. Nos enseñó a vivir con determinación y a buscar el bien común antes que seguir el egoísmo individual. Además, nos mostró que por muy triste que uno se sienta, siempre podrá ver ponerse el sol cuarenta y tres veces seguidas desde el asteroide B612. No lo olvides cuando viajes a Lyon.