Un ejército de robots gigantes de color cobrizo y melena afro se arremolinan en torno a un camino de arcilla roja. Son más de 300 en menos de un kilómetro cuadrado, y sus sombras se alargan por el sol poniente, por lo que se multiplican y enredan entre ellas. Impresionado, el viajero se acerca cautelosamente para descubrir que, en verdad, se halla frente a la más magnífica exhibición de baobabs de la Tierra.